Ernesto Blume Fortini, ¿Un caso patológico, de fanatismo político, o de pereza mental?

Por: 

Germán Vargas Farías

Las declaraciones del ex presidente del Tribunal Constitucional (TC), Ernesto Blume Fortini, en un programa que conduce el periodista Martín Riepl en RPP, han causado indignación, preocupación y pena.

Sin que se le pregunte, y a casi dos años del asesinato de 50 personas y de las graves lesiones ocasionadas a cientos más de ellas, Blume contó, como ufanándose, que él pidió, no, exigió, a la presidenta Dina Boluarte, aplicar más represión contra quienes salieron a las calles a protestar entre diciembre 2022 y febrero 2023.

«Yo le he exigido abiertamente en esa época, sea usted más dura con esa represión. Era más blanda al principio», dijo el exmagistrado, indicando que se trataba de revoltosos subversivos, que armaron un escándalo nacional y aniquilaron a algunos oficiales. Todo dicho sin rubor, y pese a la existencia de diversos informes de instituciones especializadas e independientes que han investigado los hechos, constatando que se trató de represión indiscriminada, uso desproporcionado de la fuerza por agentes de seguridad del Estado peruano, con serias evidencias de la comisión de ejecuciones extrajudiciales.

No sé si alguna vez Blume fue un hombre de derecho, es decir si adhirió realmente a los valores de la justicia, la dignidad, la libertad y la solidaridad, pero en más de una ocasión se presentó como tal.

Habiendo sido magistrado del TC durante ocho años (mayo 2014 –mayo 2022), tuvo varias ocasiones en las que expresó lo que aparentemente eran sus convicciones. Así, con ocasión de las Cuartas Jornadas de Derechos Humanos realizadas en mayo 2015, en Piura, se dirigió a los asistentes, mayoritariamente estudiantes, para exhortarles a defender la permanencia del Perú en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, ante quienes insisten en que se aparte para no someterse a sus fallos.

«Los jóvenes tiene que organizarse para tener una representación en la sociedad civil, que les permita salir al frente cuando alguien osa cuestionar el Sistema Interamericano y pretender que el Perú se aparte», les dijo, reprendiendo a quienes proponían apartarse del sistema.

«¿No conocen lo que ha costado al Perú llegar a un sistema de protección de esta naturaleza? Hay que entender que estos sistemas no distinguen credos políticos, ven a la persona como una individualidad que debe ser respetada y tiene derechos, no importa si es terrorista o no. Si esa persona fue violentada en sus derechos, esa persona debe ser reparada en esa afectación», refirió, en un lenguaje que ahora él mismo llamaría caviar.

El mismo Blume, ya como presidente del TC, el año 2019, dijo en su discurso con ocasión del vigésimo tercer aniversario de la institución, que «El Estado Constitucional se estructura partiendo de la persona humana y los derechos que son inherentes a su naturaleza, denominados derechos humanos, y es a partir de la persona humana, entendida también como valor y principio, anterior, superior y razón de ser del Estado, que se estructura todo el orden político, jurídico, social y económico de la sociedad», y pidió, en su condición de Presidente del Tribunal Constitucional, «… garante de la Constitución, de la constitucionalidad de las leyes y defensor de los derechos fundamentales o derechos humanos, que en todo accionar público o privado se actúe con el ejemplo y se respeten escrupulosamente los derechos de las personas y pido especialmente a todas las autoridades de las instituciones y organismos del Estado que evitemos las confrontaciones, evitemos toda forma de violación o afectación de los derechos fundamentales».

¿Cómo así, ese señor, que fue presidente del órgano supremo de interpretación y control de constitucionalidad en nuestro país, y que parecía tener las cosas claras, devino en un paranoico que en sus delirios todo ve, o le parece, caviar?

¿Cómo entender que ese magistrado que clamaba por unidad y diálogo, y llamaba a todos los actores sociales y políticos, a actuar con la voz de la razón, la haya puesto a un lado para convertirse en un fanático que justifica la arbitrariedad y el crimen?
¿Usted qué cree?

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