Contundente triunfo peronista sobre Macri
Nicolás Lynch
Los resultados de las primarias argentinas, aunque todavía sean provisionales respecto de la elección general, dan un contundente triunfo a Alberto Fernández, candidato peronista, sobre Mauricio Macri, actual presidente y candidato de la derecha neoliberal, con 16 puntos de diferencia (49-33). Este suceso deja diversas lecciones que es indispensable considerar.
Primero, la vitalidad de la impronta nacional popular, que a pesar de la contraofensiva de la derecha con su punto más alto en el triunfo de Jair Bolsonaro en el Brasil, se mantiene como única alternativa a la hegemonía neoliberal. López Obrador y Alberto Fernández están ahora para contarlo.
El nuevo rostro, sin embargo, de Alberto Fernández ha jugado un rol central, haciendo ver que la rotación en el liderazgo al que estamos poco acostumbrados en la región, a pesar de la traición de Lenin Moreno en Ecuador, puede ser muy beneficiosa para unificar un movimiento como el peronista y sumar nuevos sectores al empeño.
Segundo, el único programa de la derecha es el neoliberal de ajuste perpetuo de la economía y mercantilización de la sociedad y la política. Así lo hizo Macri a pesar de todos los pronósticos en contra y los que esperaban una opción desarrollista se quedaron en la ilusión. Las tentaciones de centro o centro derecha, demócratas cristianas o liberal progresistas, en la Argentina y fuera de ella, han sido fagocitadas por el neoliberalismo. Un proceso que ha contado con el aval sino la promoción económica, política y crecientemente militar de los Estados Unidos y las instituciones de que patrocina. La implementación de este programa suele ser a rajatabla, a pesar de que su dureza signifique la pérdida de apoyo popular y una eventual derrota electoral como la que comentamos. La derecha neoliberal confía en otros poderes para sostenerse y quizás también para retornar.
Tercero, las marcas del ciclo progresista, a pesar de todas las críticas, dejan un pueblo con memoria de sus derechos que vuelve una y otra vez a reclamar lo que le pertenece. Este pueblo, peronista en el caso comentado, constituido como sujeto político de cambio y más allá de los errores a veces gravísimos errores de sus líderes, es muy difícil de erradicar.
Cuarto, la alternativa de la derecha una vez en el poder, como lo ha demostrado Macri y también Bolsonaro, es un viraje al autoritarismo, la restricción de la derechos y la represión. Para ello no solo se usan los aparatos policiales sino crecientemente al sistema judicial. En este proceso se busca desacreditar la movilización y la organización popular como herramientas legítimas de acción democrática.
Quinto, el cerco económico, político y también eventualmente militar a las experiencias progresistas, por el peso de la Argentina en el continente, puede aflojar. El destino de Venezuela, más allá de la tozudez de sus líderes, puede empezar a discurrir seriamente por el camino del acuerdo y no solo por el camino del golpe de estado.
Sexto, Cristina Fernández de Kirchner, demonizada al extremo por los medios de comunicación contrarios ha demostrado una generosidad desconocida en ella y en líderes de similar talante, al dejar la candidatura presidencial a Alberto Fernández, de ideas afines aunque distinto temperamento personal. En una política de subjetividades como la argentina y la latinoamericana esto la hace una rara avis que con su actitud permite que se abra el camino de la victoria para su movimiento.
Séptimo, Axel Kicillof, el casi virtual gobernador de la inmensa provincia de Buenos Aires, con una diferencia mayor sobre su contrincante que la que hay entre los candidatos presidenciales, desmiente la leyenda negra construida sobre su persona. Como el ministro de economía de Cristina, responsable de la política económica heterodoxa aplicada, ha sido considerado como el demonio mismo por la derecha neoliberal. Ahoga en la urnas esa visión negativa y permite mirar en otra luz la política progresista que llevó adelante.
Nos quedan todavía dos meses hasta la primera vuelta de la elecciones generales en la segunda mitad de octubre, en los que los candidatos seguirán esforzándose al máximo. Estos resultados, sin embargo, presagian un triunfo progresista que puede cambiar para bien a la Argentina y abrir las puertas a otra correlación de fuerzas en América Latina.
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