Un año de esperanza 2022

Por: 

Salomón Lerner Ghitis

Nos vamos alejando del año 2021. De la inestabilidad política y de un profundo desentendimiento entre los peruanos, poniendo en riesgo la confianza entre gobernantes y gobernados, con un sistema pandémico que nos encontrará en mejor posición, acercándonos a una tercera ola con casi un 80% de personas vacunadas y una precaria reactivación económica, con menos empleo, más informalidad y necesidades de programas de seguridad alimentaria para contrarrestar el aumento del hambre y la desnutrición.

Iniciamos el mes de enero del 2022 con la oposición apoyada por la mayoría de medios de comunicación y que gobierna mayoritariamente en el Congreso a través de acuerdos que ya han hecho retroceder los avances en la reforma política, especialmente en asuntos electorales; y en la reforma educativa, en el sector universitario especialmente, defendiendo intereses privados particulares. Asimismo, esta oposición aún persiste en la vacancia del presidente Castillo desde el mismo 28 de julio, usando como bandera para justificar sus movilizaciones y creando las condiciones que perturben la marcha económica y social del país.

Ante esta situación, ha resultado muy preocupante el nivel de violencia contenido en las expresiones de los electores, al tener visiones distintas sobre lo que conviene al país y sobre todo, lo que nos conviene a cada uno de nosotros. Pensar en nosotros mismos y nuestra sociedad particular que excluye al otro, más aún al otro diferente, ya sea de otro barrio, de otra ciudad, de otro sentido estético o cualquiera que sea diferente. Estamos separados de nosotros mismos, de lo que amamos, de lo que nos da placer, de lo que queremos como seres humanos sociales. Tenemos miedo a sentir y saber que lo que nos une al otro es que somos parte de un mismo todo. Si una parte falla, todo falla y somos incapaces de notarlo es porque estamos escindidos[1]

Ha llegado el momento de atender el llamado del pueblo, y no, el del mercado. La pandemia lo traduce más claro: la insuficiente atención a las mayorías por las ambiciones de grupos liderados por expertos académicos desfasados de la realidad. Han hecho que la vida que viven millones de nuestros compatriotas sea de una gran inequidad, por lo que se requiere un trato más solidario con la convicción que sólo la democracia, en todos los niveles: local nacional y regional, podrá resolver las necesidades de cada ser humano.

Estas premisas son capaces de crear las esperanzas del año 2022. Y hay que estar alertas, para que esta genuina democracia, que requiere de una gobernanza para restaurar la confianza y que exista finalmente una lucha frontal contra la corrupción y la inseguridad ciudadana.

El primer mandatario debe encabezar este desafío, ponerse a la altura y dar el ejemplo ante el pueblo peruano. Debe comenzar a combatir los asuntos importantes que el país reclama, como la falta de agua, alcantarillado, conectividad, salud y educación de calidad, apoyo a los millones de campesinos, viviendas sociales, programas de seguridad alimentaria, acabar con la desnutrición y anemia para los más necesitados.

Se requiere iniciativas razonables y solidarias que sean compatibles con cualquier programa que privilegie, sobre todo, al ser humano y no al mercado. Si sólo podríamos reducir la informalidad y disminuir la elusión y evasión tributaria, representaría el 8% del PIB y habría más recursos para atender la situación de una mayoría de ciudadanos en salud y educación. Continuar con el exitoso programa de vacunación e iniciar la atención primaria de las enfermedades comunes y tradicionales. Comenzar el año escolar con una presencia a los niveles inicial, secundario y universitario, entregando el programa curricular de la educación con calidad reclamado por la ciudadanía. Y la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Descentralización del MEF para agilizar y fiscalizar las transferencias de dinero para las mas de 1,700 obras trabadas en la actualidad. La reactivación de los sectores pesca, agrícola, forestal y turismo, impulso a los créditos para la micro y pequeña empresa y recortar los contratos de asesoría en la administración pública. Crear un millón de empleos, de los cuales cien mil serían para los jóvenes.

Si en las próximas semanas recuperamos una mayor confianza con designaciones oportunas en sectores claves de la conducción económica y social del país y una apertura a la inversión privada, podemos inclusive superar la meta del 2 al 3% de crecimiento. Este esfuerzo debe ser acompañado por el Congreso de la República, en lugar de tener una actitud obstruccionista y de intereses particulares; debe primar los intereses nacionales y el compromiso con los votantes que depositaron su confianza en esta representación del Parlamento.

Todos iguales sin supremacía ni racismo, todos juntos unidos podemos enfrentar los retos del 2022 con la esperanza, como siempre hemos sido,  como emprendedores e innovadores, características que nos han identificado a los peruanos en las últimas décadas.

[1] Parte de estudio y reflexiones realizadas por las psicólogas Andrea Lerner K. y Verónica Mujica G. Publicado en OtraMirada