El Perú de Castillo en clave Arguediana y Vargasllosiana

Por: 

Vicente Otta R.

Del pesimismo oligárquico- colonial a la esperanza del Perú andino-mestizo
¿“...se jodió el Perú”? 

Las elecciones últimas de Perú (6 de junio presente) han sido ocasión para que viejos fantasmas insepultos, emerjan con fuerza y se conviertan en pesadillas para toda la derecha nativa e internacional. Cuando propuestas populares de aires jacobinos se vislumbran, las figuras atemorizantes de T. Amaru, Juan Velasco o las grandes oleadas campesinas del siglo XX, retornan del inconsciente colectivo conservador, que se llenan de pánico y violencia, cual bestia herida atacan a diestra y siniestra y olvidan formas y modales democráticos y arman fraudes, terrorismo mediático y patean el tablero. No en vano Pedro Castillo es hijo directo de la Reforma Agraria velasquista, su padre, Ireño Castillo Núñez, obtuvo su parcela de tierra con dicha reforma, de no ser así Castillo sería hoy un siervo de dicha hacienda o un jornalero que, sin educación no hubiese tenido oportunidad de cambiar su destino.  

El masivo y fervoroso apoyo popular que ha provocado la candidatura de Pedro Castillo, virtual presidente electo al 100% de actas escrutadas, ha echado por la borda cada una de las trampas, calumnias y maquinaciones de las fuerzas oscuras y corruptas que se oponen al cambio.

Tanto así, que para reforzar su elenco de conspiradores golpistas han buscado el liderazgo del vocero más reputado del neoliberalismo mundial, el escritor Vargas llosa. Quien paga con este servicio el Nobel y otros galardones y reconocimientos, incluyendo su título de marqués de la nobleza hispana y de Darth Vader del neoliberalismo.

Completa así, un tortuoso y triste deterioro ético que se inicia bastante tiempo atrás pero que algunos éxitos literarios, auténticas corridas hacia adelante, impidieron verlo con claridad.

Como el triste y patético personaje de las llaves del Reino, la novela de A.J. Cronin, termina siendo todo lo opuesto a lo que soñó y pretendía, cuando en su juventud, blandiendo libros e ideales humanistas se jactaba de ser el sartrecillo valiente, emulo del filósofo francés, Jean Paul Sartre.

Triste y solitario final

El texto que ahora compartimos se escribió hace 17 años, su pertinente actualidad es producto de la permanencia de los conflictos socio-culturales que los dos escritores trataron de iluminar los últimos 60 años y aún continúan vigentes.

En este lapso, la presencia de Arguedas no ha hecho sino acrecentarse día a día, mientras que la de Vargas Llosa, se ha ido empequeñeciendo con más prisa que pausa.
En tanto el aliento de Arguedas acompaña y sopla las velas del pueblo que ha hecho de Castillo el presidente del cambio en Perú, el escritor de La Ciudad y los Perros, defiende con uñas y dientes a la candidata del crimen y la corrupción, del establishment. Es la expresión de su decadencia personal y del modelo neoliberal que defiende.      

1. Los años sesenta han sido en el Perú una década crucial

En ella se forman las grandes tendencias socio-político y culturales predominantes hasta la actualidad. Se producen las oleadas de migraciones andinas, se redefinen los lazos con el capital extranjero, hace crisis la industrialización por sustitución de importaciones, se inicia el reformismo militar, se forman los partidos de la nueva izquierda y germina el proyecto político senderista.

Esta década que contiene los rasgos que asumirá la sociedad en los últimos 50 años, tiene dos testigos privilegiados: Mario Vargas Llosa y José María Arguedas, los dos grandes narradores peruanos del siglo XX. Sus obras, particularmente las que mencionamos en este artículo, reflejan como ningún análisis político o estudio académico, los aspectos más profundos, complejos y diversos que encerraba la evolución de la sociedad peruana a lo largo de la fenecida centuria.

A contracorriente de las críticas que lo encasillaban, y en algunos casos pretendían descalificarlo, por indigenista y arcaico, José María Arguedas ha terminado siendo el escritor más moderno y vigente del Perú contemporáneo. Las controversias y críticas que sus obras suscitan (el memorable debate de la mesa redonda sobre Todas las sangres, el año 1965) antes que observaciones de carácter estrictamente literario o lingüísticos han sido de enfoques culturales, de cosmovisiones y epistemológicos. Así en el fondo, lo que ha estado en conflicto han sido la visión criolla euro-céntrica del Perú y su historia (razón colonial) frente a la mirada de la evolución del Perú, desde el socialismo mágico y su entropamiento con el pueblo indio y mestizo, que le permitió auscultar el corazón y las venas ocultas de nuestro país.

2.-Vargas llosa, ¿Adalid de la modernidad o escritor de la desesperanza y anacronismo? 

Desde que en 1971 se publicara “Conversación en la catedral”, y su personaje central Santiago Zavala (“zavalita”) expresara la frase: ¿“cuando se jodió el Perú” ?, ésta ha sido convertida en una especie de interrogante metafísica nacional, quinta esencia de la duda angustiosa que atraviesa la existencia de la sociedad peruana contemporánea. En realidad, esta frase, más bien patética y quejumbrosa, expresa la actitud profundamente pesimista de la clase oligárquica criolla-costeña, que ve derrumbarse el sistema socio-político que había sustentado su dominio durante 150 años de vida republicana. En este sentido, la angustiada pregunta no representa a toda la sociedad peruana, solamente a un segmento de ella, el que presentía su irremediable final. Una vez más, los artistas e intelectuales criollos se asumen como voceros de oficio de toda “nuestra” cultura y estado psicológico. El reputado literato, representante de esta cultura, habla a través de uno de sus personajes y dice lo que los individuos más sensibles del mundo criollo agonizante percibían: Que “su” Perú se había jodido. El apacible y confortable mundo en que unos cuantos miles de terratenientes, mineros y burócratas herederos del poder colonial, vivían cómodamente de la sangre y sudor de millones de indígenas y cientos de miles de coolies y esclavos de origen africano, se perdía irremediablemente.

Ya antes de la reforma agraria de Velasco (año 1969), los cholos habían empezado a “igualarse”, los afro-peruano se cimarroneaban y los japoneses y chinos se empoderaban en sus pequeñas ciudades, (otrora bastiones de su cómoda y cortesana vida) asumiendo el control de los comercios minoristas y de parcelas productoras de pan llevar. 

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