La izquierda socialista ante la actual crisis política

Por: 

Vicente Otta R.

Adelanto de elecciones y Referéndum

De la estrategia del poder popular a la estrategia del mal menor

Las décadas 60 y 70 del siglo pasado la izquierda socialista peruana, mayoritariamente marxista y mariateguiana, produjo la mayor acumulación de fuerzas lograda en el siglo XX. 
En América Latina se presenta como la corriente socialista más vigorosa y de mayor protagonismo social. La única que logra obtener el gobierno municipal de una ciudad capital en el continente.

Era una fuerza social, política y cultural, sustentada en una amplia y diversificada red de organización en diversos niveles. En la ciudad y el campo había urdido una amplia trama social y cultural. Publica un diario difundiendo el pensamiento socialista y disputaba a las fuerzas conservadoras en todos los terrenos, logrando gran influencia en la intelectualidad, el arte y la cultura.

En 1985 la izquierda socialista organizada en Izquierda Unida-IU- disputa con el APRA las elecciones generales y pasa con ésta a la segunda vuelta. Semanas antes de la segunda ronda electoral, Alfonso Barrantes su máximo líder y candidato presidencial anuncia que IU declina participar en la ronda final de las elecciones. 

Los argumentos eran deleznables pues dejaba de lado el aspecto sustancial: se disputaba el gobierno con la fuerza que aparentando ser de centra derecha se había convertido en el principal soporte político de la gran burguesía y del imperialismo norteamericano.

Abdicaba así de una misión política irrenunciable: mantener las banderas socialistas de igualdad, justicia, soberanía; consolidar las fuerzas acumuladas y dar batallas mayores y decisivas. 

Renuncia de modo injustificado a su vocación de gobierno y poder popular.

Sendero Luminoso y el jaque al izquierdismo violentista

Cuando en 1980 SL inicia su accionar terrorista, la izquierda radical que cuestionaba el liderazgo de Barrantes y era reticente a la lucha electoral, tenía un discurso que hacía de la lucha armada sinónimo de opción revolucionaria, que marcaba la diferencia con el reformismo.

Había cultivado en su militancia un estado de ánimo violentista que se tradujo en la formación de células militarizadas provistas de algunas armas de corto alcance. En algunos casos se expresaba en las marchas callejeras usando bombas caseras, llamadas Molotov, consignas incendiarias y en el clímax de la escenificación bélica se blandía un rifle de madera en los emotivos mítines de la Plaza San Martín.

Cuando SL avanza en sus acciones terroristas y asesina autoridades y dirigentes populares, además de policías y soldados, los izquierdistas de discurso violentista guardaron ominoso silencio. No pocos militantes consecuentes con esta predica, se incorporaron a SL. Mientras la gran mayoría de las dirigencias políticas hacía mutis por el foro o atrapados con las manos en su flamígero verbo, decía vergonzosamente, son compañeros equivocados, desarrollan una estrategia errónea.

En ese momento lo que quedaba de izquierda cavó su sepultura.

Yace ahí hasta la actualidad, porque Fujimori y la derecha más reaccionaria que dirigieron la guerra sucia del estado realizaron una feroz y sistemática campaña de identificación de socialismo con SL. Toda prédica de cambio fue estigmatizada de terrorista.

El mal menor como opción estratégica

De entonces a la actualidad la opción socialista deja de tener presencia significativa, de ser una opción efectiva en la construcción de otro Perú.

Se cobija en la estrategia del mal menor: Fujimori en 1990, Toledo el 2001, Ollanta Humala el 2006 y el 2011, apoya a PPK en la segunda vuelta del 2016.

El 2021 apoya a Pedro Castillo, candidato de Perú Libre, que aparece como una opción de izquierda y presenta consignas radicales que sintonizan con la demanda de la población: Referéndum, Asamblea Constituyente y nueva constitución. 

Los acontecimientos en estos 16 meses ya es historia conocida. Una sucesión de errores políticos y de gestión gubernamental, acompañada de acusaciones de corrupción al presidente y su equipo de gobierno.

La reacción no logra su ansiada vacancia solo porque es más débil que el gobierno que pretende vacar.

Lo trágico es que la militancia de lo que alguna vez fue el movimiento socialista se empecina en mantener como consigna y orientación de sus épicas batallas en redes sociales: ¡Castillo o muerte!

Así como décadas antes conciliaba con el accionar violentista y demencial de SL, ahora persiste en confundir imagen y verbo pueblerino con proyecto popular, tics anti sistémicos con acciones revolucionarias. 

Olvidando que las críticas y acciones contra el poder dominante que pretenden transformación social y política, tienen que guiarse por una voluntad de cambio expresada en programa político.

Nada de eso existe en el actual gobierno que se limita a gestos y estratagemas para sobrevivir en el control del ejecutivo y realiza transacciones de todo tipo para neutralizar los reclamos sociales. Mientras acumula denuncias por corrupción de corrupción, haciendo del gobierno una gestión de amigos y paisanos con escasa o nula capacidad de gestión pública.

Crisis terminal del régimen y de la constitución de 1993

Que las fuerzas conservadoras exhiban escasa o nula capacidad de acción política en su campaña de vacancia del ejecutivo, tiene su explicación en la pérdida de legitimidad de su discurso sobre los años de crecimiento económico. La panacea de la constitución de 1993, establecida ex profesamente para beneficiar a los más ricos y al capital transnacional, se hizo flecos con la pandemia del Covid-19 que azotó a nuestro país de modo inmisericorde: 230 mil muertos, la tasa más alta de fallecidos en el mundo.

Es lo que explica la crisis de los partidos de derecha. No tienen proyecto de país ni programa alternativo al naufragio de la constitución fujimorista. Esta crisis de régimen político no puede ser resuelto con cambios de gobierno ni reformas políticas parciales. Tiene solución en el cambio de la actual constitución hecha de manera mafiosa bajo supervisión directa de Montesinos-Fujimori. 

Adelanto de elecciones, Referéndum y Constitución Plurinacional 

Las tres décadas transcurridas han permitido enriquecer las alternativas populares de nuestro continente. Bolivia, Ecuador y últimamente Chile, países andinos y con población plurinacional han procesado experiencias de cambios constitucionales. En el caso de Bolivia y Ecuador, se han logrado avances trascendentes en el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y la protección de la sostenibilidad ambiental. En Chile el resultado del referéndum sobre la nueva constitución plurinacional propuesta no logró resultados auspiciosos, abriéndose una nueva fase de debate y lucha constitucional.

Perú Libre y Pedro Castillo obtuvieron el triunfo electoral en la segunda vuelta el 6 de junio del pasado año enarbolando la consigna de la asamblea constituyente y el cambio de la actual constitución. Consigna que recogía la enorme frustración de la población en medio del desastre Covid. Fue la razón principal para que diversas organizaciones de izquierda los apoyaran en la segunda vuelta.

El triunfo obtenido no se reduce al voto anti Keiko solamente, es el factor principal pero no el único.

El plan de gobierno de Nuevo Perú asumido por Perú Libre y Castillo para la segunda vuelta, le permitió ampliar sus alianzas y presentar una formal propuesta de gobierno. Dejado de lado apenas llegó a palacio de gobierno

Transcurrido más de un año en el poder estas promesas han sido abandonadas y la conducción del país ha vuelto a la normalidad de gestión neoliberal. 

Perú al Bicentenario sin corrupción guiaba el plan descartado. Se resumía en los siguientes puntos:  

  • Relanzamiento del empleo y la economía popular  
  • Inicio del proceso de segunda reforma agraria
  • aporte justo de empresas con sobreganacias 
  • gas para todos  
  • retorno seguro y oportuno a la educación presencial  
  • convocatoria a referéndum constituyente con gran diálogo nacional y popular  

Plan que mantiene plena vigencia como guía de la lucha popular-socialista

Referéndum y Nueva constitución. Basta del mal menor, retomar la lucha socialista

Ni siquiera han logrado comprar los fertilizantes que son decisivos para la agricultura familiar, pequeña y mediana, que son las que producen los alimentos de la mesa popular. 

El descontento y frustración empiezan a traducirse en protestas y movilizaciones contra el gobierno, empezó en el macro sur y seguirá acrecentándose.
No se trata de hacer recordar a Pedro Castillo que llegó al gobierno con estas promesas. Se trata de que son las reivindicaciones sociales y políticas urgentes de nuestro pueblo y del Perú.

Demandas urgentes que los socialistas debemos levantar como consignas de la lucha popular.

Con estas banderas derrotar a las fuerzas conservadoras y reaccionarias y abrir el camino constituyente.

Referéndum para convocar a la Asamblea Constituyente. En esta orientación debe producirse el adelanto de elecciones generales y aprobar reformas políticas esenciales, que garanticen un proceso electoral y constituyente con mínimas garantías democráticas para el inicio de la renovación política y moral que el Perú demanda con urgencia.