Covid19. La vacuna es solo un paso, saber a quienes vacunar es otro…

Por: 

Víctor Zamora

Un viejo enemigo despierta y causa la muerte de una niña de cinco años y un adulto mayor de 69 en menos de una semana. Ambos en Lima. Se trata de la Difteria, una enfermedad causada por una bacteria que solía ser una de las principales causas de la muerte de nuestros niños antes que cumpliesen los cinco años. El desarrollo de una vacuna efectiva y hacerla accesible de manera universal hizo que desapareciera de nuestras estadísticas. Y no solo esta, sino muchas otras, algunas de la cuales las consideramos erradicadas; por ejemplo, la poliomielitis (cuyo último caso fue reportado en Junín en 1991) y la Rubeola en el 2015. 

El Perú, año tras año, ha aumentado el número de vacunas disponibles para la población, llegando a ser uno de los programas más amplios de las Américas. Protegemos contra 16 enfermedades usando un arsenal de 17 vacunas, a lo largo de toda la vida y la población cubierta con ellas se han mantenido con niveles aceptables a lo largo de los años, en la mayor parte de nuestra población. 

Sin embargo, el debilitamiento progresivo de nuestros establecimientos de salud del primer nivel; la cada vez más evidente escasez de recursos humanos, los cuales, a su vez, se les demanda hacer nuevas tareas; el ingreso masivo de las mujeres al mercado laboral, lo cual reduce las oportunidades de los niños para cumplir con su calendario vacunal; entre otras razones, hacen difícil mantener las coberturas en ese nivel para todas las vacunas, en todas las poblaciones, todo el tiempo. 

Por otro lado, hacer llegar las vacunas de manera oportuna, tanto poblaciones que viven en zonas remotas, como a ciertas urbes, como Lima, una ciudad de altísima densidad poblacional es una tarea cada vez más compleja.  

Todas estas razones hacen que bolsones de diferentes grupos de población queden en riesgo de contraer enfermedades para la cuales hay vacuna, lo que obliga a realizar grandes campañas nacionales de vacunación para poder cerrar estas brechas. El último “barrido” se realizó el año pasado con el objetivo principal de elevar las coberturas contra el Sarampión.

La pandemia por el Coronavirus ha generado que esta brecha se amplíe de manera grave. Las diferentes formas de cuarentena, así como la gran reducción del personal en todo el sistema de salud, especialmente en el primer nivel, afectaron negativamente tanto la demanda, como la oferta de vacunas, especialmente para nuestros niños y adultos mayores. 

Ante esta situación, el 21 de abril, primero y el 28 de julio, después, el Ministerio de Salud adopta las primeras medidas para tratar de revertir esta situación.  En medio de la crisis sanitaria generada por la epidemia se reinician las vacunaciones, especialmente para vacunar a las personas adulto mayores debido al inicio del invierno en la mayor parte del país. 

La campaña del 7 y 8 de este mes era parte de este esfuerzo. Sin embargo, con las alarmas encendidas por los casos de Difteria, muchos puntos de vacunación fueron sobrepasados por la demanda; tanto los públicos, como los privados. En algunos lugares, largas colas desde la madrugada y peligrosas aglomeraciones fueron reportadas. La frustración y las quejas recorrieron las redes sociales y los medios de comunicación. Una vez más, nuestro raquítico sistema de salud enfrenta serios problemas para responder a demandas agudas, como las que hemos vista este fin de semana… y durante toda la pandemia. 

Sin embargo, de esta experiencia podemos extraer algunas lecciones valiosas para lo que será la continuidad de la campaña regular y el mega reto que significará manejar la demanda por la vacuna contra el Covid-19.

La primera lección es que la población, en su gran mayoría, no solo no rechaza, sino que demanda ser vacunada. Esto es una gran oportunidad. En otros países los grupos antivacunas y otros similares ha sido relativamente exitosos en sembrar la duda y rechazo a las vacunas, produciendo enormes daños a la salud de la población. Son estos mismos grupos que se oponen al uso de las mascarillas. 

La segunda lección, que tan importante como comprar la vacuna y todo lo necesario para que sea ofertada (contratar el personal y dotarles de los equipos de protección personal, así como de sus termos, jeringas y otros insumos), lo es el organizar la demanda. 

Las personas a ser vacunadas son parte de varios grupos, unos más fáciles de identificar que otros. Por ejemplo, el personal de salud, militares, policías, profesores son parte de los grupos fáciles de identificar. Sabemos que los vacunaremos a todos y sabemos quiénes son y dónde están. 

Identificar a todas personas con más de 65 años ya es un poco más difícil. Las bases de datos de la RENIEC y otros van a ser muy útiles, siempre y cuando estén actualizados. Igual, será necesario hacer una especie de censo para saber de su ubicación y hacerles llegar la vacuna o indicarles dónde ir. Laborioso, pero realizable. 

La parte más difícil será identificar a todas las personas diabéticas, hipertensas y obesas. Cuántos son y cómo están distribuidos en el territorio.  Hacer un diagnóstico en todo el país. Como no tenemos un sistema único de salud y tampoco un repositorio que nos permita extraer estos datos de una sola base de datos, habrá que levantar esta información en lo que queda de tiempo hasta la llegada de la vacuna. 

La tercera lección es que esta tarea… no la puede realizar el Ministerio de Salud solo. Tampoco todo el sistema de salud. Definitivamente, los trabajadores de salud tendrán que participar para realizar el diagnóstico respectivo, pero es una tarea que rebaza al sector y requiere de la participación de otros sectores y de otros niveles de gobierno. Es una movilización nacional. 

La cuarta lección, aunque parece una verdad de Perogrullo, es que, si esto no se planifica, programa e inicia su implementación con el debido tiempo, lo que hemos visto estos dos días (colas, aglomeraciones, frustración y pérdida de credibilidad), lo veremos multiplicado varias veces. 

Esto debe incluir una poderosa y muy bien organizada estrategia comunicacional. Nos pasó durante la pandemia, nos ha vuelto a pasar hoy. No nos puede volver a pasar con la futura vacuna.  

En resumen, tenemos uno de los mejores programas de vacunación de las Américas, sus logros y beneficios hablan por sí mismos. Los problemas que hemos visto estos dos días se deben a que tenemos un sistema de salud muy débil y que es rebasado por demandas explosivas como las que estamos viendo durante la pandemia o por los casos de difteria. Lo bueno es que la mayoría de la población valora y demanda las vacunas. 

La experiencia de estos dos días nos deja valiosas lecciones que podemos usar a nuestro favor para tener una exitosa vacunación contra el Coronavirus; sin embargo, las tareas son de tal magnitud y de tal complejidad que requiere una movilización nacional y una extraordinaria organización.  

 

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