Apurímac: tensa vecindad

Desde hace unas semanas, las ciudades de Andahuaylas y Abancay viven una tensa vecindad. Esta rivalidad es historia vieja. Por ejemplo, a finales de 2006, los abanquinos se levantaron en contra de la entonces Presidenta Regional de Apurímac porque se descubrió su intención de desviar dinero destinado a la provincia de Abancay a otros fines en la provincia de Andahuaylas. Esta vez la historia es similar. Los abanquinos se resisten a aceptar la construcción de un hospital para Andahuaylas pues consideran que el presupuesto debe ser más equitativo entre las demás provincias que conforman la región. Por eso, han querido vacar al actual Presidente Regional. ¿Por qué la historia vuelve a repetirse?

Dos cuestiones permiten explicar este conflicto. En primer lugar el factor cultural. Según el sociólogo Luis Alfredo Chocano, la región Apurímac se formó desmembrando a las regiones de Ayacucho y Cusco. De las actuales provincias de la región, Andahuaylas y Chincheros pertenecieron al departamento de Ayacucho. Las provincias de Abancay, Aymaraes, Cotabambas y Antabamba pertenecieron al departamento del Cusco.
Chocano nos recuerda que en el proceso de regionalización de 1980, Andahuaylas y Chincheros optaron por formar parte de la Región Wari (Ayacucho, Ica y Huancavelica) mientras que Abancay, Aymaraes, Cotabambas y Antabamba eligieron formar parte de la Región Inca (Cusco y Madre de Dios). Sin embargo, estas regiones desaparecieron por el golpe de Estado de Fujimori que volvió al modelo departamental. Así, en palabras del historiador Antonio Zapata, se formó una nueva entidad con espacios que carecen de conexión y relación económica.
Desco, en su último editorial regional, sugiere que el problema en Apurímac es también el centralismo provinciano. Hace varios años, las capitales departamentales miran con desdén a sus vecinas y buscan centralizar los recursos. El abogado Wilfredo Ardito nos recuerda el caso del Gobierno Regional del Cusco que “ha declarado el quechua como idioma oficial de toda la región y establecido que todos los funcionarios públicos deben hablarlo, sin considerar los problemas que esta decisión genera para los indígenas amazónicos que viven en la provincia de La Convención”. En ese mismo sentido, la ciudad de Abancay, capital departamental de Apurímac, se resiste a dejar los beneficios con los que ha sido favorecido hace muchos años para repartirlo entre las demás provincias.
Hace unos días el paro iniciado como medida de protesta por los abanquinos se levantó para negociar con las autoridades del gobierno, pero como estas negociaciones no llegaron a buen puerto, el Frente de Defensa de Apurímac decidió reiniciar el paro. Sin embargo, ayer, se declaró en emergencia la provincia de Abancay por 60 días con la finalidad de mantener el orden. Así, el gobierno no solo jaquea la protesta, sino que empeora la situación en aquel departamento.
¿Qué se puede hacer? Antonio Zapata sugiere reordenar la demarcación asumiendo el divorcio entre las provincias de Apurímac que viven peleando. Para ello, es necesario una acción decidida del gobierno que no se limite a solucionar los problemas coyunturales, sino que emplee mecanismos de consulta ciudadana que permitan solucionar estos conflictos y mejoren la convivencia entre las provincias de nuestro país.

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