El aborto terapéutico bajo ataque
Susana Chavez, PROMSEX
El aborto terapéutico, la única causal de aborto en el Perú, está en peligro y la amenaza no solo está en el Congreso, también está en el Poder Judicial, pues así lo decidieron algunos activistas religiosos que llevaron el protocolo del aborto terapéutico a los tribunales y un grupo de congresistas, que para asegurarse que ello ocurra, necesitaron llegar a ser congresistas, para cambiar la ley y allí lo tenemos, en las distintas fuerzas políticas, moviendo sus fichas.
¿Pero que significaría la posible eliminación del aborto terapéutico, que no es otra cosa que eliminar la única causal de permisión de aborto? Se admitiría abiertamente que, en el Perú, la vida de las mujeres vale menos que el feto que gesta y, por ende, está obligada a llevar el embarazo hasta la última consecuencia, para no ser considerada delincuente. Por lo tanto, el martirologio que se quiere imponerles, será absolutamente legal y lo peor, obligado.
Sin embargo, no faltará quien opine que no es para tanto, pues las penas que hay por abortar en el Perú, no son graves y no implica cárcel. Lamentablemente, esa posibilidad con estos proyectos de ley no existe, pues han logrado, sin mencionar la palabra "aborto", declarar su prohibición, al reconocer que el producto de la concepción (llamase óvulo fecundado, embrión o feto), ya es una persona y tiene una vida independiente, asignándole derechos que les pertenece a las mujeres y que sirven para algo muy elemental que es para proteger su derecho a la salud y a la vida. Esta situación nos lleva a una falsa dicotomía. El impacto que esto tiene para las mujeres, con solo poner en el debate este tipo de propuestas, es fortalecer la incertidumbre al fomentar dudas irrazonables en los profesionales de salud a fin de hacer más grandes aún las restricciones en los servicios.
Necesitar un aborto terapéutico y no tenerlo es dramático, pero hay que señalar que no les pasa a todas; Hay quienes podrán pagar un buen servicio y nadie conocerá la historia. Hay otras, que, por alguna razón, lograran una mayor empatía con el personal de salud y movilizaran ciertas fibras de solidaridad y compasión y estos serán los casos que luego se declararan como abortos espontáneos, incompletos o como fetos que murieron antes de nacer. Cada vez que escucho una de estas historias me hace pensar en el compromiso que muchos médicos y médicas tienen hacia sus pacientes, sin embargo, hay que estar conscientes que esta no es la solución, pues tampoco se trata de que estos corran riesgos solo por actuar con humanidad y compasión.
¿Y qué ocurre con aquellas que no tienen esta suerte? Serán las se tendrán que jugar la ruleta rusa de la muerte, asumir los daños colaterales e irreparables, serán las que atravesaran la profunda angustia de agravarse día a día o de sentir el desarrollo de un feto que no tendrá viabilidad después de nacer. Son también las que se sentirán culpables por querer cuidar su salud o por vivir. Sus entornos tampoco serán fáciles, no faltarán aquellos que les digan que estas son consecuencias que tienen que asumir, aun cuando el embarazo sea producto de una violación, haya sido el resultado de una falla anticonceptiva o porque no se animaba a usarlo.
Quienes se oponen al aborto, incluso en las condiciones más extremas, como es el caso del Perú, no están defendiendo la vida de nadie, ni siquiera la del feto. Solo están ejerciendo su poder para hacer recordar a la sociedad de que las mujeres no son capaces de tomar sus propias decisiones, pues para este grupo, las mujeres podrán embarazarse, parir, criar a sus hijos solas, sacrificarse por su familia, trabajar más que los hombres, pero no son confiables y, por ende, es la ley la que tiene que decidir por ellas. Tampoco importa que las evidencias señalen que el aborto seguro es una intervención sanitaria necesaria, que es vital para la reducción de la morbilidad y mortalidad materna, que disminuye de manera muy significativa el sufrimiento y muerte de los recién nacidos y que la mayoría de países del mundo amplían cada vez más sus causales de aborto y hay muchísimos más países en donde la despenalización total existe.
Así lo demuestran los datos; en los últimos 5 años, todos los países de Sudamérica han erradicado la prohibición total, a excepción de Paraguay, que tiene en su ley, lo que estos congresistas nos quieren imponer y en los últimos años 15 años hay al menos 4 países de la Región: Uruguay, Argentina, Colombia y 10 estados Federales de México donde el aborto es legal y sus servicios públicos ofrecen estos servicios.
¿Quién puede negar que en estos países no se ha reducido la muerte materna?, que ya no tienen la misma data de niñas menores de 14 años embarazadas, que son menos los casos de embarazos con daños incompatibles con la vida, que son obligados a nacer?
Lamentablemente en el congreso, no hay uno ni dos proyectos de leyes que buscan quitar a las mujeres, esa pequeña rendija que la ley les da. Congresistas como Barbaran, Aguayo, Muñante han hecho de estas iniciativas, su producción parlamentaria, con un vergonzoso apoyo de sus colegas, de varias bancadas, incluso de aquellos que se precian de liberales y libertarios, como la y el congresista Tudela y Cavero, para no mencionar a los varios mayorcitos de la bancada magisterial, Perú Libre y los que por allí se me van quedando.
Bueno, son estos los congresistas que nos están haciendo real el retroceso en todo lo que significa igualdad y utilizan como argumento que están defendiendo la vida, apropiándose así de un concepto tan esquivo para lo que ellos vienen haciendo, pues como sabemos, a la vida hay que celebrarla, pero no hay manera de hacerlo, cuando en su nombre, solo se genera daño y dolor.