Qué nos espera el 2018
Salomón Lerner Ghitis
Seríamos más optimistas al iniciar estos pronósticos, pero lamentablemente el canje del indulto por la permanencia de Pedro Pablo Kuczynski en los últimos días de diciembre, puede promover situaciones políticas inesperadas que alteran el futuro económico de los próximos meses.
En lo social, es poco lo que el presupuesto 2018, aprobado en el Congreso por las dos fuerzas más importantes (Fuerza Popular (FP) y Peruanos Por el Kambio (PPK)), pueden dar de margen en la lucha por reducir la desigualdad o en los programas sociales, en especial salud, vivienda e infraestructura, además de agua y saneamiento para los más necesitados del país.
En la política, podría iniciarse un gobierno de coalición entre una minoría de fujimoristas, apristas y lo que resta del partido de PPK, a la que se iría probablemente incorporando -sobre todo en lo que se refiere a acciones económicas- la mayoría fujimorista.
Los tres ejes en los que se basa el progreso del año 2018 se resumen en: reconstrucción del norte, juegos Panamericanos y destrabamiento de los proyectos de la Refinería de Talara, Línea 2 del Metro de Lima y Proyecto Majes –Sihuas. Lejos de alcanzar solución a otras grandes obras que pudieran acelerar el crecimiento económico como Chavimochic III, Alto Piura, aeropuertos Jorge Chávez y Chinchero o el Gasoducto del Sur Peruano.
Planteada las alternativas, seguiremos apostando por el incremento de los precios de minerales, especialmente cobre, zinc y plata. Existen, sin embargo, sectores que si este gobierno -incapaz en sus primeros 18 meses de apoyar a sectores productivos como la agroindustria, construcción de viviendas populares, telecomunicaciones, forestal, turismo y gastronomía – pudiera darle mayor impulso promoviendo inversiones, reduciendo trámites, dando muestras de interesarse por la diversificación productiva, podría aportar al incremento de 1 a 1.5% del PBI, creando mayor empleo formal y ajustando un salario mínimo vital más justo que incrementaría los sueldos de la clase trabajadora formal del país.
Por último, cualquier esfuerzo que no se acompañe con un incremento no menor de 3 puntos del PBI en los ingresos tributarios, trastocaría las posibilidades del país de lograr reducir el déficit fiscal, el ciclo expansivo de la economía que el BCR no aplica.
Con exoneraciones tributarias que alcanzan más del 2% del PBI y elusiones y evasiones por otro 3%, no permitirán que el camino hacia el 2021 de intentar acceder a la OCDE se pueda cumplir, estaremos cada día relegándonos de alcanzarlo y se incrementaría en el país el empleo informal y la migración de más peruanos a lugares más competitivos en sueldo, salarios y beneficios sociales.
Estos últimos pronósticos añadidos al embate de la corrupción y la insatisfactoria performance de nuestra clase política, nos señalan un escenario de poco optimismo y de mucha preocupación en no retroceder a ampliar la desigualdad, el trabajo informal y la falta de expectativas a 400 mil personas que desean ingresar cada año al mercado laboral.
El crecimiento proyectado de 3 a 3.5% del PBI no alcanzaría a dar empleo formal a este contingente de nuevos demandantes de trabajo e incrementaría el 65% de informales en el país, metas muy lejanas a las mínimas requeridas para encaminarnos a ser elegibles para ingresar a la OCDE.
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