Los dos Perús de Pedro Castillo
Sergio Pascual y Yair Cybel*
Si el pasado 6 de junio dos observadores externos hubieran aterrizado en Perú, uno en Lima y otro en cualquier otro lugar de la geografía nacional, habrían descrito dos países diferentes. En Lima, el primer observador habría visto cómo dos de cada tres electores estaban votando aquel día por Keiko Fujimori.
Por su parte, el segundo observador, por ejemplo, desde Arequipa, describiría a una población que mayoritariamente -dos de cada tres- se decantaba a votar por Pedro Castillo. Un fenómeno diametralmente inverso al que tenía lugar en la capital. En otras regiones no capitalinas como Ayacucho, Cajamarca, Cusco y Ancash se repetía el mismo comportamiento.
El Perú de hoy no sólo está partido en dos electoralmente, los peruanos de Lima de un lado y los del interior, norte y sur por otro, apuestan por dos proyectos de país diametralmente opuestos. Los limeños por el de la continuidad, el resto, por un cambio de modelo político y económico, por dejar atrás el neoliberalismo.
Este 3 de febrero el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) presentaba su última encuesta sobre Perú y las cifras, efectivamente, confirmaron la división, los dos Perús. Veamos algunos ejemplos:
En el plano económico, cuando se preguntaba a los peruanos en relación a si consideran que el sistema de salud ha de ser nacionalizado, el 80% de los habitantes del norte del país -por elegir una zona- se posicionaban mayoritariamente a favor. En Lima esta opinión está 35 puntos por debajo. Sobre si deberían cobrarse impuestos extraordinarios a las mineras ocurre exactamente lo mismo.
En lo que respecta al futuro del país, si bien la mayoría de los peruanos en general considera que es necesario realizar un cambio constitucional, entre los no limeños esta mayoría es abrumadora: dos de cada tres peruanos apuestan por estas reformas. Sin embargo, en Lima la sociedad está partida en dos a partes iguales.
Pero la prueba más definitiva de esta profunda fractura nos lo arroja el siguiente dato: un 77 % de los peruanos no limeños considera que Lima acapara todos los recursos del país, lo que significa un problema. El Perú de las regiones, el que vive en el día a día en lugar de en TikTok o Twitter, tiene agenda propia y esta agenda es diametralmente opuesta a lo que se discute en la capital.
Hoy el presidente de Castillo se encuentra ante esta cruda realidad, ante estos dos Perús: el de los 20.000 soles por habitante de PBI per cápita de Lima y el de los 7.000 de Puno, los 9.000 de Loreto, o los 8.000 de Huánuco, Ayacucho, Cajamarca. Y esta realidad constituye el dilema de Castillo, el de un presidente que tiene que gobernar desde una capital que le es hostil ideológicamente, un presidente electo por y para un programa del Perú no limeño, pero inmovilizado por la institucionalidad neoliberal capitalina.
Acomodarse a esa Lima que le inmoviliza y envuelve, o mirar de vuelta a sus orígenes y votantes, ese es el dilema de Castillo.
*Sergio Pascual es ex diputado en el Congreso español y Yair Cybel es docente de Comunicación Política en la UBA. Ambos son investigadores de CELAG.