Covid19. Confusa Cuarta ola ¿Qué hacer?

Por: 

Víctor Zamora*

No importa ya si el viceministro nos dice que la cuarta ola será en julio, lo cierto es que, al menos los que leen este artículo en Lima, Ancash, Junín o Arequipa, tienen un familiar, amigo, colega o vecina que en los últimos días ha dado positivo (nuevamente) a COVID19. 

Efectivamente, esta semana las autoridades sanitarias dieron un espectáculo bochornoso. Primero fue el viceministro de salud pública, quien hace menos de una semana pronosticó que “la cuarta ola se produciría a mediados de julio”, generando, por supuesto, inmediatas críticas por parte de quienes afirmamos que, por el contrario, la cuarta ola ya tiene semanas de iniciada.

La respuesta del MINSA fue sacar otro vocero, al experimentado y muy calificado epidemiólogo, Dr. César Munayco, director ejecutivo del Vigilancia del Centro de Control de Enfermedades (CDC-MINSA), quien, en una entrevista en RPP, señaló que “todavía no hay una cuarta ola porque no hay un incremento de hospitalizados ni fallecidos".
A la fase de negación se sumó el propio ministro de salud, Dr. López, quien, a pesar de reconocer que hay un incremento de casos, estos “no llegan a un 5% como para decir que estamos en una cuarta ola”. 

Sin embargo, los criterios mencionados por el ministro y el Dr.  Munayco, no existen, no están establecidos en ningún documento oficial del sector. De hecho, no hay un solo documento que establezca criterio alguno para definir el inicio o culminación de una “ola”. 

Lamentablemente, dado el nivel de descapitalización técnica que ha sufrido el MINSA durante estos casi 12 meses de gobierno, no es de extrañar que tanto el ministro como el viceministro, ambos sin formación en salud pública ni experiencia en este campo, hayan sido inducidos al error, debilitándose aún más las ya caídas arcas de la credibilidad del MINSA. Esto no es bueno y tiene que ser revertido con prontitud. 

Ante el sofocón, el MINSA decidió cortar por lo sano y el sábado último publicó la alerta epidemiológica N° 15, mediante el cual informa al país que desde hace aproximadamente 10 semanas, efectivamente, enfrentamos un incremento sostenido de casos de COVID19. De hecho, el número de casos se ha multiplicado por seis y, aunque la gran mayoría del incremento se concentra en Lima Metropolitana, este fenómeno también se está empezando a notar en otras 12 regiones más. Casi la mitad del país. 

Un aspecto no menor es que, aunque en estos momentos los linajes prevalentes son el BA.2 y el BA 2.12.1, al parecer, esta 4ta ola sería acelerada por la presencia de los linajes BA.4 y BA.5. El linaje BA.4 y BA.5 tiene particularidades que lo hacen especialmente peligroso. El primero, es que, en el caso de BA.5 se trata de la sub variante más contagiosa que hemos enfrentado hasta ahora. 

La velocidad de los contagios, por otro lado, tendería a incrementarse por tres factores confluyentes: el primero, las precarias condiciones de vida y trabajo de la población peruana (vivienda, transporte, saneamiento, internet, informalidad laboral, etc), segundo, por el invierno especialmente frío por el cual atravesamos (el peor de los últimos 50 años), que obliga a las personas a mantenerse guarecidas en lugares cerrados y poco ventilados. 

El tercer factor, y de hecho el más preocupante, es el aumento de reinfecciones y contagios entre personas ya vacunadas. El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades sostiene que el aumento rápido de casos, producido por ambas sub variantes, se debe a “la capacidad (de las sub variantes BA.4 y BA.5) para evadir la protección inmunitaria inducida por la infección previa o la vacunación, especialmente si esta ha disminuido con el tiempo”. En otras palabras, si creías que por ya haber tenido COVID19 o por ya tener las 3 dosis estabas protegido, en realidad cuanto más tiempo haya pasado de ambos eventos, mayor es el riesgo de volver a contraerlo. 

Otro elemento que genera preocupación es que en todos los países donde se reporta un incremento de casos por BA.4 y BA.5, especialmente Inglaterra y Estados Unidos, también están experimentando un aumento rápido y sostenido de hospitalizaciones. 

La buena noticia es que el nivel de mortalidad se mantiene bajo. Esto se puede deber a que el virus no es tan agresivo como sus predecesores o al factor protector que otorga la vacuna o a la fortaleza de sus sistemas de salud, los cuales se encuentran mejor preparados que el nuestro para atender de manera oportuna y efectiva a sus pacientes. Lo más probable que sea una combinación de todos estos factores. 

¿Cómo nos encuentra en el caso peruano?

En materia de organización y planificación para enfrentar este incremento sostenido (o “cuarta ola”), es difícil decirlo. Lo que se puede afirmar es que, si el MINSA ha producido un plan, este no ha sido, por lo menos, menos publicado.  

En materia de vacunación, la situación tiene claroscuros. En promedio, la cobertura vacunal nacional se encuentra en 65%; dicho de otra manera, aun nos falta vacunar con las tres dosis a 1 de cada 3 personas, esto equivale a 10 millones de peruanos y peruanas mayores de 5 años. Los promedios, como ya sabemos, ocultan a los extremos. En regiones como Ucayali, Huancavelica, Amazonas, Loreto, Ayacucho, Puno y Madre de Dios aun falta por vacunar entre el 50 y 60 % de sus poblaciones.

Si nos enfocamos en los grupos etarios especialmente vulnerables, vale decir, la mayor de 60 años, la situación es un poco más alentadora. En este grupo el porcentaje de compatriotas protegidos con tres dosis alcanza el 78%, aunque en los mayores de 80 solo llega al 74%. 

Ica, Lima Metropolitana, Lima Provincias, Callao, Ancash y Tumbes son las regiones que más han avanzado en proteger a sus adultos mayores, superando el 70% de cobertura vacunal con 3 dosis. El resto del país todavía tiene una tarea ardua, especialmente Ucayali, Huancavelica, Amazonas, Loreto, Ayacucho, Puno y Madre de Dios, que se encuentran muy rezagados. 

¿Por qué es importante este grupo de edad? porque tienen el mayor riesgo de morir. Aunque el discurso general es que la tercera ola fue mucho menos letal que sus predecesoras, en realidad esta afirmación es parcialmente cierta. 

La mortalidad general cayó significativamente en todas las edades; sin embargo, la población mayor de 60 todavía tuvo altos niveles de mortalidad comparados con los otros grupos de edad. La población mayor de 80 continuó siendo duramente golpeada durante la tercera ola. Los datos del impacto en personas mayores de 60 y 80 se pueden observar en la tabla y gráficos adjuntos, ambos producidos por CDC del MINSA.

Por tanto, dado el giro que viene tomando la pandemia, es urgente relanzar y enfocar la vacunación en el cierre de brechas, especialmente en la población adulta mayor, cuyo riesgo de morir por esta enfermedad es 30 veces mayor que la población menor de 60 años. 

Por otro lado, si, como se está dando en otros países, se produjese un incremento de hospitalizaciones, sería deseable tener un diagnóstico preciso del número de camas disponibles para esta eventualidad. Este dato es especialmente relevante dadas las condiciones del sistema de salud de nuestro país.

Los datos del Ministerio de Salud ayudan a darnos una idea general de capacidades instaladas; sin embargo el dato “cama hospitalaria” o “cama UCI”, antes que un dato estático, es un dato dinámico. Una cama hospitalaria no es solamente el catre y el colchón, sino todo lo que ello implica. Por ejemplo, los recursos humanos necesarios para que esa cama de hospitalización funcione como tal. 

Un paciente yacente en una cama, está bajo el cuidado de un equipo de salud conformado por médicos, enfermeros, laboratoristas, químico farmacéuticos, sicólogos, personal auxiliar y administrativo. Otros recursos son los equipos, insumos y medicamentos necesarios para el cuidado de un paciente hospitalizado, entre estos el de la capacidad para proveer oxígenoterapia. Una cama de unidad de cuidados intensivos, como comprenderán requiere mayor nivel de sofisticación.

Por estas razones, sería deseable que el MINSA y los demás subsistemas de salud, informaran al país sobre las verdades capacidades instaladas con las que contamos para afrontar un incremento súbito en la demanda de hospitalización. 

Finalmente, si, como es de esperar que suceda se incrementa el número de contagios, también se requerirán recursos adicionales para el diagnóstico oportuno, la vigilancia epidemiológica y laboratorial, incluida la vigilancia genómica. No hay que olvidar que, durante la tercera ola, aún con 120 laboratorios habilitados para hacer diagnóstico de COVID19, 60 de ellos públicos, la demanda por pruebas diagnósticas superó largamente la oferta. 

En resumen, ante esta situación, anunciar o no el inicio de una cuarta ola, no es un tema menor. Por ello su solo anuncio, realizado ayer domingo, por la autoridad sanitaria, reinstala el sentido de urgencia que parece ya perdido. Y si, además, el anuncio va acompañado de un plan general de acción y el financiamiento que cubra los aspectos sanitarios y no sanitarios de este nuevo episodio (por ejemplo, la educación), aún mejor. 

Pero, un verdadero cambio de rumbo se dará si, para el diseño e implementación de este plan, el ministro recupera, desde dentro de sus canteras (tanto en el MINSA, EsSalud, como en las regiones) la enorme cantidad de profesionales capacitados, competentes, experimentados, que le ayuden a elaborar un plan coherente, basado en evidencias y lecciones aprendidas, así como para dirigir su implementación. 

Señor ministro de Salud, Dr. López, no hemos salido aún de la pandemia, nuestro sistema de salud sigue siendo frágil, no nos sobran los recursos y lo mejor que puede hacer para cerrar las brechas de vacunación (especialmente en adultos mayores), preparar los servicios asistenciales y fortalecer la vigilancia epidemiológica laboratorial, es tener un liderazgo a la vez que profesional, convocante. 

(*) Víctor Zamora: Gerente General de Gobierna Consultores. Coordinador académico del Programa de Especialización en Gobierno y Políticas de Salud – PUCP.