Vientos recesivos
Gonzalo García Núñez
La economía política de la postpandemia
EEUU se adentra en la riesgosa política antinflacionaria. Como es bien sabido, la tasa de inflación promedio del país del tío Sam subió hasta casi diez por ciento anualizado en este año de pandemia.
En consecuencia y para luchar contra el sostenido incremento de los precios está implementando una política de freno de mano, levantando la tasa de referencia de la FED en sucesivos trancazos, el mas reciente de 75 puntos básicos, hasta una zona “neutral”.
¿Qué está pasando?
Primero vino la política de intereses negativos, cero o muy bajos para estimular la expansión de la oferta monetaria y sacar a la economía de la crisis.
Fue el tiempo del cuantitative easing. Inundación de dólares. Medidas de aumento directo de medios de pagos a través de los propios bancos centrales y el sistema bancario.
Se trataba de revivir un paciente desfalleciente. Hubo de todo, lo que se puede resumir en tiempos de “plata fácil”. Después se recogería el dinero y esterilizado se llegaría a una posición neutral, ni mucho ni poco estímulo monetario.
Como el asunto no fue automático vinieron tímidos y luego cada vez más osados aumentos de tasas para el frenazo.
Se les paso la mano: Vino la recesión- técnica, cuando se acumulan dos trimestres consecutivos de caída del producto- o cuando la demanda colapsa y al caer se apaga el festival de tarjetas de créditos, hipotecarios baratos, abaratadas ventas de automóviles y tasas bancarias prometedoras para el endeudamiento privado.
Todo esto debiera parar la inflación, al costo de los despidos y mayores recortes de tasas.
¡Pero no, ay! Como diría el poeta universal. la inflación USA siguió en ascenso, hoy bordea el diez por ciento. El Perú empata.
El afeite del mercado financiero se extendió a los contratos de las materias primas, caso doloroso del cobre, pero también a las bolsas de valores, incluyendo las que cotizan valores tecnológicos.
Comenzaron a trabajar en negativo las cadenas de transmisión del petróleo, el trigo, el maíz, el aceite de soya… y como es ya evidente para todos, las guerras incendiaron las cadenas de suministro globales creando fogatas de precios.
La desmultiplicación de precios se demora y los esperados amortiguadores de precios tardan. Peor si los gringos encuentran un refugio turístico en Taiwán para calentar las fronteras chinas. Notable desafío para los países progresistas.
En suma, crecen los precios, decrece la demanda y se apagan los impulsores financieros. Ello implica importantes cambios de ponderación de las monedas que se usan para el comercio y las finanzas, en especial la sensacional igualación del dólar por el euro, la operación de una moneda de hecho, caso del rublo, y en el caso de nuestra Sudamérica un zafarrancho de apreciaciones y devaluaciones monetarias, inclusive entre países que comparten extensas fronteras.
El riesgo de esta nueva crisis que -curiosamente- exceptúa el salario y el empleo en EEUU., (efecto pandemias) es que la confusión mundial que ha producido la crisis golpee a la maltratada economía peruana.
¿Señales?
Si, la espectacular caída de la libra de cobre, el zinc, metales, nuestros principales ítems exportables. O dificultades patentes en el encarecimiento de insumos agrícolas, la cadena del pan, el circuito productivo del pollo, el llenador arroz, la infaltable margarina.
Si bien el sector externo se porta todavía bien no hay que descuidar la posibilidad que la erosión internacional se agrave y grandes consumidores achiquen los carnets de pedidos.
Mientras tanto nuestro instituto emisor también ha subido la tasa de referencia y lleva el crédito interbancario a niveles nunca vistos desde hace dos décadas.
El MEF acompaña con una sensacional performance que reduce el déficit fiscal virtualmente a cero en un año, actuación contractiva que será recordada por años, gracias al excepcional ingreso del rally de precios de exportación.
Lo que no se entiende bien es para que el MEF se endeudo con el mercado externo cuando los dólares le llegaban a la altura de la nariz.
Las reservas internacionales del país, aunque levemente afectadas siguen siendo muy fuertes en relación a nuestros países vecinos y el riesgo país es mucho menor al latinoamericano, siendo que el crédito privado se ha movido poco y el mercado pymes sigue activo pero amortiguado por la política contractiva tanto del BCR como del MEF.
Mientras el mundo se incendia aquí seguimos jugando al rey momo.