Mensaje con efecto
Una hora y veinte minutos después de iniciado el discurso presidencial por 28 de julio, las voces que pedían un cierre del Congreso, parecían no encontrar eco en medio de cifras gaseosas y propuestas a futuro sin nada concreto.
Hasta que el mandatario tocó el tema de la reforma política y acusó al congreso fujiaprista de haber modificado las propuestas remitidas por el Ejecutivo, pero sobre todo la de la inmunidad parlamentaria.
En ese momento, las inquietudes por el cierre volvieron a renacer, sin embargo el presidente Vizcarra optó por una salida constitucional que le permite ganar tiempo mientras desgasta más la imagen de un Congreso que no cuenta con la simpatía de la gente que observa un espectáculo diario de impunidad y vergüenza política.
"Adelanto de elecciones" y "nos vamos todos" fue la propuesta presidencial frente a una crisis política que no da para más y en medio de una pugna promovida por un fujimorismo que tres años después de perder las elecciones se empecinó en poner piedras al gobierno de turno en sus dos facetas.
Cabe señalar que ese intento de "petardear" todo responde también al objetivo de desmantelar el aparato de la lucha anticorrupción que mantiene bajo prisión o en comparecencia a los principales líderes políticos.
¿Es viable esta propuesta de reforma constitucional para adelantar las elecciones? El antecedente más cercano que tenemos es del año 2000 cuando Alberto Fujimori, rodeado por los indicios de corrupción y ante el desgaste de su ilegal gobierno se vio forzado a recortar su mandato y convocar a un adelanto del proceso electoral, inhibiéndose de participar.
En ese momento, al igual que hoy, el desgaste político reclamaba esa salida. Diecinueve años después el fujiaprismo unido a los sectores más conservadores de la política peruana intentará desprestigiar este intento de salida política.
Solo tiene dos alternativas: 1) aprobar en dos legislaturas con 87 votos la reforma e irnos a elecciones, o, 2) aprobarlo por mayoría calificada y que sea la gente en referéndum la que decida que adelantemos todo y que se vayan todos.
Será el momento para que las fuerzas políticas progresistas recompongan sus esfuerzos y empiece también un proceso de pedagogía electoral para que no elijamos el mismo tipo de personas que hemos tenido en este congreso marcado por las denuncias de corrupción, acoso sexual, nepotismo y otras perlas. Solo así podremos pensar en un Bicentenario medianamente decente.
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