5 de junio: ¿banalidad de una elección?
Fernando de la Flor A.
En esta segunda vuelta electoral, en la superestructura, el lugar aquel que ocupan los académicos, pensadores y especuladores de la razón con apropiada formación, se ha generado un debate acerca de si es, o no, permisible, factible, racionalmente aceptable, que se anticipe el carácter político del eventual gobierno de Keiko Fujimori, como esencialmente autoritario, en el caso de resultar electa el próximo 5 de junio.
Hay quienes, con prosapia intelectual y argumentación articulada, señalan que esa apreciación anticipada carece de fundamento racional para convertirse en un mero prejuicio. Una adivinanza pudiera ser, en mi lectura de lego, una buena síntesis de dicha posición: ¿cómo es eso de que alguien pueda, desde ahora, anticipadamente, predecir, o en lenguaje de magos prestidigitadores, adivinar, las conductas futuras de los seres humanos?
Quienes así piensan se sostienen, y lo han señalado públicamente, en dos hechos: el primero es de Perogrullo, Keiko Fujimori es una persona distinta a su padre. El segundo es más relevante: Keiko Fujimori entiende, interpreta, encarna, al pueblo (el de abajo, el de a pie, aquel que nada tiene que perder, pues nunca tuvo nada, los clasificados en los denominados estratos D y E). Es más, dicen: el fujimorismo es, hoy por hoy, un partido del pueblo.
Sin embargo, hay ejemplos en la historia. Martin Heidegger, uno de los más originales y destacados filósofos del siglo XX, inició una tórrida relación sentimental con una inteligente y aprovechada alumna suya: Hanna Arendt. Ambos alemanes, coincidieron en sus amoríos cuando Alemania se entregaba al nazismo. Se conoce que Hanna rompió su relación con Heidegger cuando ella le anticipó lo que sucedería en Alemania tan luego Hitler asumiera el poder. No recurrió a la adivinanza ni a la prestidigitación, la discípula Arendt solo aplicó un juicio racional a las declaraciones, actitudes, escritos y conductas de Hitler y de los líderes del nacional socialismo (léase nazismo).
Esta desgarradora historia del sentimiento amoroso y de la inteligencia, porque esa fue la síntesis de la relación de Heidegger y Hanna Arendt, está notablemente narrada en la obra “Un informe sobre la banalidad del amor”, pieza teatral de Mario Diamant, actualmente presentándose en Lima en el centro cultural de la Universidad Católica (PUCP).
Guardando las distancias, la época y los personajes, para no referirse a la propia inteligencia, quienes advierten qué puede suceder en el país con un eventual gobierno de Keiko Fujimori, si es quien gana las elecciones del 5 de junio próximo, no están haciendo una adivinanza ni recurriendo a ninguna falacia descalificada, sino interpretando una secuencia de hechos objetivos, correlacionándolos con la historia.
Muestras las hay varias: las declaraciones de quien fue la candidata número 1 de la lista parlamentaria por Lima del fujimorismo, Cecilia Chacón, inmediatamente después de haber obtenido la abrumadora mayoría del próximo parlamento: que el Poder Judicial vaya preparando la salida de Alberto Fujimori por la puerta grande, pues el juicio que se le siguió es absolutamente nulo.
Las declaraciones del menor de los Fujimori, Kenji, quien ha obtenido la más alta votación parlamentaría, anunciando que si es que su hermana Keiko no gana la elección, él postulará, por sí y ante sí, a la presidencia el año 2021.
Hanna Arendt, en sus últimos y desgarradores diálogos con su amante Martin Heidegger, le reiteraba las características esencialmente abusivas y discriminadoras de Hitler y del nazismo, para animarlo a que renuncie al partido nacional socialista al que se había afiliado, y se aleje del gobierno con el cual había empezado a colaborar comprometiendo su reconocida y prestigiosa fama de filósofo y gran pensador.
Todos sabemos cómo terminó la historia: Hitler causando la más grande hecatombe del siglo XX, con millones de muertos originados por su odio y arbitrariedad, y Heidegger solo y desprestigiado por su colaboracionismo con la Alemania nazi, vencida en la Segunda Guerra Mundial. Para eso, Hanna Arendt no recurrió a la adivinanza sino únicamente a una predicción razonable del porvenir.
De manera que anticipar qué hará el fujimorismo si es que gana Keiko Fujimori la elección del 5 de junio (lo que confío no suceda), no constituye ninguna tarea de magia sino una previsible lectura de la realidad. Se reinstaurará el denominado régimen de la apariencia de la legalidad: el parlamento (controlado por la mayoría absoluta del fujimorismo) dictará leyes, como lo hizo durante el gobierno del fujimontesinismo, y el poder ejecutivo administrará el Estado –como también lo hizo durante la década del 90- pero, mientras tanto, se actuará sin contrapesos, sin frenos, ejerciendo el poder absoluto, como ocurrió durante los tiempos de Alberto Fujimori.
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