Insurrección de los "choros" en La Victoria*

Por: 

Fernando Gutiérrez

Quienes en nuestra vida hemos tenido la oportunidad de educarnos y contar con un ingreso regular, bien ganado por cierto (no incluyo a los corruptos y explotadores), debemos saber mantener una actitud ética ante la vida. Toda muerte nos debe doler, como a nuestro poeta César Vallejo. No debemos dejarnos envilecer por quienes justifican las muertes desde uno u otro lado.

Los ‘choros’ justifican hasta su propia muerte porque no tienen autoestima, por ello están dispuestos a matar al prójimo para robarle. Los políticos corruptos y empresarios ambiciosos igual, como hemos visto en Cajamarca, aceptando la muerte de campesinos en nombre del orden y el principio de autoridad, cuando en realidad lo aprueban para asegurar sus negocios privados.

La experiencia personal ingrata que uno haya podido tener con los delincuentes explica que se les tenga rechazo y hasta odio, pero ese sentimiento justificado no es un argumento válido para desearles la muerte y menos alegrarse por ello. Esta vez los policías, felizmente, no sufrieron ninguna pérdida irreparable, aunque es repudiable el ensañamiento que hemos visto contra los que cayeron de sus caballos.

La delincuencia es producto de la vileza del sistema económico y social que las elites dominantes mantienen y recrean para perpetuar su poder sobre el conjunto de la sociedad. Si no se toma en cuenta esto, entonces preparémonos para ver de nuevo, una y otra vez, los hechos de violencia acaecidos en La Parada.

La oportunidad para empezar a cambiar gradualmente esta situación se abrió ahora. Todo el Perú ha puesto sus ojos en La Victoria, ha visto la enormidad del problema delincuencial, una especie de 'levantamiento' que no es popular porque tenía por finalidad el saqueo y el trabajo sucio al servicio de comerciantes inescrupulosos, quienes, por su parte, no tuvieron reparos en mostrar ante cámaras su militancia política en la campaña de revocatoria contra Susana Villarán.

Este es el momento de empezar a encarar el endémico problema social que significan los bolsones que cobijan a la delincuencia. Las autoridades tienen que elaborar de inmediato políticas y dictar medidas hacia ese fin. No sólo la alcaldesa, sino también el gobierno central. Hay que dirigir nuestras energías a exigir a los gobernantes una solución de fondo a la delincuencia e inseguridad en nuestras ciudades, sobre todo.

En La Parada la policía defendió a la ciudadanía frente a la delincuencia. En Cajamarca defendió a la empresa minera Yanacocha contra los pueblos cajamarquinos. En el primer caso, me ubico al lado de la policía; en el segundo, decididamente al lado de los campesinos, comuneros y pobladores que luchan para defender el agua y la vida.

Las cosas no son tan simples y hay que saber diferenciar situaciones e intereses, tratando de no pensar con el hígado.

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