Imposible votar por Fujimori
Adolfo Ciudad Reynaud*
En 1992, después del autogolpe, con el entusiasta concurso de abogados empresariales antidemocráticos, Fujimori ideó un sistema para eliminar los sindicatos y con ello el diálogo dentro de la empresa y las entidades del Estado. Una legislación laboral al gusto de sus clientes para acabar con la poca democracia existente en el ámbito laboral. Se trató de un sistema de relaciones de trabajo de imposición vertical y autoritario a través del cual se despidió sin causa a decenas de miles de trabajadores y de dirigentes sindicales.
Piezas clave de esta reforma, que en su mayoría no se ha revertido hasta la fecha, fueron: el despido libre y sin causa, ceses colectivos inmotivados, excesiva contratación temporal (hoy el 75% de los trabajadores formales), la introducción de subcontratación sin límites (hoy el 75% de la minería y otras industrias), reducción de derechos laborales a través de regímenes especiales (Ley Climper para el agro, régimen textil), la eliminación de la negociación colectiva por rama de actividad, la imposibilidad del reclamo colectivo de sindicatos en la vía judicial, entre otros
Antes de Fujimori, a pesar de una serie de problemas, existía una sistema a través del cual trabajadores y empleadores se ponían de acuerdo en el sector privado, tal como lo acreditan los más de 2,400 convenios colectivos que se suscribían anualmente. Pero el Fujimorismo con esa “reforma laboral salvaje”, al decir de Óscar Ermida, la más derechista de América Latina, redujo la tasa de sindicalización del 24% a sólo 2% sólo 6 años después. En la actualidad, 30 años después, apenas se llega al 5%.
Despidió a miles de trabajadores del sector público y los reemplazó por locadores de servicios a través del "contrato de servicios no personales", el precedente del los actuales CAS. Esto es, los sacó de la protección del derecho del trabajo y los incorporó al derecho civil. Un retroceso de casi un siglo. En síntesis, impuso a sangre y fuego, un sistema en donde el empleador hacía lo que quería, con lo que logró bajar los salarios y aumentar las ganancias empresariales.
Cómo se podría votar por la familia Fujimori si sus comandos Colina asesinaron, pocos meses después del golpe de 1992, a Pedro Huilca, máximo dirigente de la Confederación General de Trabajadores del Perú, y a Saúl Cantoral, también el máximo dirigente de la Federación Nacional de Mineros y Metalúrgicos del Perú.
Pero eso no es todo, la misma Keiko Fujimori, 15 años después, presentó en el Congreso el proyecto de Ley del Esclavo Juvenil, que establecía el trabajo sin salario para los estudiantes de educación técnica. También presentó un proyecto que eliminaba la reposición judicial en casos de despido incausado o fraudulento, en contra de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. El Fujimorismo también votó siempre por la prohibición del incremento de remuneraciones para los trabajadores del sector público, a través de las leyes anuales de presupuesto, obstaculizando la negociación colectiva en el Estado.
Y aún así, Keiko Fujimori, se atrevió en el debate presidencial, afirmar que ella se preocupa de “tu trabajo”. Nosotros tenemos memoria, ya sabemos que cuando un Fujimori habla de trabajo, se trata a fin de cuentas de trabajo precario, la antítesis del trabajo decente.
*Abogado laboralista y profesor universitario