Alejandro Narváez Liceras
La inseguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas se ven agravadas por los niveles de desigualdad altos y persistentes en cuanto a ingresos, productivos y servicios básicos (salud y educación), en sentido más amplio el acceso desigual a la riqueza. Mientras estas causas persistan, el buen deseo de hambre cero, seguirá siendo inalcanzable.