Vamos con todo a la geopolítica de la vacuna
Humberto Campodónico
Javier Diez Canseco y Manuel Dammert in memoriam
Los países no tienen amigos, solo intereses
Todos sabemos que no es posible reactivar la economía cuando al mismo tiempo tenemos la pandemia en pleno desarrollo. El contacto social, necesario para toda reactivación que se precie de serlo, es necesario: en el transporte, en los servicios, en los colegios, en los restaurantes y mercados, etc. Y eso trae contagios.
Como no tenemos inmunidad de rebaño necesitamos la vacuna, que nos proporciona esa inmunidad no porque no haya infecciones, sino porque éstas ya no nos matan. Es el arma que usan ahora todos los países, sobre todo los industrializados, que han acaparado las vacunas en proporciones impresionantes.
¿Alguien decía que la pandemia nos traería una “nueva normalidad”, que los lazos solidarios ocuparían cada vez mayores espacios en las relaciones entre países y, también, dentro de los países? Pues nada que ver. El mundo sigue igual. Es “business as usual”, camaradas.
Nuestros gobernantes nos han fallado, pues no se consiguieron las vacunas a tiempo. Solo las tenemos a cuenta gotas. Ya llegará el momento de establecer responsabilidades, que incluso pueden ser penales. Pero por el momento debemos hacer las cosas lo mejor posible para que la pandemia no siga matando.
Y no lo estamos haciendo bien. Lima ha bajado la calificación de “extremo” a “muy alto” y se ha abierto la economía. Nadie sabe bien por qué, ya que el número de fallecidos y contagios sigue altísimo. Disculpen: sí sabemos por qué. Por la gran presión para reactivar la economía, la misma que le ha ganado a la salud. Miremos Europa. Y también aquí nomás, a Chile, que acaba de poner en cuarentena al 70% de la población. Y eso que ellos ya han vacunado al 31%, mientras que nosotros apenas superamos el 1.5% de la población. Sí, uno punto cinco por ciento.
Y la situación se va a poner peor porque las aglomeraciones -fuente de contagios- van a continuar en Semana Santa y luego en las elecciones del 11 de abril. Los ciudadanos vamos a tener que tomar todas las precauciones porque poco se puede esperar del actual gobierno. Eso tiene que cambiar. Si es necesario, y lo es, se deben poner en marcha las medidas que planteen los médicos y los epidemiólogos. Si el confinamiento es necesario, tendremos que llegar allí. ¿O queremos ser el Brasil de Bolsonaro?
Y llegamos acá al problema de las vacunas. Como se aprecia en el cuadro, en el Primer Trimestre debieran haber llegado 3.77 millones de vacunas para 1.88 millones de personas (son dos dosis por persona).
Solo han llegado 1.77 millones de vacunas. Han llegado todas las de Pfizer, que es una pequeña cantidad (770,000 dosis). Y de los 3 millones de Sinopharm solo ha llegado un millón. Ha dicho el presidente que ha habido demora y se han “reprogramado”.
Para el II Trimestre debieran llegar 18.7 millones de dosis, 12 millones de Sinopharm, o sea el 66% del total (a lo cual hay que sumarle los dos millones que no llegaron en marzo). También deben llegar 5.5 millones de dosis de Pfizer (hasta ahora está cumpliendo) y 1.2 millones de Astra Zeneca a través de Covax Facility: aquí podría haber retrasos pues Astra Zeneca está muy cuestionada en Europa.
Resumiendo: si todo sale como planeado, a fines de junio se habrían vacunado 11.2 millones (1.88 + 9.35), el 29% del total. Si nos comparamos con Chile, otra vez salimos mal parados. Ya dijimos que se ha vacunado el 30% de los 19 millones de chilenos y se espera que a fines de junio ya esté vacunado el 80%. Aun así, este fin de semana comienza un confinamiento en 42 comunas, de las cuales 21 pertenecen a la Región Metropolitana de Santiago.
OK. Concentrémonos en tener vacunados a los 11.2 millones de peruanos a fines de junio. Para ello, debemos asegurar que lleguen las vacunas de Sinopharm. El gobierno debiera lanzar una ofensiva diplomática (quizá ya lo esté haciendo) en la cual se ponga al centro la importancia de Perú en las relaciones económicas, comerciales y de inversión. De los US$ 115,000 millones de inversión extranjera directa en el Perú, US$29,500 millones provienen de China, sobre todo en minería e hidrocarburos.
Está en construcción el nuevo megapuerto de Chancay por un consorcio de la estatal china Cosco Shipping (70%) con Volcan (30%) con una inversión de US$ 3,000 millones. Dice China que esta es la primera gran obra, en América Latina, de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que su gobierno lanzó hace unos años para unir China con el resto del mundo.
¿Es que no podemos invocar al Presidente Xi Jinping los lazos de amistad y de intereses -que datan de 1848, cuando llegaron los primeros migrantes chinos a nuestro país- para que las vacunas lleguen a tiempo, incluso en cantidades superiores a las ya pactadas? El gobierno ha desmentido que el gobierno chino esté “demorando” la entrega de las vacunas por el “vacunagate” del gobierno de Vizcarra.
El tema no es solo con China, pero sí el más importante. Está la vacuna rusa Sputnik. Y también la vacuna “Soberana” de Cuba, que ya comenzó la fase 3 y está vacunando a 150,00 cubanos a partir de esta semana.
No queremos ser el Brasil de Bolsonaro, donde están muriendo 3,250 personas por día. Presidente Sagasti tome nota: la salud viene primero que la economía. Sin derrota de la pandemia la reactivación es una ilusión. Y sabemos también que no hay “nueva normalidad”. Hay la geopolítica de la vacuna. Los Estados no tienen amigos, solo intereses. Esa es la “realpolitik”. Entremos de lleno a esa geopolítica, de una vez. La segunda ola está en pleno apogeo y podría venir una tercera. La vida de millones de peruanos y peruanas no puede estar en juego.