Machupicchu, compromiso y responsabilidad frente al desafío

Por: 

David Ugarte Vega Centeno

La conservación del Patrimonio Cultural de la Nación continúa siendo uno de los temas actuales que reviste suma preocupación y complejidad, sigue sin una debida y real atención y menos compromiso por parte de autoridades y población, lo que atañe no solo negligencia y peligrosas omisiones de responsabilidad, sino que -y, sobre todo- podrían generarse riesgos muy graves para los monumentos y sitios patrimoniales.   

El asunto se vuelve aún más grave cuando el sitio o monumento es único y reviste valores universales, singulares y excepcionales y está inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, como es el caso del Santuario Histórico de Machupicchu, sitio mixto con contenidos culturales y naturales, que el Estado Peruano se comprometió a conservar y preservar; por tanto, está obligado a cumplir sus obligaciones -a través de los entes públicos competentes- y no solo con la Unesco, sino también con toda la comunidad nacional.

Estamos observando que en estos días recientes se ha desatado una gran contienda para fijar un incremento absolutamente arbitrario de la capacidad de carga en el Santuario Histórico de Machupicchu; de un lado está la autoridad local distrital, los comerciantes y algunos operadores turísticos; y de otro lado están los gremios de turismo que apuestan por un verdadero y real turismo sostenible y el equipo de profesionales y técnicos de la Jefatura del Parque Arqueológico Nacional de Machupicchu. 

Obviamente, los comerciantes y operadores turísticos respaldados por el alcalde del distrito de Aguas Calientes y autoridades distritales de turismo, exigen se autorice el incremento de visitantes, pero sin mayor sustento ni criterios técnicos que garanticen la seguridad y permanencia del monumento; demandan mayor número de visitantes porque importa a sus personales intereses, pero no se detienen a considerar la necesidad de evaluar con criterios científicos de conservación si verdaderamente el monumento puede soportar y por cuanto tiempo a todos los visitantes que se quiere incrementar. 

En el lado de la conservación del monumento encontramos sí, reflexiones y alertas de lo que podría suceder en el corto y mediano plazo, si el incremento de visitantes es acelerado y enfrentado en un solo momento como se pretende erróneamente, sin realizar una evaluación seria y objetiva del estado de conservación que en este momento presenta el sitio, además de los necesarios estudios técnicos y la planificación garante y ordenada que permita decidir con responsabilidad si es posible este incremento, definir los procesos y en qué tiempos o plazos. 

A propósito del deterioro por acción humana, si bien poéticamente se dice que la piedra es eterna, no lo es en la realidad objetiva; las superficies líticas se desgastan y esto es evidente en pisos, escalinatas y muros, basta recorrer el Centro Histórico del Cusco para observar desgaste en los ángulos de las portadas que las personas tocan y en donde se apoyan todos los días. En el caso de Machupicchu la situación es todavía más grave; hay algunos espacios incluso, donde se puede apreciar afloramiento de los pequeños cristales de cuarzo que componen el granito. El desgaste de superficies líticas representa un daño irreversible. Tenemos que tener presente que los bienes del patrimonio cultural no son un recurso renovable y que incrementar la afluencia de turistas sin las garantías de conservación -primero- traerá consecuencias de riesgo muy graves para este emblemático Sitio del Patrimonio de la Humanidad. 

Además, está la sujeción a la normativa vigente, existen leyes, desde la Constitución y la legislación específica de protección de los bienes del Patrimonio Cultural de la Nación, que obliga expresamente al Estado, a las autoridades competentes nacionales, regionales y locales a garantizar su protección y conservación, entonces ¿por qué simplemente no se cumple ni se hace cumplir la ley y las disposiciones reglamentarias?

Definitivamente el escenario que se nos muestra es muy preocupante y lamentable, nos preguntamos ¿Por qué el Ministerio de Cultura no hace valer el principio de autoridad que tiene y sobre todo como garante de la conservación de Machupicchu? ¿Por qué no cumple y hace cumplir las disposiciones legales que rigen para la protección y defensa del Patrimonio Cultural de la Nación?

Ante esta dolorosa situación, en la que vemos con mucha tristeza que los gritos exigentes y exaltados enfocado estrictamente en un desenfrenado afán de lucro económico intentan acallar la razón y sentido que tiene la conservación de nuestro patrimonio cultural para fortalecer la identidad cultural de los peruanos y trascender como Nación, debemos alzar nuestra voz desde la ciudadanía para exigir respeto al derecho que tenemos todos de conservar y preservar Machupicchu en su integridad. Este es un oportuno momento para repensar y actualizar nuestros roles ciudadanos y entender que la conservación y preservación del legado cultural son el sustento de nuestra identidad cultural y que sólo con acciones firmes y concretas que garanticen el buen destino de los bienes del patrimonio cultural, es que trascenderemos en el tiempo.