Miguel Checa y Checa, visionario del agua

Por: 

Guillermo Russo Checa

Discurso de Guillermo Russo Checa en la presentación del libro “Miguel Checa y Checa, visionario del agua” en la FIL 2024

«Las aguas no son como espejos, sino como corazones; de las aguas no se borra jamás la huella de lo que un día vieron» Camilo José Cela Viaje al Pirineo de Lérida, 1965

El libro que presentamos es el testimonio del triunfo de una voluntad férrea, transparente y eficiente, que hizo florecer. a principios del siglo pasado, el desierto del norte del Perú. Es también esta obra una deuda pendiente con la historia, una profecía del futuro, de lo que los peruanos podemos hacer por nuestra gente y nuestra tierra.

Miguel Checa y Checa era un hombre que creía en la agricultura y, además, un visionario en cuanto a la magnitud del valor del agua, cuando se la hace llegar a los miles de pequeños agricultores, tal como así lo hizo.

Sin maquinarias y a fuerza de pico y pala, construyó el canal que lleva su nombre, y lo hizo con su propio peculio, en beneficio de todos. Una obra en ese entonces de 55 kilómetros, que hoy por hoy suma más de 70 kilómetros, irrigando 14,600 hectáreas en beneficio de diez mil usuarios. Esta es su obra fundamental, por la que Miguel Checa y Checa es reconocido a cabalidad como un empresario agrícola progresista, moderno, imaginativo, solidario y fraterno.

Su sagacidad para llevar el agua para hacer florecer el desierto ha servido de germen para el posterior desarrollo agrícola en la región, como fue el caso del algodón pima, junto a ese otro gran pionero, Emilio Hilbeck, lo que ha sido la base de la industria textilera de Piura. El algodón significaba en 1950 el 35% de las exportaciones peruanas y llegamos a tener hasta 75 mil hectáreas dedicadas al cultivo del algodón pima.

Aparte de regalar agua a la tierra, Miguel Checa y Checa contribuyó con muchas otras obras. Cuando se cayó el llamado Puente Viejo que cruzaba el río Piura, él mismo otorgó las garantías financieras para la construcción del nuevo puente. Fue un regalo suyo.  También salvó a Paita de ser azotada por la peste bubónica.

Brindó a manos llenas su amistad al revolucionario Víctor Raúl Haya de la Torre, a Augusto B. Leguía, al gran indigenista Enrique López Albújar y al también presidente de la República en 1936, Luis Antonio Eguiguren.

En 1931 Víctor Raúl Haya de la Torre estuvo en Sojo, la casa hacienda que Miguel Checa construyó y que hoy es patrimonio histórico de la Nación. Fue entonces que Haya de la Torre, quedó convencido de la importancia del gran proyecto Chavimochic, que se ejecutó años después y que nos demuestra que sí es posible hacer florecer nuestros desiertos en beneficio de todos.

También tuvo como huésped en Sojo al que sería rey de Inglaterra, aquel que abdicó por amor en 1936, el entonces príncipe de Gales Eduardo.

Miguel Checa y Checa también fue político, diputado y alcalde de Piura. Un dignatario que no veía enemigos ideológicos, un hombre dispuesto siempre al diálogo y a construir. Le tocó vivir la Guerra del Pacífico, el periodo de los caudillos cuando el Perú parecía desmoronarse, luego la Reconstrucción Nacional, y, en sus últimos años, fue testigo de la masacre de Trujillo de 1932 que se cobró la vida de miles de peruanos.

En un discurso pronunciado en 1925 por su amigo, el escritor Enrique López Albújar, dijo entre otras cosas sobre él:

«Decir “Canal del Chira” es decir Miguel Checa. Y cuando al correr de los tiempos los evocadores de nuestra historia regional, vean surgir por el histórico valle de Tangarará, el vasto panorama de una tierra acuchillada de canales y cubierta de verdor, y de fábricas, de pueblos, de carreteras, esos evocadores pensarán: en este valle hubo un hombre que preparó esto. Y al pensarlo, en sus labios cuajaran estas dos palabras: Miguel Checa».

Pensemos en los años que demoramos hoy en desarrollar nuestros proyectos, cuando Miguel Checa y Checa simplemente se entregaba a hacerlo.

Y ahí está el resultado: El canal existe aún hoy después de cien años.

Y sin ayuda del Estado. Lo erigió él mismo con una voluntad del tamaño de los Andes. Cómo quisiéramos que las 25 regiones del Perú de hoy tuviesen un Miguel Checa y Checa.

Su vida es testimonio de que se puede hacer cosas en el Perú, y hacerlas bien, de manera sostenible, solidaria y transparente.  Pero sobre todo obras que duren y que no vengan amarradas con actos de corrupción.

ONG

A la luz de todo esto hemos decidido crear la ONG Miguel Checa y Checa, dirigida a velar por el manejo eficiente del agua y el desarrollo agrícola sostenible. Quienes formamos parte de esta ONG empezaremos a trabajar en el mismo distrito que lleva su nombre, en su provincia, Sullana, y su departamento, Piura.

También, por qué no, pensar en Poechos, ese gran reservorio, el más importante del Perú, construido hace más de cincuenta años, justamente en una de las haciendas de Miguel Checa y Checa, que le fue entregada a su hijo Vicente Checa Eguiguren, ese gran agricultor. Coincidentemente, hace pocos días ha fallecido el nieto de este último, Vicente Checa Clarkson, quien heredó su sapiencia y coraje. Vicente trabajó su hacienda en Poechos, hasta que fue expropiada en 1969. Pero eso “ya fue”.

Mirando al futuro constructivamente, el tema del agua y la agricultura es la base fundacional para todo el desarrollo en el Perú, más aún con los ingentes recursos hídricos con los que el Perú cuenta. De lo que se trata es de manejarlos bien. La eficiencia también es una parte de la ética, más aún en un país como el nuestro en el que el 30% de la población vive en pobreza.

No olvidemos que en la época preinca e inca la base del desarrollo era el agro, lo cual se evidencia en los andenes y canales que seguimos encontrando. No puede ser que en la Piura del siglo XXI, vivamos con déficit hídrico y del agro a causa de un mal manejo de agua.

No olvidemos que lo que hizo Michel Checa fue en calidad de particular, de empresario agrícola con responsabilidad social e histórica. Supo llenar ese vacío que dejó la ausencia del Estado, así como también lo hicieron Luis Banchero Rossi medio siglo después con la pesca, Alberto Benavides de la Quintana, el gran minero del siglo XX, o Rafael Quevedo, baluarte del desarrollo agropecuario en La Libertad.

El Perú necesita este tipo de hombres que no buscan la ganancia rápida, sino que arriesgan para ganarle a la pobreza. Pero se necesita del músculo del Estado. Por ejemplo, Poechos está hoy colmatado, funcionando solo al 40%. Tenemos que ver esto como una inversión y no como un gasto.

¿Cómo puede ser posible que Poechos siga colmatado y no busquemos una solución técnica y real? Son urgentes las soluciones a corto plazo, de lo contrario nos puede afectar terriblemente: un fenómeno del niño más y Poechos se podría rebalsar, llegando incluso a generarnos problemas fronterizos con el Ecuador.

Mencionemos ahora el proyecto Puyango-Tumbes, este plan de irrigación fronterizo de aguas que nos llegan del Ecuador. ¿Cuánto ha invertido el Perú en el Puyango-Tumbes que podría funcionar como un flamante Maserati, pero apenas camina como un Volkswagen del 68? Miremos a Tumbes, que es un hermano gemelo de Lambayeque y Piura, porque las aguas de estas tres regiones se integran geográficamente y no a través de sus políticos.

Cuando Javier Pérez de Cuéllar fue nombrado primer embajador de Perú en la Unión Soviética, llevó a Moscú el proyecto del Alto Piura y Olmos, pero pareciera ser que por la falta de acuerdo entre los piuranos y lambayecanos esto no prosperó, y hoy Olmos es el Maserati, mientras el Alto Piura sigue siendo un Volkswagen de los años cincuenta.

Un último estudio se ha hecho en Tumbes en el 2002. ¿Cuánto nos cuesta Puyango-Tumbes solo en burocracia? Cinco millones de dólares anuales. Entonces, ¿cuánto nos ha costado en cincuenta años? 250 millones de dólares en burocracia. Siendo un tema de Estado no hay políticas claras y esto es funesto en nuestro desarrollo.

Veamos ahora el caso de la ANA, la Autoridad Nacional del Agua, creada en 2008 para administrar y gestionar los recursos hídricos de las distintas cuencas. Debería dársele al ANA mayores recursos humanos y financieros para fortalecerla hasta lograr que sea eficiente y brazo fundamental para el desarrollo de la infraestructura hidráulica del Perú, que, según el Banco Mundial, está en nuestro país con un serio déficit y en la cola en cuanto a seguridad hídrica se refiere. Las inversiones necesarias, según este organismo, ascienden a más de cincuenta y dos mil millones de dólares en canales, reservorios, represas, que permitan el desarrollo de una agricultura sostenible en todo el Perú.

No hay que olvidar que el 85% del agua en el Perú la consume la agricultura. Por eso los miembros de la ONG Miguel Checa y Checa pensamos que la ANA debería ser un organismo independiente y salir del Ministerio de Agricultura: dieciséis jefes en quince años es inadmisible.

Estoy convencido que si Miguel Checa viviera no dejaría que ni una gota de agua que transcurre por Piura acabase muriendo en el mar. Es más, sostengo que él hubiese visto la manera de traer agua de la Amazonia para irrigar la costa. Con solo sacarle cien metros cúbicos por segundo al río Marañón lo afectaríamos en menos del 5% de su caudal. Hoy existen los medios y la tecnología para hacerlo.

Entonces, sí se puede. Esta es una cuestión de decisión política. No se trata de derechas, izquierdas o centros, se trata de nuestro país y su futuro, porque, siendo Perú un país agrario, existen un millón doscientas mil hectáreas bajo riego, y de estas solo el 25% son irrigadas en forma tecnificada. Las demás funcionan por gravedad o inundación, como si todavía estuviésemos en el siglo XVII.  

Se requiere la actuación de la autoridad del agua para que vele frente a las sequías y las inundaciones, así como para el aprovechamiento de las aguas subterráneas, el uso pleno de las represas que disponemos y que lamentablemente son pocas, como son Poechos, Pasto grande, Gallito ciego, Tinajones. Y todo esto ocurre cuando el 95% del agua del Perú está en la Amazonía y no le damos la importancia del caso.

Entretanto seguimos con el mismo problema de hace siglos, como es el fenómeno de El Niño, el cual, en los últimos veinte años nos ha costado diez mil millones de dólares. Así como se habla de prevención de conflictos en lo social, ya es tiempo de hablar de prevención de conflictos en la seguridad hídrica y de construir embalses, reservorios multipropósito, etc.

En 2022 el Sexto Informe de Evaluación del IPCC (expertos en cambio climático), concluyó que el aumento de los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos ha expuesto a millones de personas a la inseguridad alimentaria e hídrica. Los científicos han observado los mayores impactos en África, Asia, América Central y del Sur, las islas pequeñas y el Ártico. Este informe predijo que un calentamiento global de 2 °C expondría a aproximadamente entre 1,000 y 4,000 millones de personas al estrés hídrico. El informe concluye que actualmente entre 1,500 y 2,500 millones de personas viven en zonas expuestas a la escasez de agua.

Según el Instituto del Pacífico, “Si bien los impactos regionales variarán, el cambio climático global alterará potencialmente la productividad agrícola, la disponibilidad y calidad del agua dulce, el acceso a minerales vitales, las inundaciones costeras e insulares, y más. Entre las consecuencias de estos impactos estarán los desafíos a las relaciones políticas, el realineamiento de los mercados energéticos y las economías regionales y las amenazas a la seguridad”.

Como vemos la historia nos alcanza y no podemos llegar tarde y menos desprevenidos. Debemos ser como Miguel Checa y Checa, que supo ver más allá del horizonte de su tiempo y construir un futuro compartido con las generaciones del futuro. Solo así podremos trascender en el tiempo y dejar una huella duradera en la tierra que pisamos.