Donald Trump y el “lenguaje del amor”
Germán Vargas Farías
Advertencia:
Este artículo contiene insultos, y otras expresiones groseras, extremas y malsonantes, que pueden perturbarle y herir su sensibilidad. La responsabilidad no es del autor, sino del personaje a quien se refiere, el expresidente y candidato republicano, Donald Trump.
Ha sugerido que su adversaria, la vicepresidenta y candidata del Partido Demócrata, Kamala Harris, intercambió favores sexuales para avanzar en su carrera política, ha dicho que es "repugnantemente incompetente", y "absolutamente incapacitada para el cargo de presidenta de Estados Unidos". La ha llamado “vicepresidenta de mierda” y, pese a ello, según las últimas encuestas, el candidato del Partido Republicano ha incrementado sus posibilidades de ganar la elección del próximo 5 de noviembre.
Donald Trump, presidente de 2017 a 2021, derrotado por Joe Biden (el actual presidente) en su intento de ser inmediatamente reelecto, es también el primer expresidente de Estados Unidos condenado por un gran jurado de Nueva York que ha determinado su culpabilidad respecto a 34 cargos cometidos en su afán de encubrir un escándalo sexual para evitar que afecte su campaña presidencial de 2016, que a la postre lo llevó a la presidencia.
“Loca”, mentirosa, “lenta”, “floja”, débil”, “tonta como una roca”, “con un bajo IQ”, “desagradable”, “desastre”, “perezosa como el infierno”, “mentalmente discapacitada”, el expresidente no ha escatimado calificativos para referirse a su adversaria, a través de ataques sexistas, racistas, siempre ofensivos y denigrantes.
No es una novedad, por desgracia. Trump tiene un historial de declaraciones despectivas, dirigidas contra sus oponentes y toda persona o grupo que les respalde, o que cuestione sus bravuconadas. Lo hace impunemente, apelando muchas veces a mentiras, y entre vítores de sus seguidores que no tienen problemas en adherir incondicionalmente a un personaje declarado delincuente por un jurado estadounidense, y al que no le importa disimular su irrespeto por las personas y su desprecio a la democracia.
A Hillary Clinton, su ex rival, también le dedicó comentarios vulgares, con calificativos que podrían considerarse admisibles en una contienda electoral como “insensible”, “débil”, “incompetente”, “peligrosa”, y otros de mayor calibre como “torcida”, “mentirosa patológica”, “podrida”, “deshonesta", llegando a decir que “nadie tiene peor juicio”, "la corrupción y la devastación la siguen allá donde va", "ella es el diablo", o que "iba a ganar, era la favorita, pero fue sacudida [por un pene de gran tamaño], y perdió".
Trump se ha vanagloriado de no tener filtros y humillar a cualquiera que sea su eventual oponente. Sus ataques furibundos y persistentes en redes sociales y otros medios, como hizo con Hillary Clinton y ahora con Kamala Harris, tienen el propósito de degradar, habiendo declarado que lo disfruta. “Ellas no, yo sí”.
Lo ocurrido recientemente, en un mitin republicano en el Madison Square Garden de Nueva York, cuando el comediante Tony Hinchcliffe dijo “Literalmente hay una isla flotante de basura en medio del océano en este momento, creo que se llama Puerto Rico”, en un acto en el que además otros oradores insultaron a los latinos en general, evidencia el odio de Trump y sus seguidores hacia los latinos, por supuesto, pero también a los afroamericanos, palestinos, judíos, entre otros inmigrantes.
Para Trump, los mexicanos, haitianos, puertorriqueños, venezolanos, son lo mismo, narcotraficantes, criminales, asesinos y violadores, y aunque algunos de sus asesores le han recomendado disminuir sus ataques contra Kamala Harris y otras mujeres, y mostrarse más amable pues su actitud puede restarle votos, él ha contestado que no le importa, y no le da la gana ser amable.
Ha rehusado condenar el insulto del comediante Hinchcliffe a los puertorriqueños, y ha dicho que el evento en el Madison Square Garden, que estuvo lleno de ataques racistas, fue “una fiesta de amor”.
Está claro entonces cuál es el concepto de amor del magnate republicano, su noción de respeto y democracia, que, no siendo nada nuevo, parece ofrecer una oportunidad de ser rechazado, por degradante y porque no hay país que merezca un gobernante como Trump.
Publicado en Página 3