El paro del 10 de octubre

Por: 

Walter Romero

Es usual decir que Lima no sabe parar. Pero esa es una verdad a medias. Lima, ante sus problemas concretos, sí para; sí sabe parar.

En Lima, hace rato han decaído las luchas sindicales. Es cierto. La mayoría de trabajadores de la capital no están sindicalizados. En Lima, hace rato que han decaído las luchas barriales. Es cierto. La mayoría de barrios de la capital han dejado de ser "pueblos jóvenes". En Lima, hace rato que han decaído las luchas políticas. Es cierto. Ya no hay en el país partidos políticos con arrastre de masas, ni reconocidos líderes con capacidad de convocatoria. Por todo ello, Lima se volvió algo apática para las luchas sindicales, barriales y políticas. Eso es cierto.

El Dr. Emiliano López, un abogado muy observador de nuestra historia, señalaba que la más grande movilización del pueblo limeño del siglo XIX fue el 2 de mayo de 1866, día del combate del 2 de mayo. Y luego señalaba que la más grande movilización del pueblo limeño del siglo XX fue el 19 de julio de 1977, día del histórico paro nacional de esa fecha. Lima no para siempre, pero cuando para, es determinante en la historia del país.

El paro del 10 de octubre del 2024, como paro, fue contundente, aunque, como movilización, estuvo lejos, muy lejos de lo ocurrido en 1977. A nuestro entender, paró el 90% del transporte público de pasajeros; paró el 90% de los mercados; se suspendieron las clases presenciales en todas las universidades; y se obligó a la suspensión de las clases presenciales en todos los centros educativos de la capital. La afirmación del gobierno que ese día fue un día normal es una completa falsedad. Fue un día de paro masivo, posiblemente el paro más grande de Lima en el presente siglo. Sí, fue un día de paro pacífico, pero que de ninguna manera puede ser confundido como un día normal.

Es que el motivo del paro no es imaginativo ni caprichoso: es la falta de garantías para el trabajo y la vida de los trabajadores; es ponerle un alto al crimen organizado, al terrorismo delincuencial de la extorsión y el sicariato que hace rato tomó nuestras calles; es la defensa de la seguridad ciudadana y el derecho a la propiedad y al trabajo. Acusarla de estar politizada, porque en su convocatoria y su desarrollo participaron algunos partidos políticos, denota pobreza mental y es una calumnia.

El paro del 10 de octubre, sin duda, es trascendental y eminentemente político. Y es así porque pone en el centro del debate la validez o la invalidez de la "democracia representativa" ante los problemas del país. Los representados, - (el pueblo)-, piden anular leyes pro delincuencia; los representantes, - (los congresistas)-, les dan las espaldas. Es sobre esa base que el pueblo empieza a exigir con nuevos bríos "que se vayan todos" y empieza a organizarse en una poderosa "coordinadora nacional de la lucha".

Lima paró en seco el 10 de octubre del 2024. Algo grande ha sucedido, en el país, y para el país, ese día. Pronto veremos, con claridad, la dimensión de lo ocurrido.