Nuestro clima es nuestro futuro

Por: 

Humberto Campodónico

Energías renovables para el cambio de la matriz energética

Los efectos negativos del cambio climático sobre nuestro planeta aumentan día a día, afectando a todos los países, incluidos los países industrializados, que hace poco sufrieron enormes inundaciones que causaron centenas de muertos en el norte de Europa. Aquí tenemos inundaciones, Fenómenos del Niño, deshielo de glaciares, friajes, entre otros.

Por eso, los países han tomado una serie de medidas en el marco de los Acuerdos de París para limitar el aumento de la temperatura global entre 1.5 y 2 grados centígrados, con respecto de la Revolución Industrial del Siglo XVIII. Esto significa, en concreto, reducir las emisiones de CO2 provenientes de la “quema” de los combustibles fósiles (hidrocarburos y carbón), que, al perforar la capa de ozono de la atmósfera permiten la entrada de los rayos ultravioleta, aumentando la temperatura mundial.

En ese contexto, el gobierno peruano se ha comprometido a: 1) incrementar su “ambición climática” lo que implica reducir en 40% sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) al 2030. 2) alcanzar la carbono-neutralidad en el 2050, lo que requiere reducir a cero (0) las emisiones netas de dióxido de carbono (CO2), entre ellas la del metano, el carbono negro y los óxidos nitrosos. 

El cambio climático, entonces, ha modificado, ya, sustancialmente la manera tradicional de enfocar la política energética. Se consideraba que esta última pertenecía al “ámbito” de Energía y Minas, que decidía las políticas del sector, en particular las que se refieren a la generación de energía eléctrica y la explotación de hidrocarburos. 

En la generación de electricidad, la orientación general apunta a disminuir progresivamente la generación con centrales a diésel, las que han sido reemplazadas con centrales térmicas a gas natural, que contamina menos. Y, desde el 2008 existe el DL 1002 que promueve la puesta en marcha las energías renovables: solar y eólica(1)

Pero no se han cumplido las metas y, actualmente, solo el 5% de la generación de electricidad proviene de energías renovables. Por ello, hace poco el anterior gobierno dispuso que, al 2030, el 15% de la energía eléctrica provenga de energías renovables, de manera que el Perú cumpla con los compromisos adoptados en el marco del Acuerdo de París. Cumplir esta meta no es fácil, ya que implica grados de contradicción con las empresas que, hoy, generan la mayor parte de la electricidad, sobre todo, las centrales a gas natural. 

Lo mismo sucede en el campo de los hidrocarburos, que son la principal fuente de energía en el Perú, sobre todo para el sector transporte, tanto en las ciudades (transporte público), como en el ámbito interprovincial y particular. En este caso no aplican las energías renovables (solar y eólica) sino, fundamentalmente, el paso a la electromovilidad (autos, buses y camiones eléctricos con baterías de litio y empleo del hidrógeno verde), así como el impulso a la movilidad urbana con tracción propia (bicicletas).

El sector transporte, como se aprecia, es el más complicado, y se prevé que la transición energética que disminuya el consumo de los combustibles fósiles dure varias décadas. Es aquí donde se ubica el rol del gas natural como combustible “puente” de esa transición, debido a que es 40% menos contaminante que los combustibles derivados del petróleo. En este campo, la próxima inauguración de la Refineria de Talara (en noviembre de este año) contribuye a la descontaminación pues las emisiones de azufre bajarán de 2,500 a 50 partes por millón (ppm), lo que luego se reducirá a 10 ppm con la entrada de la tecnología Euro 6.

Ese marco nos indica que debe promoverse el uso del gas natural vehicular, en sustitución de las gasolinas y, también, del GLP vehicular, que son más contaminantes. Lo mismo aplica para el GLP utilizado en los hogares para la cocción de alimentos y el agua caliente, que debe ser sustituido por la masificación del gas natural a los domicilios, con la construcción de una red nacional de gasoductos, lo que incluye el gasoducto sur peruano y la masificación de las 7 Regiones (Ucayali, Ayacucho, Junín, Cusco, Huancavelica, Puno y Apurímac). 

Los planes alternativos y el necesario rol del Estado 

Para avanzar en esta dirección, muchas grandes empresas internacionales que usan combustibles fósiles, ya han comenzado la transición a las energías alternativas no contaminantes. En EEUU, el presidente Biden anuncia que, en el 2030, el 50% de ventas de autos nuevos debieran ser eléctricos. Sería un gran cambio, claro. Pero, ojo, el stock de autos a gasolina existentes todavía ocuparía el lugar preponderante durante muchos años. 

En el caso peruano, un análisis reciente de Deloitte, titulado “Hoja de Ruta de Transición Energética hacia un Perú sin emisiones 2030-2050”, se plantean escenarios para la descarbonización. En el escenario “Ambición creciente”, el consumo energético final afirma que los derivados del petróleo y el gas natural, disminuyen de 65 a 52% al 2050, mientras que esa misma disminución, en el escenario “Desarrollo Verde”, pasa de 65 a 35% en el mismo periodo. O sea, estamos frente a una transición energética de larga duración, pero absolutamente necesaria. Lo clave es que la generación de electricidad con energías limpias aumenta, de 20% a 41 y 62%, en los mismos escenarios señalados antes (ver gráfico).


Fuente: Deloitte, https://bit.ly/2W1nL1a

De otro lado, hace poco el Banco Interamericano de Desarrollo publicó el Informe “Costos y Beneficios de la Carbono Neutralidad en el Perú: Una evaluación robusta”. Allí se analizan las sendas para alcanzar dicha carbono neutralidad al 2050 y se concluye, no solo que es factible alcanzarla, sino que se obtendrían beneficios económicos netos, al 2050, de US$ 140,000 millones(2). Estos provendrían sobre todo del sector transporte (US$ 92,000 millones), seguido de agricultura (US$ 29,000 millones), residuos (US$ 17,000 millones) y energía (US$ 2000 millones). 

Este nuevo camino hacia las energías renovables y limpias implica también un cambio de las políticas neoliberales que rigen desde hace 30 años. Se debe recuperar la capacidad del Estado para decidir la estructura de nuestra matriz energética en los próximos 30 años, lo que nos lleva a potenciar a Petroperú y Electroperú, que son las herramientas del para avanzar en dicha dirección. Esto ciertamente implica, también, que muchos de los importantes sectores y actores energéticos actuales (que queman combustibles fósiles) dejarán de serlo. Muchos de ellos se opondrán, pero otros tomarán la posta y, ojo, otros grupos energéticos optarán por transitar hacia las energías limpias. 

Es importante analizar la experiencia de otros países, como Chile, que en el 2016 promulgó el Decreto Supremo # 148 que aprueba el Plan “Energía al 2050”. El Plan fue preparado 27 miembros, entre los que estuvieron los principales productores y consumidores de energía (Consejo Minero, Asociación de Generadores de Energía y de gas natural), así como la comunidad académica, las ONG ambientalistas (WWF), defensores de los derechos indígenas y, también, de protección del consumidor(3).

Energía 2050 dice que Chile debe cumplir su compromiso de reducir en un 30% las emisiones de gases de efecto invernadero al año 2030. Para ello aprueba una amplia gama de políticas y metas cuantificables. Mencionemos una: las fuentes de energías renovables (no contaminantes) tendrán una participación del 70% en la generación eléctrica. Un tema clave: “el Ministerio de Energía será encargado de liderar la implementación de la Política Nacional de Energía, realizar su seguimiento y realizar un informe anual de sus avances al Consejo de la Sociedad Civil del Ministerio de Energía” (DS # 148, Art. 2).

Hay varias cosas claves acá. El Estado (no el mercado) lidera un esfuerzo concertado con todos los actores de la sociedad. El compromiso es vinculante para todos pues se plasma en un Decreto Supremo. Y el Ministerio de Energía, bajo responsabilidad, lidera su implementación.

Qué diferencia con el Perú, donde no hay un Plan Energético de Largo Plazo. Lo único que hay son “planes referenciales”, o sea proyecciones lineales de oferta y demanda. Y no es que falten profesionales, que los hay y muy buenos. Ni tampoco que no haya planes, pues tenemos la “Nueva Matriz Energética Sostenible (NUMES), financiada por el BID en el 2012 y que duerme en alguna gaveta.

Necesitamos entonces un Plan Energético de Mediano y Largo Plazo que integre de manera ordenada ese nuevo rumbo. No basta con cambios solo a la ley 26221, Ley de Hidrocarburos de 1993, o nuevas modificaciones a la Ley 25844 de 1992. Todos los actores involucrados deben participar de una discusión amplia, ordenada y cabal que nos permita planear nuestro futuro al 2050. 

Ese es el camino que nos llevará al cumplimiento de las metas comprometidas por el gobierno peruano en el Acuerdo de París, lo que implica poner en marcha el Plan Nacional de Adaptación (PNA), adoptado en junio pasado. Dijo el ministro del Ambiente, Gabriel Quijandría, que “el PNA es el resultado de un amplio proceso participativo con todos los sectores del país, de manera presencial y virtual” Perú aprueba Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático hacia el 2050 (Gestión, 09/06/2021). Es importante anotar que el PNA ha incorporado las áreas temáticas de turismo y transporte, que se agregan a las ya establecidas de agua, agricultura, pesca y acuicultura, bosques y salud. Así, el PNA es un insumo para la Estrategia Nacional para el Cambio Climático al 2050 (ENCC), que está en preparación.

El problema acá es que el Plan ha sido adoptado “por consenso”. Dijo el ministro Quijandría: “si todos los sectores del país se comprometen en su implementación, el PNA permitirá reducir y evitar los daños, pérdidas y alteraciones que ocasiona el cambio climático” (Gestión, op. cit). Este es el fondo del asunto. El PNA tiene que ser vinculante. No debe estar basado en “compromisos” que, quizá, “se cumplan”. 

Estamos obligados al cambio, lo que implica que el cambio climático, la preservación del medio ambiente y la generación de energía están íntimamente ligados. Hay sinergias entre ellos, donde todos ganan. No son compartimientos estancos. No solo se trata de cumplir con contribuir a salvar al planeta, sino de cambiar el enfoque económico que nos impide transitar por esa senda que es, a la vez, la que permitirá la disminución de la desigualdad en el acceso a la energía más limpia -y más barata- para millones de peruanos. Así, nuestro buen clima será también la base de nuestro futuro.

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(1) Ver un análisis detallado en, “Transición Energética y Energías Renovables en un contexto incierto”, 15/03/2021
http://www.otramirada.pe/transici%C3%B3n-energ%C3%A9tica-y-energ%C3%ADas...

(2) Los US$ 140,000 millones se obtienen así: US$ 241,000 millones de beneficio bruto, a lo que se le resta el monto de la inversión, que asciende a US$ 101,000 millones. Ver el detalle en, https://publications.iadb.org/publications/spanish/document/Costos-y-ben...

(3) Ver “Energía Perú al 2050”, Humberto Campodónico, 25/07/2016, en http://www.cristaldemira.com/articulos.php?id=2606