Vacunación nacional contra el COVID, una verdadera odisea
Víctor Zamora, Ex ministro de salud
La Odisea narra el largo viaje que hace Ulises de retorno a la Isla de Ítaca, su hogar, luego de la finalizada la guerra de Troya; un retorno que toma años y que está plagado de aventuras.
En el camino, Ulises enfrenta las iras de Zeus y Poseidón, los dioses más poderosos, y vive varias aventuras en que pierde a miembros de su tripulación, algunos porque olvidan el sentido del viaje, otros que sucumben a cantos de sirenas. Él mismo se ve tentado a abandonar su cometido.
No faltan los que desobedecen las órdenes y como producto de estas, pierde aliados o gana nuevos enemigos. En su camino, enfrenta monstruos portentosos, pero también recibe buen consejo y apoyo que le permiten llegar, finalmente, a su destino.
Y ese es nuestro viaje a la “nueva normalidad”, un camino lento por tramos y plagado de incertidumbre y dudas, por un lado; así como, sirenas y enormes opositores, por el otro; periodo en que seguiremos manteniendo el distanciamiento social, usando mascarillas y lavándonos las manos.
Es para ayudarnos en este viaje que contamos con una nueva herramienta, las vacunas. Pero estas, también han tenido y continuarán teniendo su propia ruta no exenta de obstáculos. Su viaje para llegar a cada uno de los brazos de nuestros compatriotas también será una odisea.
300,000 dosis de la vacuna Sinopharm han arribado el domingo 7 a las 8 de la noche. No solo portan la protección biológica. Este primer lote ya cumple su primer objetivo, inyectarle esperanza a un pueblo golpeado duramente por el embate de la segunda ola de la pandemia. A este primer lote se le sumarán otras 700,000 para completar el primer millón del primer lote contratado a la empresa china.
El primer obstáculo es la incertidumbre y lo brumoso del camino que tenemos hacia adelante, el discurso oficial sobre los contratos futuros, montos y fechas de arribo están plagados de imprecisiones, lo que, a su vez, genera desconfianza y mina el liderazgo presidencial… algo que es de vital importancia en este momento. Los millones de vacunas de las que se habla están precedidos de un invariable “estamos negociando”.
Otro obstáculo es la volatilidad del mercado mundial. Sobrepasados por la demanda, las compañías enfrentan problemas para cumplir sus obligaciones contractuales. Noruega fue uno de los primeros países en reprogramar su campaña con la vacuna Pfizer, luego que la Unión Europea anunciara que compraría 300 millones de dosis adicionales a los 300 millones iniciales ya pactadas con la misma empresa.
Esta volatilidad y falta de predictibilidad se mantendrán mientras exista está marcada asimetría en el mercado global de vacunas contra la COVID19, la cual está determinada por contratos opacos, con cláusulas que, tal y como lo señala el New York Times, otorgan a las empresas amplios márgenes de maniobra en relación con “fechas de entrega y precios”, entre otras prerrogativas. Nada impide que las empresas ofertantes con posición de dominio en este mercado cambien los términos y condiciones de los acuerdos ya firmados con los gobiernos sin que eso signifique penalidad alguna. En estas condiciones, el Perú, cuya posición en el mercado es marginal, corre riesgos inminentes. Solo la alianza con otros puede ayudarnos a sortear este peligro.
En estas turbulentas aguas, dominadas, por el momento, por empresas norteamericanas o europeas, se mueven otros monstruos: China, con sus dos productos estrella: Sinovac y Sinopharm y Rusia con su Sputnik V. Ambos países trataran de cubrir con su enorme capacidad de producción las necesidades de todos los países que se están quedando atrás. Y este grupo no es pequeño.
Según The Economist, los países más ricos habrán vacunado a casi 100% de su población vulnerable entre marzo y junio, mientras que el resto de los países de ingresos medios y bajos lo harán el próximo año, esto ha sido denominado por el director de la OMS como un “fracaso moral catastrófico”. Médicos Sin Fronteras calcula que el 97.3% de las vacunas producidas hasta ahora han sido entregadas a los países más ricos. Sin embargo, los términos y condiciones de los contratos con las empresas chinas y rusa tampoco se caracterizan por su transparencia.
La desinformación y la mentira es otro obstáculo no menor. En este campo, el gobierno peruano viene perdiendo la batalla. En los últimos sondeos la población peruana se muestra cautelosa, incluso rechaza, la posibilidad de vacunarse. Lo peor es que este rechazo va en aumento. Hoy, según las encuestas un 48% de peruanos no se vacunaría.
Este es el resultado de tres procesos convergentes. El primero, la acción de grupos ultraconservadores que no dudan en usar argumentos falsos y mentiras para oponerse a la vacunación (a cualquier vacunación); el segundo, está en relación con el origen de la vacuna a ser usada en el Perú. “Es un producto chino” dicen los entrevistados en forma despectiva, y para nadie es un secreto que en nuestra cultura se asocia la mala calidad a los productos de origen chino; la tercera, y más preocupante, es la inacción gubernamental. Una campaña que eduque, persuada, oriente y movilice ha sido uno de los talones de Aquiles de la estrategia contra el COVID y para que esta vacunación sea exitosa… es imprescindible.
Una hiedra que encontraremos permanentemente es el de la corrupción. No faltarán los robos, la sustitución de identidades, el “tarjetaso”, el famoso “no sabes con quién te metes” y, por supuesto, la falsificación y la estafa; para no hablar, del uso de la vacuna para generar (o pagar) favores a siempre presentes “hermanitos” o a argollas similares al “club de la construcción”. Con un sector salud fragmentado como el nuestro, donde coexisten 5 organismos nacionales (MINSA, EsSALUD, Sanidades policial, militar, naval y aérea) y 26 gobiernos regionales, con sus respectivos “ministerios” regionales de salud, la tarea de control y vigilancia del uso de la vacuna se convierte en titánica. El liderazgo, la coordinación, la fiscalización y la vigilancia ciudadana juegan un rol primordial en garantizar que la vacuna llegue a quien más lo necesita… ¡primero!
Finalmente, decidir quién va primero y a quién le toca qué. Esto que no debiera ser difícil y que ya lo debiéramos tener todos claro a estas alturas del partido, se convertirá en un prolongado debate, para el cual no hay respuesta correcta. El gobierno ha anunciado que los primeros en ser vacunados serán los trabajadores de “primera línea” del sector salud. Aunque con problemas para definir exactamente quienes componen este grupo, hay acuerdo general que este grupo va primero. Pero vienen los grupos siguientes.
Ya el gobierno había anunciado que serán las instituciones encargadas de la seguridad, a este grupo se sumarían los miembros de mesa, de acuerdo con las declaraciones de la ministra Mazzetti. Hay voces que incluyen a los profesores entre los primeros. Nos olvidamos de que la vacuna está destinada fundamentalmente para proteger a los grupos más vulnerables y estos son los adultos mayores y las personas con comorbilidades. En ese orden. Son las personas que, de lejos, son las que mayor mortalidad tienen. De hecho, esa es la recomendación de la OMS y así lo están haciendo los países que ya empezaron a vacunar. ¿Por qué hacerlo distinto en el Perú? Si el objetivo es sanitario, la respuesta es clara…
Otro ángulo del mismo problema, pero no por eso menos controversial, será explicar por qué a este grupo le toca el producto “A” y por qué a este grupo el producto “B”, siendo que A es más efectivo o B es más seguro… para no hablar del país de origen. Dado que, como en casi todos los países, la gama de productos es variada, el esfuerzo educativo y orientador del gobierno es clave.
Como se puede ver, aunque nuestro Ítaca parece cada vez más cerca, tenemos aún muchos retos que enfrentar. Esperemos que el gobierno actúe como Ulises y sepa escuchar el consejo oportuno y hacerse de aliados que nos permitan, efectivamente, llegar a nuestro destino.
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