La izquierda peruana ante un reto formidable

Por: 

Marco Antonio Huaco Palomino

La situación de un Perú actual, lleno de riesgos y de imprevisible futuro amerita una seria y profunda reflexión; diálogos abiertos y espíritu plural. Recuperar el sentido de nación, buscando hacer acopio de responsabilidad ciudadana y espíritu de renuncia. Que tengamos la generosidad de anteponer, cada quien, legítimas expectativas y atendibles razones, poniendo por delante el interés de la patria, de nuestro país.

Con este espíritu y propósito Otra Mirada comparte la reflexión de M. Antonio Huaco Palomino, sobre las actuales circunstancias. 

La situación general para "la" izquierda peruana se ve, en perspectiva, bastante comprometida. Ya sabemos, la sociedad juzgará a "la" izquierda por lo que suceda con este Gobierno. Y no hay ni habrá forma de quitarse de encima el fardo de su fracaso, ni parece tampoco que haya recursos internos para evitar el desastre.

Los termocéfalos de siempre no ayudan ni dentro de Perú Libre, ni dentro de su bancada, ni dentro del Gobierno... demandan a los demás un suicidio del sentido común y "disciplina" bolche, digna de mejores causas, pero tan solo para dar aire y soporte ciego a mediocres como Bellido.

"Cuando criticas, debilitas al gobierno" nos dicen, pero no dan ni una pizca de batalla en sus propios espacios internos. Agachaditos reciben su puestito público y listo, luego piden a los demás "colaborar" y "no hacerle el juego a la derecha".

Castillo ya rompió con Cerrón hace semanas. El Gabinete está partido en dos, la bancada de PL está rota en dos igualmente.

Mientras tanto, otros sólo miran calladitos para que no los boten de la mesa: Nuevo Perú, Juntos por el Perú, Frente Amplio, Antauristas, figuras de izquierda individuales, prefieren quedarse con los puestos del Poder Ejecutivo y quedarse "mutis", de costadito, calladitos frente a la bronca entre Castillo y Cerrón.

Prefieren "las buenas maneras", dulces, edulcoradas. Pero desde luego que no se trata de ventilarla en la interna, ni de amor al Perú, ni de apoyo al Gobierno de izquierda, sino oportunidad salarial y punto. De retener cuotas de poder e influencia, de "poner a los patas". No hay miras políticas de largo plazo donde hay precariedades personales, imposible.

Y tampoco se observan posibilidades objetivas de una enmienda endogámica por parte de ninguno de los actores: ni de Castillo ni de Perú Libre.

O sea que desde adentro no vendrán los cambios, sino desde afuera. ¿Pero qué "cambios"?...

Castillo ya está dando muestras de derechización. Varias. Y es una derechización rocambolesca, teñida de verborrea telúrica mediocre, con soporte humano del Conare-Movadef, quienes se muestran más claudicantes que nunca (fieles a ese "acuerdismo" de Guzmán e Iparraguirre, que recibían tortitas de cumpleaños de Montesinos). Siempre ha sido así: ultraizquierdistas que terminan más conversos que los propios derechistas. He visto a tantos así. Incendiarios que se convierten -con retórica y todo- en bomberos.

Si no hay vacancia, Castillo terminará siendo la mascota tolerada de la derecha, va en ese camino. Y no hay fuerza de izquierda competente, comprometida, con actitud, de principios, que les haga un buen control y contrapeso a esas tendencias.

Ni desde adentro ni desde afuera

Porque Perú Libre, es un remedo de partido bolchevique guiado por un pseudo marxismo absolutamente incompetente, subjetivo, descontextualizado, infantil, que sería cómico si es que no fuera trágico. Lenin, aquél gran estratega, se revolvería en su tumba de saber que estos tipos se alucinan sus obedientes seguidores.

Cerrón es un gran líder, pero uno típico de las tradiciones caudillistas radicales, de aquellos generales narcisistas que al final se quedan sin tropa, derrotados y aislados. Confiado totalmente en su aparato partidario, sin confiar en las masas que dice representar. Lo de toda la vida. También es algo muy viejo y antiguo en la izquierda. Se lanzan a la confrontación y al combate sin haberse organizado con los actores colectivos.

¿Y los Antauristas?, convertidos en una masa de rufianes oportunistas cada vez más invisibles. Parecían una fuerza espartana revolucionaria pero siempre carecieron de verdadera cohesión colectiva, por culpa del psicópata caudillo. No son una milicia, son una banda.

Y el FREPAP, lo mismo que el Frente Amplio, disolvieron su promesa radical en el marasmo de lo institucional, de "lo técnico", de lo políticamente correcto, de su burocratización y del continuismo. Con ese miedito de ser terruqueados.

Pareciera que no hubiera alternativas radicales realmente competentes y capaces, a pesar de tener objetivamente todo a su favor: manejo del aparato de Gobierno, de una bancada numerosa, respaldo de sectores poblacionales, propuestas de gobierno ya elaboradas, apoyo internacional y el beneficio de la novedad.

En fin. Si no sucede algo distinto, será imposible quitarse de encima este fracaso como sucedió con la experiencia Villarán en la Alcaldía limeña. Peor si esta vez el fiasco es nacional.

Pero las expectativas sociales, sobre todo las regionales, seguirán peligrosamente embalsadas y desatendidas por gobiernos de derecha, brutos, egoístas y necios, expertos en meterle gasolina al fuego.

Ese vergonzoso co-gobierno de izquierda debe terminar. Deben estar dispuestos a arriesgar sus cuotas de poder para pechar a Castillo y a Cerrón, e instarlos a cumplir con la agenda de transformaciones precisas y concretas que la izquierda ha definido hace tiempo mediante sus organizaciones políticas, ciudadanas y sociales.

De que ya se sabe lo que se tiene que hacer, ya se sabe. Pero se necesita saber hacer política para lograr hacerlo... No lo que estamos viendo.

Y tristemente, no parece que la Asamblea Constituyente sea ahora una opción sensata. No con esos monos con metralleta que Castillo y Cerrón colocan esmeradamente en puestos de decisión. Esa necesidad pareciera que debiera postergarse una vez más, esta vez por propia incapacidad de "los políticos" de saber recoger las agendas constituyentes que ya están claras para las organizaciones e instituciones sociales.

No obstante, todo, nunca me arrepiento de haber votado por Castillo en lugar de por Fujimori. Y no por "cojudigno". Quienes conocemos al fujimorismo sabemos lo que representa, el enemigo oscuro y formidable que representa. Con Keiko Fujimori no existiría absolutamente ningún contrapeso ni en la prensa, ni en el Congreso, ni en el Ejército, ni en ningún lado, contra su poder totalitario. Y finalmente la economía seguiría también la mala suerte de la política, y peor en manos de esa mujer narcisista, violenta y vengativa. Y la sangre para sacarla la tendríamos que poner nosotros.

Pero a Castillo lo sacan mañana y en el Perú, más allá de Lima, no pasa nada. Así que nada del "yo te dije", "recién te das cuenta", "ahora te arrepientes". No