La Gran Coalición
Mesías Guevara Amasifuen
La coyuntura que vive el Perú es crítica y está caracterizada por las acciones de diferentes actores, donde sus intereses personales o de grupo están en dirección contraria a los de la nación. La más notoria es la tóxica relación que ha establecido la presidenta de la república con el congreso, cuyo objetivo es sobrevivir hasta el 2026 garantizando un relevo presidencial y congresal a su medida, sin importar el costo político, económico y social, para ello están implementando una estrategia de demolición de nuestra débil institucionalidad y copándolo con personajes que siguen a pie juntillas sus consignas. Han dejado de lado su posición ideológica confirmando la frase: “Los extremos se juntan”. Se han juntado para copar al tribunal constitucional, corroer la SUNEDU, infiltrar a la defensoría del pueblo, convertir al ejecutivo en un satélite del congreso, amedrentar al sistema de justicia e intimidar al sistema electoral, para impulsar cambios en la constitución aprobando la bicameralidad como una reelección asolapada. Han roto el equilibrio de poderes convirtiendo al congreso en el epicentro intelectual de la demolición y en un instrumento antidemocrático haciendo que pierda su esencia y razón de ser.
Todas estas acciones han generado una inestabilidad política provocando una tensa calma y conflictividad social latente a nivel nacional la misma que ha impactado en el crecimiento económico y en el costo de vida. No les ha importado que ese impacto haya afectado a millones de peruanos que han perdido y están perdiendo sus empleos, tampoco les ha interesado que muchos aún no se han recuperado de los estragos que les ha ocasionado la pandemia. Son insensibles ante el mal desempeño del ministerio de salud el cual sin reparo alguno ha sido entregada como parte de una repartija, más les ha importado cumplir con la distribución de la cuota de poder, a cambio de los votos que tienen en el congreso. Solo piensan en el corto plazo por eso al ministerio de educación la han entregado a los ultraconservadores, olvidando que es urgente formar ciudadanos con principios y valores para que puedan actuar en la sociedad con libertad plena.
Lo que actualmente estamos viviendo en su momento Jorge Basadre de manera profética expreso lo siguiente: “...Los podridos han hecho y hacen todo lo posible para que este país sea una charca…”. En esa charca que hoy nos están convirtiendo, no hay lugar para: La institucionalidad, las buenas costumbres, la meritocracia, la transparencia y la solidaridad. Constituye el reino del mercantilismo donde sólo importa obtener ganancias y satisfacciones personales, para ellos el Perú es un botín al que hay que desvalijar con impunidad, en su vocabulario no existe el bien común menos la solidaridad. En esa charca los opinologos actúan de manera agresiva, quienes a través de diversos medios de comunicación masiva destilan sus comentarios con información sesgada e interesada, en lugar del argumento usan el insulto y la descalificación. En la charca construida desde el congreso el diálogo no existe porque ha sido copada por la amenaza, la política ha sido judicializada y la justicia politizada generando un círculo vicioso, con objetivos nada santos.
Ante esta situación surge la pregunta ¿Qué hacer?, sin el ánimo de ser el dueño de la verdad me animo a proponer que se debe conformar una gran coalición sobre los nobles ideales y principios éticos, que vaya más allá de las posiciones ideológicas e intereses empresariales, el objetivo debe ser rescatar la democracia para luego consolidar un gobierno que sea eficaz y transparente, orientado por las virtudes humanas más elevadas como la justicia, libertad y solidaridad. Para ello es necesario realizar una gran movilización social entorno a una agenda que sea consensuada, pero evitando que sea dispersa y ampulosa, el punto central debe ser el adelanto de elecciones, aunque algunos creen que primero se tienen que hacer reformas electorales, sin embargo, olvidan que estas sólo se producen en el congreso de la república, lo cual es difícil que se produzca porque ese tema no está en su agenda.
El liderazgo de esa movilización puede ser múltiple y de ancha base, recordemos que somos un país con lideres que provienen del sector político, gremios empresariales y sindicales, religiosos, estudiantiles, colegios profesionales y la academia. Lo que falta es decisión, reconozco que no es fácil tomarla porque estamos en un ambiente tormentoso y agresivo, donde la vida tiene el precio de una bala, donde los derechos de los ciudadanos son un suspiro al viento. Sólo nos queda ponernos de pie y caminar con pasos firmes y victoriosos, unidos en una gran coalición que constituye el muro de contención que nos permitirá rescatar nuestra democracia. La decisión es de todos, en especial de los hombres y mujeres de bien que actúan con una profunda convicción cívica y democrática. Y no olvidemos que: ¡¡La patria nos llama!!