Las mentiras del IPE
Carlos Bedoya
Nuevamente el Instituto Peruano de Economía (IPE) nos quiere vender una mentira respecto a la minería y sus efectos en la economía peruana. Hace ya algún tiempo y por encargo de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE) nos dijo la barbaridad de que ese sector económico generaba algo así de dos millones de empleos entre directos e indirectos.
¿Cómo llegaron a esa cifra? Muy fácil. Sin explicar bien por qué, el estudio del IPE multiplicaba por nueve los empleos directos de la gran minería (asumidos en 209 mil – su único dato duro) para obtener la mágica cifra que incluía los empleos que no siendo estrictamente mineros se derivaban de esa actividad. Pero allí no acababa la cosa. Luego volvían a multiplicar esta nueva cifra por cinco, que según ellos, es el número promedio de integrantes de una familia en el Perú, resultando que la minería era la responsable del ingreso de 10 millones de peruanos. Al menos ese número era el que repetía Roque Benavides en cuanto foro se presentaba como cuando vino el nobel Paul Krugman en marzo del 2014 para dar una conferencia en Lima.
Ahora como entonces, el IPE vuelve a sacar un dizque estudio, esta vez patrocinado por la CONFIEP, la Cámara de Comercio de Lima y la Sociedad Nacional de Industrias, en el que sumando papas con camotes (inversión minera + producción minera + nueva inversión relacionada) nos engaña diciendo que los conflictos sociales relacionados con la minería son los culpables de que el Perú pierda 67 mil millones de dólares en los últimos años al frustrar la ejecución de quince proyectos mineros donde resaltan Conga y Tía María.
Para ellos no es relevante el tremendo hecho de que los precios de los metales salieron del boom para regresar a sus niveles históricos de largo plazo, que es en realidad lo que está detrás del repliegue del financiamiento de la mayoría de proyectos mineros. Por ejemplo, la Anglo American se echó atrás respecto del proyecto Quellaveco, no obstante de que tenían la licencia social de la comunidad y el apoyo del gobierno regional de Moquegua.
Pero no. La arbitrariedad total de estos estudios - que se venden como muy serios - es asumida sin chistar por la prensa concentrada que empieza a pedir opinión para hacer notas periodísticas que nada tienen de técnicas, ni económicas, sino que son pura política, calentando el escenario electoral del 2016. De lo contrario el director de Perú 21 no se hubiera arañado tanto con que Germán Alarco, uno de los pocos economistas serios que tenemos en el país no haya querido ser parte del coro que bendecía los números del IPE, cuando le consultó su opinión respecto de ese documento. Alarco que aludió a la verdadera causa del repliegue de la inversión en la minería, fue invitado a reescribir su artículo con la frescura que da el poder de quienes ponen la agenda nacional. Pero ojo que aquí el tema no es solo de libertad de expresión, sino que nos venden gato por liebre y de eso hay que dar cuenta.
Añadir nuevo comentario