Ejecutivo vs Congreso: de confianzas y cuestiones

Por: 

Francisco Pérez García

¿Cuáles son los escenarios que se perfilan luego de lo que pueda ocurrir en el Congreso el martes 04 de junio tras la presentación de la cuestión de confianza? El escenario más optimista debería perfilar a una mayoría fujimorista aprobando el pedido del presidente del Consejo de Ministros, Salvador Del Solar, con la intención de impulsar una reforma política que ha sido “licuada” al mejor estilo de Fuerza Popular. Al frente, las bancadas de izquierda y algunos “opositores” al régimen apostarán por decirle “no” al gobierno, pero frente a la mayoría quedarán en “off side”.

Si el tema se perfila así, quedan dos sub escenarios. Uno donde la mayoría debata y apruebe los proyectos de acuerdo a lo planteado por el Ejecutivo y todo termina como una novela con final feliz. Y, dos: la bancada naranja decide modificar a su antojo los proyectos, no darle pase a una intención de rescatar el debate de la inmunidad parlamentaria y hacer largo el tiempo para que las reformas no pasen como deberían, de paso, esperar a julio, recuperar la Mesa Directiva y repotenciar su capacidad numérica, apoyado en fiscales con “sangre en el ojo” ajochar a Vizcarra y moverle el escenario con una posible vacancia.

Todo esto, si es que después del martes, el Congreso opta por darle la confianza al gabinete Del Solar. Sin embargo, un escenario distinto es el que se perfilaría si el congreso decide confrontar al Ejecutivo y no darle la confianza, “censurando” así al gabinete siendo el segundo grupo de ministros de este período presidencial (2016-2021) en no contar con el voto positivo del Congreso.

Frente a ello, el presidente Vizcarra está facultado por la constitución para disolver el Congreso, dejar solo a la Comisión Permanente y convocar en un plazo de 4 meses a nuevas elecciones. Pero ojo, es una facultad del presidente, puede usarla como puede no hacerlo. Sin embargo, consideremos que decide disolver el Congreso. La situación aquí varía.
La Comisión Permanente solo podrá legislar en materias básicas, las reformas “trascendentales” propuestas por Vizcarra no podrían ser aprobadas hasta que tengamos un nuevo Congreso que en dos legislaturas vea el tema. Visto los plazos, esto no podrá darse porque ya tendríamos poco tiempo hasta el “Bicentenario”.

Una discusión bizantina entre dos poderes del Estado donde el accionar de cada uno terminaría debilitando al otro, pero tampoco lograría un éxito rotundo. A pesar del malestar popular, Vizcarra es consciente que necesita de este congreso para sacar adelante sus reformas. El fujimorismo por su parte espera que el presidente disuelva el Ejecutivo para –según ellos- tener al fin un reemplazo en ese viejo karma donde Alberto Fujimori es el “único dictador” que cerró el Congreso, aunque la situación de este 2019 sea distinta a la de 1992.

Y es distinta por varios motivos. El principal, que no tenemos a un presidente tomando los poderes del Estado y los medios de comunicación con la fuerza de los tanques y arrestando a sus rivales políticos. Ese único gesto difiere en su totalidad al accionar del autócrata hoy preso en la Diroes.

Mientras, la situación sigue siendo de terror. Una economía que no crece como se espera, la inseguridad ciudadana que se apodera más de nuestras calles. Y para colmo, los efectos de la naturaleza que no nos dan espacio desde el fenómeno del Niño Costero.  ¿El efecto Lavajato? Ese es otro capítulo de esta larga novela que aún seguimos viviendo los peruanos. 

 

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