Fútbol peruano: Más que pasión es emoción
Francisco Pérez García
Hoy, martes 10 de octubre, será una fecha histórica para el fútbol peruano del siglo XXI. Es la oportunidad de dejar en el pasado, las hazañas míticas, casi legendarias de la selección del siglo XX, esa que llegó a los mundiales eliminando rivales imposibles y llevando su juego a la máxima instancia del deporte del balón.
Es la oportunidad para escribir un nuevo capítulo, clasificando a un mundial de fútbol después de 35 años, o al menos intentar la etapa del denominado “repechaje”, con la lejana selección de Nueva Zelanda.
Pero también puede ser una fecha para el olvido (ojalá que no), recordando aquella frustrante historia ocurrida en Santiago de Chile en el año 1997, cuando en octubre (igual que hoy), la selección dirigida por Juan Carlos Oblitas (ex seleccionado presente en los mundiales del siglo pasado, y hoy presente en el equipo directivo que lidera el argentino Ricardo Gareca), iba cuarta en la tabla (hoy está en la quinta posición), fue confiada al sur con miras a obtener aunque sea un empate (como se logró la semana pasada en Argentina) para jugarse la clasificación en Lima… el resultado, lo recordamos, un frustrante 4-0 en medio de un clima que era de todo, menos de fútbol.
Y es en ese momento de aterrizaje forzoso, cuando tenemos que recurrir a la historia, a analizar la parte psicológica de esta sensación que vivimos como país. Gente en las calles con la bandera en el auto, o con las camisetas rojiblancas, o con cualquier artilugio que diga en letras grandes PERÚ.
Pero, ¿cómo llegamos a este momento donde todos (o casi todos) estamos unidos bajo una sola premisa?, ¿cómo el espíritu patrio se eleva de tal forma que en las calles parece 28 de julio?
El fútbol como radiografía social.
El fútbol tiene en el Perú, más de 100 años. La primera señal de una participación peruana en el Mundial, se remonta a 1930, cuando Uruguay fue la primera sede de este torneo, y “la blanquirroja” fue invitada. Cuarenta años después, la selección llegó al certamen por esfuerzo propio, eliminando a Argentina y con figuras que inspiraron la polca “Perú Campeón”, aquella que decía que “Con Rubiños en el arco la defensa es colosal…”.
En ese momento, en pleno Mundial de México, nuestra tierra, específicamente Huaraz, sufría un fuerte terremoto que dejó cientos de muertos. En aquel instante los triunfos en el país azteca eran un aliciente de esperanza y alegría.
En 1978, la llegada de Perú al Mundial de Argentina coincidía con la etapa final de un gobierno militar, con una época convulsa, de violencia y con miras a la recuperación de la democracia civil.
En 1982, España era testigo del declive de una generación futbolística y que solo alcanzó para disputar la primera ronda. Eran tiempos de crisis económica y con el surgimiento de la violencia terrorista.
Es decir, conforme se portaba nuestro país, la selección tenía una historia similar. Para el historiador y catedrático, César Puertas “en lo social, el fútbol es como una radiografía de la sociedad. ¿Es organizada, disciplinada, tiene voluntad, es inteligente? Tener o carecer de esos elementos es lo que se llama la idiosincrasia de un pueblo. Así que en momentos donde el fútbol está bien (como ahora o en los setenta) sentimos y creemos que tenemos muchas de esas cosas y lo inverso también es cierto. Esta correspondencia es lo que le da al fútbol la posibilidad de ser un poderoso cohesionador social”.
Estamos bien en fútbol ¿y ya no importa lo demás?
Por noventa minutos nos olvidamos de lo bien o mal que estamos como país. Pero la cosa crece cuando llegamos a un momento como el de hoy, con la posibilidad de lograr una meta evadida por lo menos en tres generaciones. Atrás quedan la corrupción, el indulto, la crisis económica, todo.
Para el psicólogo Alejandro Vélez el fútbol nos genera las mismas endorfinas que cuando se está enamorado.
“El fútbol tiene muchas cosas positivas que como peruanos deberíamos emular, la conciencia de equipo, sentimiento de patriotismo e identidad (…) el saber que hay un líder que dirige y otros que lo siguen. Las endorfinas lo que nos hacen es “sentir como si estuviésemos enamorados en donde todo es posible, todo es viable y sí se puede todo”. De ahí, la famosa frase “matemáticamente todavía tenemos posibilidades” (…) No interesa lo anterior lo que viene es mejor, al menos en la expectativa”, puntualiza.
Incluso, ese “amor” nos permite “perdonarle” a este grupo que no juegue como los “míticos” del 70. El periodista y literato Toño Angulo Dagnieri, lo resume así en este texto escrito para la Revista Sudor.
“Por eso creo que lo que nos ha traído Gareca es otra revolución cultural al fútbol peruano, una que propone una vuelta al clasicismo. No al de la fábula del toque y la habilidad inaugurada en el bombonerazo de 1969, sino al de un relato ya transitado por otros, a la espera de un esforzado triunfo que lo legitime.”
Fútbol y política
En 1978, la polémica política pasó por el mito urbano que rodeaba al estrepitoso marcador de 6-0 con el cual la selección cayó frente al local Argentina, que necesitaba ganar por más de cuatro goles para pasar a la siguiente ronda.
El “boca a boca” creó una historia donde los jugadores peruanos (con Ramón Quiroga, arquero argentino nacionalizado peruano) fueron primero amenazados, o tal vez incentivados por el régimen de Francisco Morales Bermúdez, tras un acuerdo con el entonces dictador argentino Jorge Videla para quedar bien frente a su nación. Es decir, un acuerdo político.
El analista político, Carlo Magno Salcedo considera que si bien el fútbol es un deporte que despierta pasiones (y mitos como el contado líneas arriba), es “en el caso concreto del Perú, un país que aún no termina de consolidarse ni como nación ni como república, uno de los pocos elementos de unidad nacional, junto con la gastronomía”.
Para Salcedo Cuadros, este momento en que vivimos nuevamente la ilusión de ir a un mundial “el fútbol hace que nos olvidemos de los problemas del país. Pero también, al parecer, es aprovechado por nuestros gobernantes para aprobar medidas controvertidas, como la renovación total de la comisión de gracias presidenciales, que es casi un anticipo de un próximo indulto a Alberto Fujimori”, señala con un guiño de sospecha.
Sea cual sea la variante que acompañe el análisis de lo que ocurre hoy con el fútbol, lo cierto es que estamos viendo a una nueva generación que se quiere comer el mundo y que sea cual sea el resultado de hoy sabe que se ha ganado la confianza de la gente y que cargan sobre sus hombros la difícil tarea de representar a un país que sabe más de sinsabores que de éxitos -al menos en fútbol- por eso y más ¡Arriba, Perú!
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