G20: a la caza del Octubre Rojo
José F. Cornejo
Este fin de semana se reunió en Brisbane Australia, el G20, un grupo informal de países desarrollados y emergentes que tuvo su primera reunión el 14-15 Noviembre del 2008 en Washington D.C., EE.UU., como consecuencia de la crisis económica de setiembre de ese año, y que marcó el fin del G7 como grupo exclusivo de los países industrializados que dirigieron, hasta esa fecha, los rumbos de la economía mundial. En las diferentes cumbres del G20 se han estado discutiendo estrategias para evitar una nueva crisis económica: medidas para estimular el crecimiento de la economía mundial, así como reformas para consolidar la transparencia y la regulación de los mercados financieros, y sobre todo, reformas a las instituciones de Bretton Woods (el FMI y el Banco Mundial). Las cumbres del G20 no han cumplido con las promesas de reformas firmadas en la primera declaración de Washington el 2008, en gran parte, debido a la oposición del Congreso de los EEUU a cualquier tipo de reformas en las instituciones de Bretton Woods. Además, en vez de reforzar el clima de cooperación internacional para enfrentar los problemas surgidos con la crisis económica del 2008, los EEUU con su proyecto comercial del TPP, para la región del Pacífico, y del TTIP con la Unión Europea, buscan proteger su moneda y sus mercados, marginando a los países emergentes de los BRICS de estos acuerdos comerciales.
Rompiendo con la cortesía diplomática que se espera de todo país anfitrión, el Primer Ministro australiano Tony Abbott, ha realizado declaraciones muy duras en contra del presidente Putin por la actual crisis en Ucrania, sumándose a los países de la UE y a los EEUU que reclaman mayores sanciones económicas en contra de Rusia. A su llegada a Brisabane, en una conferencia ante jóvenes universitarios, el presidente Obama repitió sus acusaciones lanzadas hace un mes en la ONU comparando a Rusia con el Ebola, estigmatizando a Moscú como un grave peligro a la paz mundial. En vez de abordar el urgente problema de una economía mundial en recesión, todo parece indicar, que los países occidentales quieren seguir azuzando un clima de nueva guerra fría con Moscú y han buscado convertir la Cumbre del G20 en Brisbane en un deslucido “remake” (segunda versión) de la película “A la caza del Octubre Rojo”.
A la política de sanciones económicas tomadas por los EEUU y la Unión Europea en contra de Rusia, algunos analistas consideran, que la brusca caída en los precios del petróleo en las semanas pasadas, que han llevado el barril de petróleo a bajar la barrera de los U$80 dólares, es una medida concertada entre los EEUU y Arabia Saudita para aumentar el castigo a la economía rusa, y de paso, a la de otros países productores en la línea de mira de Washington, como Irán, Venezuela y Ecuador.
Los países emergentes de los BRICS, que adquieren cada día más un rol predominante en la economía mundial, y según el reciente informe del FMI, serán hacia el 2050, las primeras economías del mundo, desplazando a los países de la Unión Europea y dejando solamente a los EEUU dentro de las 10 primeras economías mundiales, han manifestado publicamente su oposición a esta política de sanciones en contra de Moscú, así como a los intentos de buscar separar a Rusia del G20.
En su camino hacia la reunión de Australia el presidente Putin hizo declaraciones desafiantes ante estas maniobras de los países occidentales en contra de Moscú. Criticó la política de sanciones anti rusas como contrarias a los principios básicos que rigen el G20, considerándolas además como ilegales según el derecho internacional y los acuerdos vigentes en la Organización Mundial de Comercio. Seguidamente el presidente Putin señaló que la economía rusa está preparada para enfrentar esta nueva crisis, y que Moscú ha considerado todos los escenarios posibles, incluyendo la llamada caída catastrófica de los precios en el sector energético, para garantizar la estabilidad económica de su país y el bienestar de su población. Finalmente ha recordado la firme determinación de su país, junto a los demás países BRICS, de alejarse de los dictados de los mercados anglosajones, donde todo el flujo del comercio está en dólares, y seguir extendiendo el uso de sus monedas nacionales en sus intercambios comerciales.
La Cumbre de los G20 de Brisbane ha sido una de las últimas oportunidades para concretar reformas concertadas en las instancias económicas internacionales para evitar una nueva recaída de la economía mundial, que todo deja prever, tendrá más graves consecuencias que la del 2008. Por sus declaraciones en la Cumbre de Brisbane, los países occidentales insisten en comportarse de manera perniciosa y poco constructiva en la escena internacional, trastornados ante el escenario de su creciente decadencia. En su comunicado ante la Cumbre del G20, los BRICS han manifestado su decepción ante el bloque de las reformas del FMI y del BM, y reiterado su compromiso de seguir construyendo las nuevas relaciones económicas y comerciales del mundo multipolar del siglo XXI.
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