Es bien complicado lo que se nos viene

Por: 

Humberto Campodónico

El último informe del FMI, publicado hace dos días, dice que la economía mundial tendrá un crecimiento negativo de -3.0% en el 2020, lo que nos lleva a la peor recesión desde los años 30. Este decrecimiento se divide así: -6.1% en las llamadas economías avanzadas y -1.0% en las llamadas economías emergentes. 

La Unión Europea cae -7.5% y dentro de la UE los que más caen son Italia y España, con -9.1 y -8.0%, mientras EEUU cae -5.9%. Dos países que tienen crecimiento positivo, aunque bien bajito, son China, que cae de 6.1% en el 2019 a 1.2% en el 2020 e India, que baja de 4.2 a 1.9% en el mismo periodo. 

Entonces, como los principales socios comerciales de América Latina son China, EEUU y la Unión Europea, es lógico que nosotros también caigamos: América Latina cae -5.2% y llevan la delantera México y Brasil, con -6.6 y -5.3%, respectivamente. Chile y Perú están por ahí cerca y ambos caen igual: -4.5%. 

Aquí constatamos un primer problema relacionado con el modelo de crecimiento del Perú: según el propio MEF el crecimiento económico depende en un 60% de factores externos y 40% de factores internos: la dependencia externa. 

Pero en este caso, el problema no es solo externo. La cuarentena detiene al país, pues se deja de trabajar. O sea que llueve sobre mojado, en casi todos los sectores económicos. 
Antes de entrar a ese tema, es imprescindible saber que esta recuperación no será rápida, en forma de V. Tampoco en forma de U, caída con recuperación con cierto retraso. Podría ser en forma de L, caída con estancamiento prolongado. Pero, ojo, el economista Nouriel Roubini, junto a otros, nos dice que podría haber una caída constante y prolongada, en forma de I, que llevaría al mundo a una depresión económica. 

Hay varias razones para la caída prolongada. La primera depende de cuán rápido se obtenga la vacuna contra el COVID 19. Dice el doctor Sanjay Gupta que la vacuna podría estar lista hacia marzo-abril del 2021. Mientras no esté lista, si bien las cuarentenas y los tests moleculares pueden detener la curva –hasta hoy ascendente- del virus, siempre está abierta la posibilidad de los rebrotes y, por tanto, de nuevas cuarentenas, que paran al mundo y al país, lo que hace que la recesión continúe. 

Pero ese no es el único problema. También está de por medio la crisis de las instituciones multilaterales que nacieron en Bretton Woods en 1944: FMI, Banco Mundial, OMC (que primero fue el GATT) y toda una serie de organismos de Naciones Unidas: FAO, OIT, UNESCO, UNICEF y también la Organización Mundial de la Salud (OMS), a quien Trump le acaba de suspender la cuota anual de US$ 480 millones que le corresponde otorgar a EEUU. 

Pero la crisis del multilateralismo es solo el síntoma de la enfermedad. La causa es el fracaso del proceso de globalización liderado por las transnacionales, que ha sido fuertemente criticada, incluso en los países industrializados por que “se han perdido empleos” que han migrado a países donde el costo de la mano de obra es más barata. 

Durante muchos años los impulsores de la globalización neoliberal creyeron que ese proceso iba a permitir superar los marcos nacionales, es decir, los Estados-Nación, los mismos que serían reemplazados por la liberalización completa de los mercados y la abolición de las fronteras. Su sueño era que todo el globo terráqueo sería el campo de la acumulación de capital. Como lo dijo Thomas Friedman hace 10 años: el mundo será uno solo, el mundo será plano. A esa crisis se le suma la pugna por la hegemonía en el Siglo XXI entre EEUU y China, lo que hemos tratado ya en otro artículo (1). Y, ojo, este es un tema de la más alta importancia. 

Regresando al impacto en nuestros países. El Perú depende de la exportación de materias primas, sobre todo cobre y zinc, cuyos precios han caído más de 30% en el último mes, a lo cual hay que agregar que en el mes de marzo dichas exportaciones solo fueron el 10% de lo recaudado en meses anteriores. De otro lado, las remesas de los peruanos que viven afuera a sus familias –cerca de US$ 3,000 millones anuales- también van a disminuir porque se están perdiendo empleos en EEUU, Japón y la Unión Europea. 

Otro canal de contagio viene por el lado financiero: dependemos mucho de la entrada de capitales que compran acciones de empresas en la Bolsa de Valores de Lima y, también, bonos que emite el gobierno del Perú. Pues bien, la salida de capitales de los mercados emergentes ha sido más fuerte que las suscitadas en la crisis del 2008, 2013 y 2015, como lo dice el Instituto Internacional de Finanzas (IIF) y se aprecia en el gráfico (línea oscura): han salido cerca de US$ 100,000 millones desde que comenzó la pandemia. Una parte de estos capitales salieron de América Latina, y del Perú.

El problema para el Perú no es solo el impacto que puede tener la salida de capitales en la economía, sino el hecho en los últimos años ha habido un gran crecimiento de la deuda de las empresas privadas, que está en US$ 33,000 millones, el 14.3% del PBI. Si se produce la tormenta perfecta: devaluación del sol, caída de exportaciones peruanas por la recesión mundial que reduce la demanda y caída de ventas en el mercado interno por “nuestra” recesión, entonces los problemas se agravan. 

También vamos a tener problemas en el sector turismo de Cusco, Arequipa, Puno, Madre de Dios, Ica (Nazca), Loreto y Ancash, pues el flujo de turistas caerá, por lo menos hasta que se produzca la vacuna. Lo mismo va a suceder con los espectáculos masivos (conciertos, partidos de fútbol, cine, teatro, actividades religiosas, fiestas regionales) y las actividades educativas, así como restaurantes, hoteles y recreos. Estamos hablando de varios millones de personas. 

Hasta aquí hemos pasado revista a los temas más importantes que tienen que ver con el shock externo. Pero no menos importante es el shock interno provocado por la cuarentena, la cual es inevitable pues de eso depende que derrotemos al corona virus. Dicho esto, hasta ahora el gobierno ha tenido un programa de ayudas de corto plazo, que si bien es importante ha sido insuficiente. 

La gran batalla ahora se debe centrar en el corto plazo, hasta que acabe la cuarentena, al mismo tiempo que se enlaza con el mediano plazo, tanto en lo económico, como en lo político, hacia las elecciones del 2021. En lo económico, las medidas del gobierno han tomado ya un claro sesgo antilaboral, con la “suspensión perfecta de labores”, que va a llevar a despidos masivos. Y en las próximas semanas el gobierno, haciendo uso de las facultades que le ha dado el Congreso, prepara decretos legislativos cuyo contenido, de lo que se sabe hasta ahora (por ejemplo, se “postergaría” la entrada en vigencia de la ley de control de fusiones), apunta a profundizar el modelo económico de los últimos 30 años. 

Resumiendo: la situación económica internacional apunta a una gran recesión que se nos va a transmitir por los canales comerciales y financieros y que se verá reforzada por la recesión interna autoinfligida por la cuarentena, a la cual debemos derrotar.  Nunca hemos vivido una situación parecida. Estamos en un cambio de época, que seguro podría hacer fluctuar la balanza del poder mundial del oeste al este. 

Ganemos la batalla contra el corona virus pues eso nos dará las mejores armas para intentar terminar con la desigualdad y la pobreza. Eso es lo primero. Y a partir de allí encarar la superación de las políticas economías de los últimos 30 años, plantear la redefinición de los roles del mercado y el Estado y entrar de verdad a una diversificación productiva que reduzca la dependencia de las materias primas, propias del modelo primario-exportador. No es poca cosa.

(1) http://www.otramirada.pe/la-pandemia-el-neoliberalismo-y-el-mundo-que-ya...

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