Las dimensiones de la crisis global
Gonzalo García Núñez*
La crisis es una característica histórica y cíclica de la actividad económica mundial. Esta vez adquiere múltiples facetas a una escala global, social, crisis política, cultural, valorativa e ideológica.
Por lo pronto a dichas facetas se les añade una de las grandes preocupaciones del siglo, una nueva dimensión de la crisis radica en el calentamiento de la tierra, el cambio climático, nuevos y peligrosos descubrimientos de la geotecnia planetaria.
Ríos desbordados, calentamiento de los mares, cursos de agua alterados, océanos en riesgos, cumbres del deshielo, lluvias y deslizamientos, aludes se juntan a sequias, anomalías del aire, nuevos fenómenos de la atmósfera, entre otros elementos del sistema global que se mueven, cambian y modifican las condiciones de funcionamiento del par hombre-naturaleza.
Inundaciones, tifones, huracanes, vientos, el aumento del nivel de los mares es causa y retroactivamente efecto de las mayores perturbaciones climáticas del siglo. Estas se miden, como forma reducida, por la variación de la temperatura global.
Estos son (letales) fenómenos crecientes que estudia el GIEC, generan daños económicos inestimables en el régimen de siembras, arruinan cultivos, destruyen cosechas.
Los precios de los alimentos sufren las consecuencias de la escasez y cuestan más caro. Inflación. Por lo que, en lo social, los trabajadores necesitan más ingresos para equilibrar la canasta de bienes indispensables a la subsistencia. Pugna distributiva, alzas de costos y precios. Tensiones políticas fruto de la movilización de sus intereses.
Los precios de la energía también son gatillos de crisis. En efecto la transición de los combustibles fósiles -que se quieren reducir a otra mezcla menos contaminante de la matriz de abastecimiento “renovable”- electricidad, viento, solar, mareomotriz, geotermia, biotecnologías- tiene un indudable costo de inversión de lo verde -en ascenso mientras dure la etapa de descarbonización agresiva a la que obliga el calentamiento global.
Afecta, entonces, los precios de las materias primas para abastecer la demanda de los productos intermedios de los molinos, los paneles solares, las baterías de vehículos eléctricos, la educación en nuevas técnicas. Caso del cobre, pero también del litio, el oro, el nickel, los metales industriales, entre otros.
Si sube la demanda, a oferta invariable, alza del precio. Inflación. Hay, además un costo de recuperación social de los dejados botados por el progreso y otro costo por incluir a los que no se les ha dejado entrar al pabellón de la colonialidad. Costo social adicional hecho de transferencias y asistencia.
Y también suben los precios por insuficiencia de suministro, en esta etapa, del petróleo, presión que se transmite por todos los canales de precios al resto de la economía mundial. En realidad, presión que se origina en la distribución del poder, hegemonía política y autoridad de cartel económico.
Por lo tanto, la economía vive una crisis de un impacto multidimensional marcada por un déficit particular: insuficiente oferta global, de una parte y la nueva tensión de demanda de insumos básicos e intermedios para la formación de los costos primos de los nuevos productos globales en relocalizadas sedes de la nueva industrialización.
Viene también el impacto sanitario de la pandemia del covid-19. En los últimos dos años este crimen sanitario global ha reducido de modo permanente la oferta de brazos. Ha creado también dramáticos cambios en la migración continental de personas que huyen de las perturbaciones creadas por la quiebra de las cadenas de suministro de los fármacos en el periodo de la mascarilla.
Y han desatado paradojas como el incremento del déficit de la oferta laboral en países como los EEUU. Carencia de trabajadores y multimillonarias compras de concentradas empresas planetarias por magnates billonarios. Personalización del gap de la riqueza mundial.
Llover sobre mojado, el conflicto de Rusia con Ucrania en tiempos de pandemia ha desorganizado los mercados de combustibles, gas, etano, metano, petróleo crudo, gas licuado, Y restructurado los mercados de macro insumos agrícolas - trigo, maíz, soya, aceites, lácteos, la cadena NPK del agro, fertilizantes, urea, nitratos, fosfatos entre otros. Inflación. Crisis social rural.
Además, se han elevado las tarifas de transporte marítimo, aéreo, tierra y urbano y los precios de inventarios de entrada, proceso y distribución han saltado hasta el techo. Mas inflación.
Y anuncios como la posibilidad del retorno de la covid-19 con cierres focalizados en Shanghái-China no hacen más que crear nuevas condiciones de inestabilidad de los flujos internacionales y locales de mercancías, tecnologías y servicios.
Al respecto la estructura de acoplamiento industrial y comercial de China con los negocios norteamericanos, cuidadosamente cultivados en los últimos treinta años, corre el riesgo de estallar en conflictos fragmentarios.
Hay un riesgo político de una “nueva guerra fría” que abrase los canales de transferencia tecnológicas, comercio de datos e información.
Hay el riesgo de una política internacional que balcanice la economía global, dando a luz un mundo proteccionista, lleno de espacios territoriales cerrados, militarizados, menos comunicados entre sí, amenazados por guerras cibernéticas, el retorno a la guerra nuclear, cuyos costos de seguridad irán sin duda a la formación de costos de funcionamiento de los Estados y las empresas translocales. Volver a la cultura de los 50 del siglo pasado.
Menor crecimiento en un mundo inflacionario e inseguro en que los poderosos desbordados ya no pueden gobernar, pero los excluidos no tienen todavía las fuerzas necesarias para remplazarlos.
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* Es ingeniero peruano de la Universidad Nacional de ingeniería, profesor Principal de la UNI, Antorcha de Habich, diplomado del centre deludes des programmes economiques de Paris, doctor en economía, ex director de Banco Central de Reserva, ex presidente de la CAN, ha sido candidato a la primera vicepresidencia.