La nueva izquierda francesa hace su estreno
Ariel Bank
La socialdemocracia ya no es más la columna vertebral de la izquierda francesa y eso es un cambio que golpea las puertas de los partidos socialdemócratas europeos. Pero lo más importante es que la izquierda puede volver a ofrecer una propuesta atractiva al electorado que desde hace algunos años le ha dado la espalda: la clase obrera ocupada y desocupada.
Hace un par de semanas, Francia fue a las urnas para decidir quién debía ocupar el Palacio del Eliseo, sede de la Presidencia gala. Las opciones fueron entre un neoliberal demócrata como Emmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen. Por segunda elección consecutiva, se enfrentaban estos dos dirigentes y desde ya que el mundo democrático apostó por la candidatura de Macron ante el espanto de que una ultraderechista pueda acceder al mando en aquel país. No obstante, los resultados de la elección dejaron en claro que la señora Le Pen ya no atemoriza tanto como antes y que el liberalismo es incapaz de contagiar entusiasmo en las fuerzas democráticas. La próxima elección, el liberalismo no podrá frenar el ascenso de la ultraderecha y será necesario que aparezca la izquierda con fuerza. Pero… ¿Qué pasó con la izquierda?
La izquierda en la primera vuelta quedó a pocos votos de pasar a la segunda ronda, pero la división de las fuerzas le abrió el camino a la ultraderecha de pasar al Ballotage. Es que Le Pen obtuvo el 23% de los votos mientras la Francia Insumisa de Jean Luc Melenchon (ex dirigente del Partido Socialista) logró el 22%. En la primera vuelta, la izquierda se presentó también con las candidaturas de Anne Hidalgo (PS), Yannick Jadot (Ecologista) y Fabien Roussel (PC) y entre las tres apenas consiguieron poco más de 8,6% de los votos. Si hubieran ido unidos, no solo hubiera llegado a la segunda vuelta, sino que incluso hubieran ganado la primera vuelta. La pésima decisión llevó a que la izquierda se replanteara en su conjunto la estrategia de cara a las elecciones legislativas a realizarse a mediados de junio.
Melenchon inició un proceso de negociaciones con las otras fuerzas de izquierda para que vayan en unidad a las elecciones legislativas y puedan aplicarles un freno a las fuerzas derechistas en sus distintas vertientes. Tanto los verdes como los comunistas han mostrado una actitud constructiva para forjar esta alianza electoral que les permita obtener representantes y además recuperarse de lo sucedido en la primera vuelta de las presidenciales. Pero el que ha mostrado reticencias y serias dificultades ha sido el Partido Socialista, que se encuentra inmersa en una crisis de carácter existencial debido a sus pésimos guarismos para un partido que ha sido muy importante para la historia del país.
La decadencia del histórico partido de François Miterrand
La última gestión del PS, de la mano del François Hollande, y la aplicación de medidas neoliberales como la reforma laboral han destruido la confianza de los tradicionales votantes del PS. El PS en el 2012 obtuvo en primera vuelta el 28% de los votos, al finalizar la gestión de Hollande en el 2017 cayó al 6% y en el 2022 a menos del 2%. Tengamos en cuenta que la candidata por el PS fue la actual alcaldesa de París, distrito en la cual en el 2020 fue reelecta para ese cargo. La crisis que amenaza la existencia del partido de François Miterrand hizo que las discusiones internas fueran muy tensas y la propuesta de Melenchon, otrora dirigente del PS que rompió con su organización para crear la Francia Insumisa, abrió las puertas a que las heridas sigan a flor de piel. El Consejo Nacional del PS decidió, después de arduas discusiones ideológicas, sumarse a la alianza de izquierda y este giro ha dejado en off side a los históricos dirigentes del PS que estaban más orientados a la socialdemocracia. Varios de los opuestos a este acuerdo han expresado intenciones de renunciar al partido en el cual militaron casi toda su vida.
Con esta vuelta de tuerca de la historia, la izquierda bajo el formato de “Nueva Unión Popular, Ecológica y Social” podría constituirse en la segunda fuerza en las legislativas, con expectativas de competir por el primer puesto contra las fuerzas oficialistas. Interesante es el nombre, que hace recordar la experiencia política liderada en la década del ’30 del siglo pasado por León Blum. Con esta alianza, Melenchon logra coronarse como el líder de la izquierda en su conjunto mientras que las otras fuerzas pertenecientes podrían conservar los cargos e incluso aumentarlos. La socialdemocracia ya no es más la columna vertebral de la izquierda francesa y ese es un cambio que golpea las puertas de los partidos socialdemócratas europeos. Pero lo más importante es que la izquierda puede volver a ofrecer una propuesta atractiva al electorado que desde hace algunos años le ha dado la espalda, la clase obrera ocupada y desocupada.
Es que, en este sector, el desencanto con el actual modelo económico y el sistema político es notorio y están exigiendo que se les preste atención más a ellos que a las propuestas que salen de la Unión Europea (UE), que usualmente busca reducir las condiciones de vida de la clase obrera. En las últimas elecciones presidenciales, los jóvenes y los trabajadores eligieron mayoritariamente a los candidatos más críticos con la UE, lo que refleja un alto grado de insatisfacción con las condiciones de vida actuales. El rechazo a la creación de una Constitución de la UE vino precisamente de estos sectores en el año 2005, ya que reducía los derechos sociales. De hecho, L´Humanité, el histórico medio del Partido Comunista, realizó ese día una edición cuya portada decía: “Europa Liberal, Es No”. ¿Ganarán las elecciones legislativas? Seguro, pero no lo podemos afirmar todavía por el número de votos que obtengan. Ganarán porque van a recuperar la identidad política que años de social-liberalismo desdibujaron en beneficio de las clases dominantes y las fuerzas reaccionarias.