Escalando el camino hacia una guerra mundial
Ariela Ruiz Caro
Gobernantes europeos y la OTAN, enajenados en la lógica de la guerra, se niegan a aceptar la debacle de las tropas ucranianas en el frente, tal como se infiere de lo que señaló el Papa Francisco, a principios de marzo, al sugerir que Ucrania debería rendirse e iniciar las negociaciones de paz para evitar más pérdidas de vidas y el escalonamiento de la guerra.
Dos semanas después de las controvertidas declaraciones de Emmanuel Macron, en las que señaló que no debía descartarse el envío de tropas de combate para la defensa de Ucrania, el presidente francés ha elevado su apuesta bélica. A fines de la semana pasada señaló que Europa no debe permitir que Rusia gane esta guerra y que está explorando todas las vías para evitar su victoria en Ucrania. “Si Rusia ganara la vida de los franceses ya no sería la misma, ya no habría seguridad en Europa y su credibilidad se reduciría a cero”, agregó. Es difícil entender la obsesión belicista de Macron pues cada vez son menos los franceses que defienden el apoyo a Ucrania. Cuatro quintas partes de la población se opone al estacionamiento de tropas francesas en ese país.
Como si la OTAN no hubiera traspasado los límites exigidos por Rusia de no intentar incorporar a Georgia y a Ucrania a esa organización; como si Francia Alemania y Ucrania no hubieran incumplido los acuerdos de Minsk de 2014 y 2015 y como si la CIA y funcionarios del gobierno estadounidense no hubieran orquestado el golpe de Estado en 2014 al ex Presidente pro-ruso de Ucrania, Víktor Yanukóvich, el presidente galo y ex agente bancario de la multimillonaria familia judía Rothschild, radicada en Francia, dice que Rusia lanzó una guerra de la cual es el único responsable. Cual Caperucita Roja dice también que el país eslavo es una potencia desestabilizadora en África y en el tercer mundo. “Hay que actuar rápido”, añade un histérico Macron, y con tono tragicómico dice “no estamos en guerra con Rusia, pero no debemos dejar que gane (…) y no habrá paz duradera si no hay retorno a las fronteras anteriores a la guerra”.
Al día siguiente de esas declaraciones, Macron viajó a Berlín a reunirse con el canciller Olaf Scholz y el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, quienes consumaron un fuerte compromiso de apoyo a la guerra. En una rueda de prensa –en la que estaba prohibido preguntar– Scholz señaló que “estamos estrecha e inquebrantablemente al lado de Ucrania”, a lo que el líder galo añadió: “Estamos unidos, decididos y haremos todo lo posible para que Rusia no gane”.
Los tres mandatarios decidieron adquirir inmediatamente más armas para Ucrania en el mercado mundial. Además, dijeron estar ampliando la producción de equipamiento militar y destacaron avances en la fabricación de artillería de cohetes de largo alcance. A nivel de la Unión Europea aspiran a utilizar las ganancias de los activos rusos congelados para comprar más armas. Al igual que Macron, Scholz aclaró que “no estamos en guerra con Rusia” y que “hoy más que nunca, nuestra unidad es nuestra fuerza”.
Propuestas de paz
En un escenario en el que es evidente, desde hace meses, que la derrota ucraniana no sólo es militar sino también económica –dado que las reiteradas sanciones económicas impuestas a Rusia por la OTAN han impactado en los países europeos con efecto búmeran– circulan las propuestas de paz.
En enero de este año, Volodimir Zelensky aprovechó su participación en el Foro de Davos para solicitarle a su homóloga suiza, Viola Amherd, la convocatoria a una cumbre para definir los términos de un acuerdo de paz, en la que no participaría Rusia. Se trataba de lograr una mejor posición en las negociaciones de paz con su rival, pues su plan estaría respaldado por los miembros de la OTAN y otros países no miembros de la organización. En aquel momento Zelensky no precisó quiénes participarían en el evento, pero afirmó que estaba “abierto a la participación de todos los países que respeten nuestra soberanía e integridad territorial”. Además, señaló su interés en que China y el Sur Global estuvieran presentes.
Zelensky busca lograr un consenso en torno a su propuesta, que combina tres exigencias a modo de ultimátum: la retirada de las tropas rusas a las fronteras de 1991; la responsabilización a Rusia y su obligación de pagar reparaciones a Ucrania –con disposiciones sobre alimentación, seguridad nuclear, energía, ecología–, y cuestiones humanitarias.
Putin ha expresado su desacuerdo al decir que se pretende que Rusia renuncie a las conquistas que hizo en el último año y medio, a pesar de que tanto Ucrania como Occidente “entienden que eso es imposible”. Asimismo, denunció que Kiev realiza ataques contra infraestructuras civiles en Rusia para desviar la atención del “fracaso total” de su contraofensiva. “Intentan demostrar que ellos también pueden hacer algo, pero en lugar de resolver problemas militares están operando de esta manera bárbara. Simplemente están atacando zonas pobladas pacíficas, y con armas indiscriminadas”, denunció, en momentos en que se realizaban las elecciones presidenciales en las que Putin, con una participación del 75% de la población obtuvo el 87% de votos. Los resultados fueron desconocidos por Ucrania y la Unión Europea que argumentaron falta de transparencia, irrespeto a la institucionalidad, represión a los opositores, etc.
En ese juego desordenado de acciones, el canciller de Ucrania, Dimitri Kuleva, dijo que había llegado el momento para pensar en la paz y dio la venia para que Rusia pudiera asistir a la cumbre de la paz en Suiza. Sin ningún rubor, añadió que el gobierno de Suiza también quiere que participe pues se dieron cuenta de que no puede haber paz sin la participación de los rusos. El jefe del ejército de Ucrania, general Oleksandr Syrsky, había dicho el día anterior que la situación en el campo de batalla se estaba volviendo gradualmente más complicada con la amenaza de que las tropas enemigas trasvasen profundamente las formaciones de batalla ucranianas.
Putin respondió diciendo que Ucrania no logró ninguno de los objetivos planteados y que por lo tanto ahora la iniciativa había pasado completamente a “nuestras Fuerzas Armadas”. Dijo que “negociar ahora sólo porque se están quedando sin municiones es algo ridículo para nosotros”. Sin embargo, dijo que están listos para una conversación seria para resolver todos los conflictos por medios pacíficos, pero debemos entender claramente que esto no debería ser una pausa para que el enemigo se rearme sino una conversación seria sobre las garantías de seguridad de Rusia.
Recordó las recientes declaraciones de David Arajamia, uno de los negociadores ucranianos que participaron en las conversaciones de paz con Rusia en Estambul, a pocas semanas de haberse producido la invasión en febrero de 2022, quien reveló que la presión del entonces Primer Ministro británico, Boris Johnson, y el rechazo del gobierno ucraniano a aceptar un estatus de neutralidad que le impidiera unirse a la OTAN, fueron los factores que empujaron a su país a retirarse del proceso de paz. Si el gobierno ucraniano hubiera sido independiente en sus decisiones, se hubieran salvado miles de vidas.
El Papa Francisco
En medio de la negación de la OTAN a aceptar la derrota militar de Ucrania, el Papa Francisco expresó su preocupación por detener la muerte y la destrucción lo más pronto posible. Lo dijo el 9 de marzo en una entrevista difundida por la emisora suiza RSI, en la que exhorta al bando perdedor del conflicto en curso a dejar de arrastrar al país “al suicidio”, tener el valor de rendirse y aceptar las negociaciones, que deberían llevarse a cabo “a tiempo”. “La palabra ‘negociar’ es una palabra valiente”, agregó. “Cuando ves que estás derrotado, que las cosas no van bien, debés tener el valor de negociar”. La cuestión clave en esta situación es, en su opinión, “¿con cuántos muertos acabará el conflicto?”.
Si bien tiene razón en su planteo, éste produjo duras respuestas de Ucrania y sus aliados, así como del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. Este último señaló que “si queremos una solución negociada, pacífica y duradera, la manera de lograrlo es proporcionando apoyo militar a Ucrania”, pues “lo que sucede alrededor de una mesa de negociaciones está indisolublemente ligado a la fuerza en el campo de batalla”. Precisamente por eso, porque la victoria militar de Rusia es clara, no tiene sentido prolongar la agonía y la pérdida de vidas. Sin embargo, los gobernantes europeos y Stoltenberg están enajenados en la lógica de la guerra y no aceptan la derrota. Este último considera que “una victoria de Putin en Ucrania supondrá una derrota para nosotros”.
¿Está Europa dispuesta a enviar tropas de combate a Ucrania y enfrentarse con Rusia? Todo indica que algunos de sus gobernantes sí, y que es la ciudadanía la que tiene el enorme desafío de ponerle un freno a esa locura belicista para evitar el regreso de los jóvenes soldados en cajones. El 19 de marzo Rusia denunció que Francia está organizando el envío de dos mil soldados al territorio ucraniano y que su destrucción será un tema prioritario.
¿Y Estados Unidos? El secretario de prensa del Departamento de Defensa para Asuntos Públicos, John Kirby, ha reiterado que no planean enviar tropas a Ucrania, pero Macron tiene derecho a emitir su opinión, aunque no en nombre de la OTAN. Otro aspecto importante de resaltar es el artículo publicado por el senador republicano Mike Lee en la revista The American Conservative, en el que señala que, si países de la OTAN ingresan tropas en Ucrania, Estados Unidos debe lisa y llanamente retirarse de la organización. “Si somos serios y queremos mantener la hegemonía estadounidense, de ninguna manera nuestra nación debe ser forzada por una Europa dependiente a aceptar el riesgo de la escalada nuclear”. Según Lee, la OTAN puede tener en su seno a Ucrania o a Estados Unidos, pero no a ambos.
Como sostiene el analista José Miguel Villaroya, desde la guerra en Vietnam Estados Unidos intenta no meterse en conflictos donde la baja de militares puede ser muy alta. Es improbable que le declare la guerra a Rusia por Ucrania, lo que no quiere decir que no haga dinero gracias a Ucrania a partir de un discurso sobre la supuesta amenaza y agresión de Rusia. El secretario de Estado, Anthony Blinken, dijo hace unos meses que el 90% de la asistencia de seguridad proporcionada a Ucrania en realidad se ha gastado en Estados Unidos con nuestra manufactura, con nuestra producción. El político recientemente retirado Mitch McConnell también confesó hace unos meses que el dinero en realidad no va a Ucrania, sino a los fabricantes de armas estadounidenses. Hace dos semanas el secretario de defensa, Lloyd Austin, dijo también que el conflicto en Ucrania es bueno para la industria y la economía de Estados Unidos, ya que la ayuda económica a Ucrania amplió las instalaciones militares y creó puestos de trabajo para los estadounidenses.
En este escenario es probable que esta guerra –militarmente ya definida– se extienda y la tensión bélica en Europa y en el mundo se prolongue con impacto en la economía global.