César Acuña y APP, un partido a su medida
Germán Vargas Farías
César Acuña Peralta y el partido que preside y fundó, Alianza Para el Progreso (APP), son corresponsables de la grave crisis política que atraviesa nuestro país. Convertidos en una de las muletas de Dina Boluarte, niegan la manifiesta debilidad de su gobierno porque sería admitir su propia pequeñez y decadencia.
El empresario y político que en noviembre del 2006 hizo llorar a Alan García al ganar la alcaldía de Trujillo, según confesara el entonces presidente de la República, no solo le ganó al partido de Haya de la Torre en la cuna del aprismo, sino que en los años siguientes le arrebató la hegemonía en el norte del país, demostrando más astucia, más maña, y la misma carencia de escrúpulos.
Fundado el 8 de diciembre de 2001, Alianza para el Progreso (APP) nació para consolidar el poder de su dueño, César Acuña. Su pobreza de principios la encubrió con plata como cancha, y al parecer eso le permitió reclutar a personajes variopintos como Natale Amprimo, Wilfredo Oscorima, Luis Iberico, César Vásquez, Edwin Donayre, César Combina, Luis Picón, César Villanueva, Julio Rosas, Alejandro Soto, Eduardo Salhuana, y otros, algunos de ellos procesados o condenados por el Poder Judicial, otros impresentables, y casi todos oportunistas.
A César Acuña y APP le debemos la vergüenza de haber tenido como presidente de la mesa directiva del Congreso a un personaje como Alejandro Soto con, según se conoció, alrededor de 50 carpetas abiertas en la Fiscalía por diversos delitos, y cuyo mayor logro como legislador ha sido la aprobación de una ley que lo favorece, la ‘ley Soto’, que lo libró de una sentencia por fraude.
A César Acuña y APP le debemos tener a Eduardo Salhuana como presidente actual del Congreso, un personaje vinculado a la minería ilegal, actividad asociada al crimen organizado, la trata y otros delitos.
Importan poco los antecedentes si el aspirante a la presidencia del Congreso no tiene inconveniente en subordinarse al mando del dueño del partido, y sostén principal además del gobierno de Boluarte. Eso quedó claro cuando, hace dos años, más o menos, César Acuña ordenó a los congresistas de su bancada y a la entonces presidenta del Congreso, Lady Camones, priorizar las leyes que le convienen. No al país, no al partido, a César Acuña.
Al dueño de APP le debemos que el ministerio de salud esté en manos de un personaje como César Vásquez, que, si “no es copia, es plagio” de César Acuña. Distraído en asuntos secundarios, desatiende casos como la intoxicación por metales pesados que, al menos en diez regiones del país, afecta especialmente a niñas y niños.
César Acuña, dueño de APP y gobernador regional de La Libertad ha respaldado a Dina Boluarte ante las denuncias por las ejecuciones extrajudiciales de 50 personas perpetradas entre diciembre de 2022 y febrero 2023, así como frente a las investigaciones por el caso Rolex. La apoya porque dice estar preocupado por la inestabilidad política, y dice que eso ahuyenta las inversiones. No las suyas, por cierto.
La inestabilidad, sin embargo, también se percibe en La Libertad, la región que gobierna, donde está en marcha un proceso de revocatoria que busca destituirlo como gobernador regional por el incumplimiento de obras y promesas hechas durante la campaña. Y se nota en el repudio manifestado cuando, al salir de la reciente Feria Internacional del Libro de Lima, se le abucheó al grito de “fuera, corrupto, mafioso, fuera”.
César Acuña y APP son otra de las expresiones de la degradación de la política peruana, y no conviene ni debemos olvidar su responsabilidad en el deterioro de la democracia en nuestro país.
(Publicado en Página 3)