Gasto y PBI

Por: 

Kurt Burneo Farfán

Antes de la ocurrencia del llamado fenómeno de El Niño Costero, la economía local –hacia finales del 2016- venia desacelerándose, dado el sobreajuste fiscal (el déficit paso de 3.4 en agosto a 2.7% del PBI a diciembre) y la continua contracción de la inversión privada: -6.1% en el 2016. 

Como si fuera poco, la afectación adversa sobre la actividad económica, continua por el Efecto Odebrecht y  finalmente para rematar el cuadro, desde hace algunas semanas ocurre el llamado Niño Costero, evento último que trajo destrucción de capacidades productivas y merma de flujos de actividad económica en el país.  

La necesidad a continuación de reconstruir capacidad productiva y de conectividad, es una oportunidad para detener el actual enfriamiento de la economía, pero la variable crítica no es la disponibilidad de recursos, sino la efectivizarían del gasto de estos.

Según cálculos de instituciones privadas, el efecto del Niño Costero sobre la infraestructura hasta el momento está en un rango de US$ 3,124 mlls a US$ 5,000 mlls; pero esta no sería la factura completa, no  solo porque aún no ha terminado la ocurrencia del fenómeno climatológico, sino porque  la destrucción de capacidad productiva origina a su vez  menor flujo de actividad económica (por el lado de la oferta) y adicionalmente un choque adverso de demanda, en tanto productores agrícolas, ganaderos, transportistas y procesadores de insumos provenientes de estos sectores entre otros, son  también  demandantes de bienes y servicios en los mercados locales; algunas estimaciones del impacto adverso refieren 0.5 ptos del PBI cuando menos.

Restituir la capacidad instalada de producción es fundamental y ello  tiene como  eje central la inversión pública; pero esto no está exento de retos. En mi opinión el principal de ellos, y pensando realistamente, es por lo menos ejecutar –en una 1ª etapa- los S/. 5,500 mills  destinados previamente a la reactivación, (monto  que incluyen S/. 1,500 mills destinados a la reconstrucción). Sin dejar de referir  el reducido impulso fiscal asociado a la aplicación de estos recursos, para que ello  sea factible,  se tendrá que recurrir a diversos vehículos de inversión como Asociaciones Publico Privadas, Obras por Impuestos, Fideicomisos etc.  

Sin embargo, el desafío principal reside en que de no revertirse el grado de desconfianza generalizada,  consecuencia directa del llamado efecto Odebrecht, los procesos  de inversión públicos y privados van a avanzar con mayor lentitud. ¿Alguien supone que un funcionario público, tomara prestamente decisiones sobre aplicaciones de fondos en un contexto de declaratorias de emergencia (que hoy alcanza a 802 distritos) que flexibilizan y agilizan procesos de gasto, teniendo acciones de control por parte de la Contraloría por venir, frente a lo cual se encuentra absolutamente al descubierto? ¿Qué incentivo tiene para tomar oportunamente decisiones? 

Considérese que el promedio -anterior a esta problemática- de ejecución de inversión pública  anduvo entre un 60 a 70%.  Repensar las condiciones para asegurar un mayor nivel de ejecución de la inversión pública es fundamental.

Pero la dinamización de la actividad económica  ¿Solo estaría circunscrita al producto de la  reconstrucción de la  capacidad productiva del país? ¿Dependería solo de la política fiscal? 

La política monetaria también puede ser funcional a la dinamización antes referida; por ejemplo a través de reducciones en el encaje en soles, solo a manera de referencia, una reducción del 6 al 5% implicaría una inyección de  S/ 550 millones, opción  de efecto más directo sobre el crédito y la demanda interna, que una alternativa disminución de la tasa de interés de referencia, dado el rezago de 6 a 9 meses para que esta influya en  las tasas de interés aplicables a créditos de consumo, hipotecarios etc. 

Una política monetaria expansiva es viable, tanto porque la previsible alta inflación de marzo,  será solo temporal por la suba de precios de alimentos, como también por una debilitada  inflación subyacente y un tipo de cambio con presión a la baja aun.  La idea es abrir el paracaídas  antes de estar cerca al suelo.

En suma, reconstruir nuestra capacidad productiva abre la posibilidad de dinamizar una débil demanda interna y actividad económica, vía un aumento de la inversión pública, contextuado en una política monetaria expansiva; la clave de la dinamización económica está en nuestra capacidad para efectivizar el gasto público; de no ocurrir esto nuestra holgura fiscal actual será económicamente tan útil como un cenicero de moto.

(*) Profesor investigador – Centrum Católica

Publicado en el diario Gestión 

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