La apuesta peruana en contra de UNASUR

La Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), el primer acuerdo que busca la integración a nivel de toda Sudamérica, empieza a mostrar significativas señales de consolidación.

Este martes 4 de mayo, los doce países que la integran eligieron al ex presidente argentino Néstor Kirchner como su primer Secretario General a tiempo completo.
En esta cumbre, la gran mayoría de países fueron representados por sus presidentes, con las notables excepciones de Perú y Colombia, los dos más fieles aliados de Estados Unidos en la región. Y es que, justo cuando Sudamérica parece encaminada por primera vez a buscar posiciones conjuntas y un lugar autónomo para presentarse con mayor fuerza en diversos foros internacionales, el gobierno de García está haciendo explícita su apuesta en contra de este diverso bloque y a favor del pequeño eje pro-norteamericano que integra junto a la Colombia de Uribe.
Cuando se estableció oficialmente la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) en mayo de 2008,  Alan García estuvo presente para celebrar el acontecimiento y expresar su confianza que esta plataforma pudiese producir algún día una ciudadanía conjunta y una moneda común, haciendo un paralelo con la Unión Europea. Para agosto 2009, sin embargo, la presencia de García estuvo relacionada con tensiones y fricciones, no sólo en las bromas pesadas que se jugaron él y Hugo Chávez, sino en las explosivas declaraciones previas acerca de un supuesto acuerdo secreto entre Chile y Bolivia.
La ausencia de García y Uribe de la importante cumbre de esta semana en Argentina puede relacionarse con razones políticas muy puntuales. Ellos han tenido diferencias con los demás miembros en temas como la situación política de Honduras (Perú y Colombia reconocieron los resultados de las elecciones que apoyó Washington), el acuerdo militar entre Bogotá y Washington y la candidatura de Kirchner como secretario general.
Esta última fue también objetada por Uruguay, que ha mantenido serias diferencias con Argentina en torno a una planta de producción de pasta de celulosa de una empresa finlandesa en el limítrofe río Uruguay. Pero, a pesar de este conflicto aún no superado plenamente, el presidente uruguayo asistió a la cumbre, retiró su objeción y apoyó la elección de Kirchner en aras del proyecto de integración.
En cambio, Perú y Colombia parecen dispuestos a socavar las posibilidades de establecer posiciones sudamericanas conjuntas en próximos foros como la reunión de Europa y América Latina (ALC-UE), prevista para mayo en Madrid, y la cumbre de la Organización de Estados Americanos (OEA) que se realizará en junio en el Perú. En efecto, un objetivo de la presente cumbre es lograr una posición unificada de los países de la Unasur respecto de la situación de Honduras, así como en los temas del apoyo a Haití y Chile tras los terremotos.
El gobierno peruano parece estar apostando por mantenernos al margen de un proceso de integración que, si bien incipiente, muestra importantes señales de salud. Una de ellas es la diversidad de orientaciones de los gobiernos participantes, como es la participación de Chile, por ejemplo, país actualmente liderado por un presidente de derecha y cuyas orientaciones ideológicas ciertamente difieren de otros miembros como Venezuela. Si Unasur logra definir y presentar posiciones conjuntas en los próximos foros habrá dado importantes pasos que prácticamente no tienen precedentes. Cuando Unasur empiece a lograr avances significativos, ¿estará Alan García dispuesto a explicar al país por qué tanta reticencia para incorporarse a un bloque sudamericano, independiente de las presiones de Washington?
 

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