Martha Meier: Radiografía de la difamación
Si le creemos a los directivos de El Comercio, la salida de Martha Meier Miró Quesada debió darse mucho antes, puesto que la ética periodística nunca fue una de sus preocupaciones. La otrora mandamás del diario no tuvo ningún reparo en difamar, insultar y amenazar con virulencia a quien se le pusiera en frente. Otramirada hace un breve recuento de las columnas y tweets que encendieron la pradera, no por su nivel ciertamente.
Mi palabra es la ley
Si algo caracteriza a Meier Miro Quesada es su odio visceral hacia la izquierda. Su animadversión no admite matices ni excepciones a su punto de vista. Desde Velasco Alvarado hasta Susana Villarán, pasando por Ollanta Humala y todos los que lo rodearon en la campaña presidencial fueron objeto de calumnias del más alto calibre. Sin pruebas ni testigos, pasando por alto los principios del buen periodismo, ese que no se practica desde hace mucho tiempo en El Comercio, Meier condenó a su gusto y sin límites.
Martha Meier, ex candidata al Congreso por el fujimorismo, cobró protagonismo cuando, en vísperas de la elección presidencial del 2011, se puso al frente de la campaña de desprestigio de El Comercio contra el candidato Ollanta Humala. Además de asociarlo machaconamente con el velasquismo y el chavismo, Meier acusó al candidato del nacionalismo de haber matado cuando fue destacado a Madre Mía. Si ni las resoluciones judiciales que dicen lo contrario la detuvieron, menos los principios rectores del diario para el que trabajaba.
En el caso de Susana Villarán, Meier pasó del insulto a la difamación cuando, luego de llamarla ineficiente, improvisada y patética una y otra vez durante toda su gestión, insinuó que si el Ejecutivo le otorgaba protección policial a su salida del cargo era porque a Villarán y a Humala les unía el haber financiado sus respectivas campañas con dinero de la constructora brasileña OAS, a la que después habían beneficiado con contratos con el Estado. Nunca aportó una sola prueba.
Caso similar es el del ex premier Salomón Lerner, a quien Meier acusó sin pruebas de estar detrás de la venta de Petro-Perú. En su columna “La favrecación de la candidatura de Nadine Heredia de Humala”, Meier dibuja un escenario en base a sus propias elucubraciones, según el cual Lerner era el principal beneficiado con la hoja de ruta y que por ello le pagaba al publicista brasileño Luis Favre para crear una cortina de humo con la candidatura de Nadine Heredia.
Carta abierta para difamar
La alusión a George Soros en la columna escrita en defensa de la campesina cajamarquina Máxima Acuña no es nueva. En mayo del 2011, la ex editora de El Comercio publicó un artículo titulado “La prensa del narcopromotor”. Al igual que la última vez, criticaba a Soros por solicitar la legalización de la marihuana. Si antes lo había llamado “narcopromotor”, ¿por qué recién ahora se encendieron las alarmas de la ética periodística?
El mismo artículo, sin embargo, tenía como objetivo desacreditar al periodista Gustavo Gorriti, quien había declarado públicamente su preferencia por Ollanta Humala en las elecciones del 2011, razón suficiente para echarle un poco de lodo encima. A Meier se le ocurrió que podía silenciarlo si “revelaba” que IDL Reporteros, medio para el que trabaja el periodista, recibía dinero de una fundación de Soros.
En otras palabras, lo acusó de ser un mercenario de la prensa agazapado tras el poder del magnate norteamericano. Por supuesto, no dijo que IDL Reporteros compitió con decenas de proyectos a nivel mundial para obtener el presupuesto requerido para mantener el proyecto, cosa que después aclaró Gorriti. Como era de esperar, Meier hizo oídos sordos y siguió comandando la maquina demoledora en contra de Humala como si nada hubiera pasado.
Otro periodista que sufrió la embestida de Meier fue Pedro Salinas, quien fue despedido sin ninguna explicación del grupo El Comercio tras sostener una discusión en el Twitter con la ex editora. La razón: el periodista cometió el pecado de difundir una carta de Mario Vargas Llosa en la que este se alejaba defintivamente del diario. Aquel cruce de palabras, terminó con una Meier exigiéndole a Salinas que muestre la lista de empresas que asesoraba su consultora. Otro supuesto “mercenario” del periodismo puesto al descubierto.
Cuando la FIL Lima cometió el desatino de rendirle un homenaje por su aporte a la cultura, Martha Meier censuró el blog Lee por gusto, del diario Perú 21, por haber circulado una carta de protesta firmada por una larga lista de escritores y artistas. En la lista figuraba Mariana de Althaus, hija del periodista Jaime de Althaus, entonces Meier, a modo de amenaza, escribió en su cuenta de Twitter que quizá la dramaturga estaba olvidado para quién trabajaba a su padre. La intolerancia in extremis.
Podríamos seguir citando casos en los que Meier incurrió en faltas éticas, trasladando el lenguaje ramplón de las redes sociales al diario que se supone de referencia, rebajando el nivel del debate político al ataque personal, urdiendo mentiras y manchando honras. Ejemplos hay en casi todas sus columnas de opinión. Sin embargo, creemos que hasta aquí ya se puede comprender a la periodista que hoy intenta pasar por adalid de la libertad de expresión.
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