La Resaca de Nadine
Carlos Bedoya
Mucha razón tenía Don Isaac Humala cuando se refería a Nadine Heredia como borrachita de poder. Aunque ni él ni nadie podía imaginar las consecuencias de la prepotencia y autoritarismo desplegados en los últimos cuatro años por la primera dama. Los impactos calamitosos son en primer lugar para el propio gobierno, y en segundo lugar -pero más de largo plazo- para el movimiento político nacionalista que un día encabezaron y que los llevó a palacio.
De 47 congresistas hoy solo tienen 28. Y francamente nadie se cree el cuento de que se fueron por tránsfugas, porque esa figura más bien se aplica a quienes se acercan al poder y no a quienes se alejan de él. ¿O le van a decir a un parlamentario que su desempeño es mucho más potente fuera del oficialismo, juntándose como pueda para formar una bancada que le dé respaldo?
Eso no tiene sentido y menos para tantos. No se puede acusar a 19 parlamentarios de traidores. Se fueron por el maltrato, el veto y la verticalidad de Heredia, hoy por hoy, la peor asesora que ha tenido un Presidente de la República. Es que no sabe tratar con operadores políticos, sino solo con sirvientes.
Por ejemplo, en plena Rebelión de los Pulpines, fue Nadine la que insistió con que no pasaría de una marchita. Allí perdió a Tejada y el poco respeto que aún se le tenía a Ollanta en el país. Antes de eso, por más que le pidieron que no lo haga, impuso a Solórzano como candidata a la presidencia del Congreso vetando a Marisol Espinoza y prácticamente expulsando a varios congresistas que hoy conforman la bancada Dignidad y Democracia, los que terminaron siendo el fiel de la balanza para que el gobierno pierda la conducción de la mesa directiva del Legislativo.
Ahora se impuso nuevamente y a pesar que todos vimos al pobre premier Pedro Cateriano pedir casi por favor que la oposición no le censure al ministro de Justicia, reconociendo que no tienen cómo defenderse en el Parlamento, Heredia se salió con la suya y mandó a sacar del cargo a la procuradora de lavado de activos, Julia Príncipe. Tremendo error que revela que ha perdido totalmente el sentido de la realidad y de la correlación política.
Peor aún cuando una característica particular que diferencia a este gobierno de los últimos dos, es que a pesar de estar en el último año de gestión (normalmente en esta etapa se deja en paz a los presidentes ya en calidad de patos rengos y todo mundo se concentra en las elecciones) sigue siendo el centro de la coyuntura política.
Eso hará de estos últimos meses de gobierno un periodo particularmente peligroso, no solo para el Presidente y su esposa, sino para el país en general. Ojo que se vaya a producir un guatemalazo. No es descabellado pensar en eso.
Pero al margen de especulaciones ¿qué es lo más factible que pueda ocurrir? En primer lugar, gran parte de las bases nacionalistas aún leales al Presidente se van a terminar yendo. Allí tienen un rol específico Sergio Tejada y Marisol Espinoza como polos de atracción del nacionalismo aburrido de un líder de capa caída.
En segundo lugar, Milton von Hesse pensará dos veces si está dispuesto a quemarse candidateando por Ollanta-Nadine. Asimismo, ante tanta debilidad del gobierno, diversos sectores de la derecha económica aprovecharán para pedir más beneficios a cambio de un poco de estabilidad política, lo que es indirectamente proporcional a la estabilidad social.
Alan y Keiko seguirán moviendo la coyuntura y dejando sin aire a Ollantine con las agendas y las acusaciones de corrupción (con ayuda de la prensa concentrada) sacando del contexto temas incómodos para ellos de cara a las elecciones.
Y todo indica que a Humala le va a ir peor que a Toledo en las elecciones del 2006. Puede que ni siquiera pasen la valla electoral. ¿Y la izquierda? Hasta el momento en nada, por lo que rápidamente debe llegar a un acuerdo electoral para insertarse en la escena política o prepararse para ser aplastada por mucho tiempo.
Publicado en Diario Uno, 22 octubre 2015
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