La ausencia de propuestas económicas serias de los candidatos que encabezan las encuestas es para llorar, especialmente cuando se acabó el boom de los precios de los metales y los capitales se repliegan, factores externos que explicaron la orgía de consumo, las cifras en azul de la macroeconomía y la reducción coyuntural de la pobreza monetaria del periodo de vacas gordas que, dicho sea de paso, gozó toda América Latina.

Keiko Fujimori, que se ubica en la punta de las preferencias, no ha dicho nada más allá de reforzar programas sociales, hacer conciertos y un discurso demagógico con eso de que no necesita al gran empresariado. Pero sobre relanzar la alicaída economía peruana nada.

PPK, el candidato más cercano a los directorios de las grandes empresas, ofrece básicamente reducir impuestos y de manera camuflada cortar derechos laborales. Aunque de todos, él es el que tiene la agenda de intereses corporativos más afinada con una banda de lobistas bien aceitada como Cecilia Blume que ahora que cambió de look cree que ya nos olvidamos de los cornejoleaks. En fin, el veterano que se proclama como el candidato de los jóvenes, no tiene nada más que ofrecerle al país que un rosario de beneficios al gran empresariado.

Acuña es tal vez el peor. Solo llega a un pueblo y comunidad, reparte tickets para una supuesta rifa de electrodomésticos en la que todos se llevan uno y ya está. Ha llevado el clientelismo fujimorista al extremo. Si Keiko e incluso PPK regalan de todo, Acuña los supera de lejos. La plata como cancha que saca de su universidad y Dios sabe de dónde más, es su única propuesta.

Alan García es el más delirante al ofrecer crecer económicamente 6 por ciento en promedio y reducir la pobreza al 10 por ciento en un futuro tercer gobierno sin explicar ni un poquito el cómo, salvo eso de que del 2006 al 2011, cuando gobernó por segunda vez, se llegó a un crecimiento de 9.8 por ciento en el 2008.

Claro, no dice que en el 2009 se metió un frenazo de 0.9 por ciento fruto del primer golpe de la crisis global. Y menos que fue precisamente ese momento de la historia de la economía peruana reciente en la que vivimos un tremendo auge, todo originado fuera de nuestras fronteras. Ni él mismo sabía cómo llovía la plata en esos años. Pero como considera que los peruanos somos unos zonzos, pretende que creamos que basta con que él sea presidente para que nuevamente regrese la bonanza.

En realidad cualquiera de estos cuatro de llegar al poder van a entregar los miles de millones de dólares que tenemos de ahorro en el fondo de tesorería, fondo de estabilización fiscal y otros chanchitos que se construyeron durante el auge de los metales, a los grupos privados en las modalidades de Alianza Público Privadas. Esa es la agenda común de los cuatro. La diferencia estará en un punto arriba o un punto abajo en coimas y negociados.

La única propuesta económica seria que conozco para industrializar el Perú, promover sectores estratégicos, recuperar recursos regalados a grupos económicos, salir de la economía primario exportadora generando valor agregado y proyectar al Perú de verdad, es la que abandonó Humala ni bien llegó al gobierno.

Me refiero a la Economía Nacional de Mercado planteada por Félix Jiménez y otros economistas peruanos que se han dedicado a pensar y no solo a seguir las recetas del FMI como la sarta de tecnócratas del MEF.

Lástima que no haya una coalición política de izquierda fuerte capaz de retomarla (al menos hasta ahora) y llevarla al debate público. La gente de Unidad Democrática y algún sector del Frente Amplio, que la asume no logran insertarla nuevamente con éxito.

Ah olvidaba el post extractivismo, pero eso es tan marginal y desconectado de las necesidades de la gente que en ningún país de América Latina ha llegado ni al 3 por ciento en elecciones.

Publicado en Diario Uno, 15 de noviembre 2015