Debate “Post-extractivistas” y “progresistas” en el Perú
German Alarco Tosoni
Otra Mirada no puede estar ajena al debate entre los “ecologistas de izquierda” y “progresistas” sobre el diagnóstico y estrategias de desarrollo posibles para la economía peruana. Hay coincidencias pero también diferencias sobre el rol que debe jugar el aprovechamiento de los recursos naturales y la presencia de las industrias extractivas en el país. Es una polémica internacional que ahora tiene contrapartida local. Se presenta tanto el artículo de Eduardo Gudynas como la respuesta de Germán Alarco. Es un tema relevante para afinar las propuestas programáticas internas. Juzgue usted.
La transformación posible y el post-extractivismo: una respuesta a Eduardo Gudynas
Germán Alarco/ Herejías Económicas, Gestión, Perú: 26 de setiembre 2016
A finales de la semana pasada Eduardo Gudynas, investigador del Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES), promotor clave del post-extractivismo en la región comentó varios de mis artículos del Blog Herejìas Econòmicas para señalar que malinterpreto su texto sobre los Derechos de la Naturaleza (2014) y que sigo atado a las viejas concepciones del crecimiento por exportación de recursos naturales. Asimismo, que mi posición refleja lo que en otros países terminó siendo una notable divergencia entre izquierda (representada por él) y el progresismo representada por mí. Esta crítica fue publicada en La Mula el 21/9/2016. Aquí mi replica que retoma diversos párrafos y elementos que publicamos en la revista Poder (Noviembre 2015) donde comparamos sus planteamientos en Derechos de la Naturaleza y lo señalado por el Papa Francisco en Laudato si.
De partida quiero anotar que la defensa del ambiente es un asunto central que rebasa las clasificaciones partidarias tradicionales. Los daños que se han generado y que persisten provocan graves afectaciones que ponen en riesgo la vida de la humanidad. Las evaluaciones sobre los impactos del cambio climático nos colocan (como país) dentro del grupo de los más vulnerables del mundo. El problema existe, es serio y nos está afectando desde décadas atrás. La desglaciarización de la cordillera de los Andes es una de sus manifestaciones inmediatas más tangibles. Los grandes retos globales para el mediano y largo plazo son: el demográfico, los impactos de las tranformaciones tecnológicas, el rápido cambio climático, la destrucción de la biodiversidad (extinción de las especies), la crisis energética y la crisis económica estructural (Alarco, 2012). Una segunda coincidencia es la relativa a que el país requiere de una democracia más sólida, la cual necesita de partidos políticos más institucionalizados con posiciones claras. A mi juicio, en el plano político, es imprescindible la unidad de la izquierda, de las fuerzas progresistas, de los ambientalistas, descentralistas, movimientos ciudadanos y populares, entre otros. Hay que sumar y multiplicar, no restar o dividir como decía el político peruano R. Prialé.
La diversidad y magnitud de los problemas ambientales
La perspectiva de E. Gudynas sobre los temas ambientales no es integral. Se enfoca en uno de los temas, importante, pero no creo sea el más grave de todos. Sin embargo, debo destacar que tiene una visión bien estructurada que parte de sostener la importancia de los derechos de la naturaleza para de ahí pasar a los graves daños que significa la intervención a través de las actividades extractivas (mineras y de hidrocarburos especialmente). La respuesta a estos males es el diseño e implantación de una estrategia post-extractivista (o del "Buen Vivir" que aproxime al hombre con la naturaleza). ¿Dónde está el análisis de los impactos de las emisiones de gases efecto invernadero, los efectos de los gases de lluvia ácida, los problemas ambientales urbanos como la basura, los desperdicios excesivos, los problemas de agua y saneamiento, de los bosques, la minería ilegal, las emisiones de ruido, contaminación visual, entre muchos otros?
El biocentrismo de Gudynas sostiene que los elementos del ambiente o los seres vivos independientes de los seres humanos poseen valores propios o valores intrínsecos (p.33). Para esta perspectiva todas las especies vivas tienen la misma importancia y todas ellas merecen ser protegidas. Se debe intentar conservar tanto las especies útiles como las inútiles, las que tienen valor de mercado como aquellas que no lo poseen, las especies atractivas como las desagradables. Sin embargo, a pesar de postular un igualitarismo entre todas las formas de vida, esto no quiere decir que sean iguales ya que el biocentrismo reconoce las heterogeneidades y diversidades, incluso las jerarquías entre las especies vivientes y dentro de los ecosistemas (p.55-56). Aquí se postula que se deben proteger todos los ecosistemas y todas sus formas de vida, independientemente de su utilidad económica, goce estético o impacto publicitario (p.120), acotando que tampoco es una postura primitiva o anti tecnológica (p.57).
Se propone el "Buen Vivir" como un concepto plural en proceso de construcción que expresa una crítica del desarrollo a partir del biocentrismo, aprovechando el ambiente, pero lo ajusta específicamente a asegurar la calidad de vida de las personas, desligándose del actual consumismo opulento (p.181). En el prólogo del libro se señala que este plantea una cosmovisión diferente a la occidental al surgir de raíces comunitarias no capitalistas (p.17).
Reflexión final
Es legítimo internalizar, practicar y procurar el "Buen Vivir", pero me gusta más la expresión de Alberto Acosta sobre los "Buenos Convivires". La sociedad peruana es una mixtura de culturas; donde lo andino y amazónico es central, pero no lo es todo. Hay que reinvindicar y rescatar nuestro pasado milenario, pero no cabe la vuelta atrás. Nos gustan las caminatas que te permiten conocer nuevos lugares y alcanzar largas distancias. Los saltos pequeños respecto de los grandes saltos que implican menores riesgos. El análisis sistémico donde a partir de muchos pequeños cambios se pueden lograr grandes resultados. No me gustan las utopías, ni las etiquetas. Rechazo plantear que hay que cambiar el modelo económico, creo que afirmar que hay que ajustarlo es lo realista, lo sensato y lo posible. Se trata también como señaló Iñigo Errejón en debate con Pablo Iglesias, hace pocos días, de que hay que seducir al pueblo que todavía no confía en nosotros (convencer y lograr nuevos consensos). Suscribo plenamente de que el objetivo de la política económica debe ser mejorar la calidad de vida y la capacidad de elección de las personas de manera sostenible. Yo no tengo el modelo de convivencia ideal para todos y cada uno de los miembros de nuestra sociedad, hacerlo sería una propuesta a mi juicio que se acerca a lo totalitario. Se trata de alcanzar difíciles balances en circunstancias nacionales e internacionales complejas y volátiles. Es imprescindible soñar, pero de día, no hay que despegarse del suelo. Estos son algunos de los retos principales. Laudato si y la Doctrina Social de la Iglesia Católica ofrecen buenas respuestas para el Perú de hoy día. Luego de todo esto me dirán que solo soy un progresista o un socialdemócrata, no importa.
Comentarios
Anónimo (no verificado)
Mié, 10/05/2016 - 07:42
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