La deuda desbocada empuja a países al borde del default
Alejandro Narváez Liceras (*)
La creciente subida de tasas de interés de los bonos de EE.UU. y el aumento del precio del dólar, han desatado el temor en el mundo de que se produzca una oleada de impagos (default) en decenas de países emergentes cuyas deudas están principalmente, en dólares. Esa subida de tasas de la mano del dólar está provocando una fuga inversora de las economías emergentes hacia Estados Unidos, produciendo a su vez, la devaluación de sus monedas locales. Los países que estarían al borde del default serian: Etiopía, Túnez, Egipto, Pakistán, Argentina, Bolivia, Ecuador, entre otros. Se estima que hay más de 21 países negociando su deuda con una prima de riesgo (costo adicional) de más de 10% sobre bonos EE.UU. con vencimiento a 10 años.
Sobre la crisis de la deuda se han escrito “ríos de tinta”. Cada vez, hay más voces autorizadas como Ray Dalio, quien en un reciente artículo publicado en la revista Time, advierte de que el mundo está al borde de un desorden global. Precisamente uno de los temas que focaliza en su artículo y al que le presta mucha atención, es la crisis de la deuda global. En lo que sigue, intentare responder a algunas de las siguientes interrogantes. ¿por qué ha crecido tanto la deuda mundial? ¿Dónde está el límite a partir del cual empiezan a haber problemas? ¿Es la deuda necesariamente mala?
La deuda no cesa de crecer
De acuerdo a la última actualización de datos de la deuda mundial hecha por el FMI y publicada en setiembre 2023, la deuda total al cierre de 2022 se situó en 238% del PBI global. En términos de dólares, dicha deuda alcanzó a 235 billones (**), lo cual supone un incremento de 200,000 millones de dólares respecto a 2021. Desagregando esa cifra por prestatarios se observa que la deuda pública representa el 92% (91 billones de dólares) y la deuda privada (hogares y empresas) se sitúa en 146% (144 billones de dólares). Según la misma fuente, en 1950 la deuda total estaba en torno al 100% del PBI mundial.
La cifra más reciente de la deuda mundial nos la ofrece el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés) en su último informe trimestral, publicado el 19 de setiembre de este año. Según este informe, los pasivos, es decir, la deuda pública y privada al 2T2023 subió a 336% del PBI mundial. En valores absolutos, dicha deuda seria de 307 billones de dólares, un nuevo récord histórico y 100 billones más que hace una década. El origen de esa cifra astronómica, está en los países más desarrollados liderados por EE. UU., Japón, Reino Unido y Francia, que representan el 67.4%. Un tercio de la deuda (33.6%) es administrado por el bloque de países emergentes, encabezado por China, India y Brasil, principalmente. Entre enero y junio de este año la deuda mundial ha aumentado en 10 billones de dólares.
Por tanto, mirando las cifras la pregunta es ¿por qué ha crecido tanto la deuda y donde está el origen? Los distintos gobiernos siguen empeñados en aplicar soluciones enfocadas en estimular la demanda a través de políticas fiscales expansivas. Por ejemplo, veamos el caso de EE.UU. En este país hubo una transferencia brutal de riqueza desde el gobierno a las empresas. En 1980 la tasa del Impuesto a la Renta de empresas era de 36% y hoy es 15.2%, lo que provocó 50% menos de recaudación tributaria. De manera que, si los gastos son mayores que los ingresos, la diferencia ha sido financiada con deudas. La deuda pública actual de ese país está en torno a 130% de su PBI, más de lo que tuvo que endeudarse para financiar la segunda guerra mundial en 1944. ¿Esa mayor deuda le ha permitido crecer más?, No. ¿Ha sido más productivo? Tampoco. Desde los años 80, las cifras del PBI y productividad, son de decrecimiento, en cambio la deuda crece imparablemente.
Deuda pública vs deuda privada
El origen de las dos últimas crisis económicas más importantes, ambas con epicentro en Estados Unidos, ha sido principalmente, por un exceso de deuda privada, y no de deuda pública. Por ejemplo, la gran crisis de 1929 fue parcialmente resultado de una acumulación de deuda privada que se extendió durante casi una década por varios países. La crisis financiera del del 2008, comenzó cuando el mercado inmobiliario de EE.UU. quebró, el precio de las viviendas se desplomó, los intereses empezaron a subir y, consecuentemente, los impagos y la crisis de liquidez.
Un Estado puede tener déficits constantes y aun así no entrar en default. Además, tiene el privilegio de endeudarse hasta el “infinito”, en cambio el sector privado (hogares, empresas) no lo tiene. Ello ocurre porque los estados no “quiebran”, no perecen en el tiempo como lo hace una persona (familia) o empresa, esto hace que su capacidad para devolver sea mayor, por un lado, y por otro, la deuda productiva, juega un papel importante en el crecimiento económico de un país.
Endeudarse no tiene por qué ser malo
Catalogar a la deuda pública o privada como algo intrínsecamente negativo, no es válido. La deuda productiva (no la improductiva orientada a gastos corrientes) asumida por el Estado, las empresas y familias, desempeña un papel relevante en el funcionamiento de la economía tal y como la conocemos, fomentando el crecimiento económico siempre y cuando las cantidades no excedan los límites soportables. En el mundo empresarial, se conoce como “estructura financiera óptima”. Sin deuda, no hay activos en los que invertir. Sin deuda, no hay ahorro. Son dos caras de una misma moneda. La capacidad de traer ingresos futuros al presente impulsa el crecimiento si se gestiona eficientemente. Si esta capacidad faltara, la economía simplemente se paralizaría. Si no pudiera endeudarme hoy para comprar una casa o invertir en mi empresa, muchos hogares no tendrían acceso a bienes básicos o muchas empresas morirían antes de nacer. Además, la deuda permite redistribuir en el tiempo nuestro nivel de gasto para facilitar el crecimiento y suavizar así los ciclos económicos.
La deuda pública productiva, en ausencia de deuda privada, puede desempeñar un papel fundamental en este contexto. Hay evidencias que muestran que, en periodos de crisis económica, la deuda privada se reduce, siendo los Estados quienes, mediante aumentos de su deuda pública productiva, reactivan la economía y estimulan el crecimiento. En periodos de crisis profunda ¿Cuál habría sido la alternativa? ¿Mercados paralizados y una economía sin lubricación?
Límites de la deuda
¿Existe un límite máximo de deuda a partir del cual empiezan a haber problemas? El FMI y el BM dicen que podría ser el 80% del PBI, al que lo llaman como zona de riesgo. Veamos algunos ejemplos. Japón tiene una deuda de 258%, siendo el más endeudado del mundo y altamente desarrollado. Singapur un pequeño país con una deuda de 134.5% de su PBI, pero con unos niveles de desarrollo envidiables. Por el contrario, hay países como Haití con una deuda de 25% de su PBI, y es uno de los países más pobres del mundo. Sudan un país africano cuya deuda asciende a 155% de su PBI, sin embargo, es uno de los más pobres de ese continente. Los dos primeros ejemplos asiáticos, muestran que sus deudas han sido orientadas a inversiones productivas, mayor competitividad, en suma, mayor desarrollo y bienestar para su gente.
Unas breves conclusiones
El endeudamiento en sí mismo no es negativo, ni lo son las obligaciones que genera. Tanto los hogares, las empresas, como el Estado recurren a ello y, dentro de límites razonables, contribuyen y facilitan un mejor desempeño de cualquier economía.
Una economía con exceso de deuda improductiva, es decir, pasivos asumidos para gastos corrientes, servicio de deuda, exceso de burocracia, llevará a ajustes económicos abruptos y dolorosos, principalmente en los sectores más pobres.
__________
(*) Es profesor principal de Economía Financiera en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y director del Instituto Internacional de Economía y Empresa.
(**) En países que tienen al español como idioma, un billón es igual a un millón de millones.
(***) Este y otros artículos del autor pueden leerse también en: www.alejandronarvaez.com