Creciente deuda pública externa y eterna

Por: 

Jorge Manco Zaconetti

Perú crisis fiscal: con déficit del 10%

Ante un derrumbe de los ingresos tributarios por más de un 30 % en el 2020, con una pérdida en el valor de la producción de más del 13 % del PBI el gobierno del presidente Francisco Sagasti ha emitido bonos de estado en el mercado financiero por un valor de US $ 4,000 millones de dólares a tasas de interés relativamente bajas, para financiar el presupuesto público del 2021.

Parte de esos bonos, unos US $ 1,000 millones han sido pactados para un período de 100 años, constituyendo el primer endeudamiento externo por un período tan largo en toda la historia económica del país. ¿Será para recordar el bicentenario?

En principio, no es negativo endeudarse por tan largo plazo. Pero una centuria es demasiado pues abre la puerta para nuevos endeudamientos en un país que se ha jactado de tener un modelo macroeconómico exitoso.

Si bien países como México, Argentina, China, Bélgica, Irlanda entre otros tienen pactados endeudamientos por 100 años para una economía como la peruana no deja de ser preocupante si nos referimos a la historia económica y la deuda externa del siglo XIX que se pagó en parte con los ingresos del guano, con graves niveles de corrupción.

Sabemos cómo terminaron los tenedores ingleses de la deuda pública peruana por controlar los resortes de la economía peruana con el “Contrato Grace” a fines del siglo XIX, luego de la infausta guerra con Chile. Supongo que la historia de las finanzas en el Perú debiese servir para algo a los ignaros ministros de economía.

No es una buena señal endeudarse por tan largo plazo si el país tiene el crédito suficiente como se ha demostrado por la creciente demanda en el mercado financiero que superó los US $ 12 mil millones de dólares.

En un período en el cual existe una abundante liquidez internacional y bajas tasas de interés en el mercado financiero y especialmente norteamericano, no se entiende las razones de un endeudamiento a pagarse en 100 años. Endeudarse por una centuria como lo hizo Argentina en el gobierno liberal anterior preocupa, pues pone en duda la fortaleza macroeconómica del país.

El endeudamiento externo debería ser la excepción y no la norma y prácticamente para el 2021 y 2022 más del 38 % del PBI serán equivalentes como deuda pública externa que debe financiar el gasto público. Es decir, hemos pasado de una ratio de deuda pública externa versus PBI de 28 % en el 2019 a más del 38 %

Es de suponer que dicho endeudamiento debe estar destinado a una inversión de infraestructura u su equivalente que sea redituable en el tiempo, a tal punto que repague la tasa de interés pactada con los nuevos acreedores, pues sería perverso que el país se endeude para financiar el gasto corriente.

En verdad, recurrir al endeudamiento público externo es la salida fácil y expeditiva de los gobiernos que no aspiran a una reforma tributaria integral, que grave los mayores ingresos y la riqueza que se ha generado en el país, y que se ha concentrado en las grandes empresas y grupos de poder económico.

URGE REFORMA TRIBUTARIA

Un país de ingresos medios como el Perú con una población cercana a los 33 millones de habitantes con PBI de US $ 270 mil millones en dólares constantes, no puede tener una presión tributaria menor al 15 %, y un presupuesto público para el 2021 de un poco más 183 mil millones de soles (un aproximado de US $ 50 mil millones)

Ante las crecientes necesidades de la población, las inversiones necesarias en salud y educación pública, seguridad ciudadana e infraestructura, el estado demanda mayores ingresos fiscales y una racionalización de los mismos para minimizar la corrupción.

Una reforma tributaria que elimine las exoneraciones, los regímenes especiales, los beneficios tributarios, los gastos deducibles al impuesto a la renta que al final de cuentas minimizan los ingresos del estado. A ello debe sumarse las devoluciones de impuestos en los sectores de exportación a empresas transnacionales que tienen su matriz en paraísos financieros, como acontece en el sector minero.

Resulta inaceptable por ejemplo que el sector agroexportador genere ingresos de exportación del orden superiores a los US $ 6,200 millones anuales y el impuesto a la renta sea menor a los US $ 55 millones como sucedió en el 2019. Se estiman más exportaciones agroindustriales y menores ingresos fiscales por un régimen especial que se extenderá del 2001 al 2040, es decir veinte años más.

Este sector privilegiado que abona como tasa de impuesto a la renta el 15 % fuera de la tasa del régimen común que abona 30 % generando empleos formales de bajos ingresos es verdad, realiza inversiones donde el estado financió las grandes irrigaciones agrícolas que fueron transferidas al sector privado a precios de realización, es decir muy por debajo del costo real.

En el mismo sentido, resulta una paradoja que ante tanta riqueza marina producto de la producción pesquera para las exportaciones y para el consumo interno, haya desaparecido el bonito, el jurel, la cojinova de la mesa popular por sus altos precios.

En este sector pese a los crecientes ingresos de exportación el fisco percibe rentas ínfimas. Así, la pesca de exportación, tanto de la harina de pescado como de aceite pescado que genera ingresos anuales superiores a los US $ 2,500 millones abone menos de US $ 40 millones por concepto de impuesto a la renta.

AÑO PARA NO OLVIDAR

En la historia, el año 2020 será recordado como el año de la mayor “catástrofe sanitaria” que haya experimentado el país con más de 80 mil muertos extraoficiales. Será reconocido como el período donde tuvimos tres presidentes de la república en una semana, con una revolución ciudadana que hizo respetar los principios democráticos, como el de la división de poderes ante un perverso golpe de estado.

Será también conocido como el de la mayor caída del valor de la producción, estimado en más de 13 % del PBI, y será también reconocido como el año en el cual se pactó por vez primera un endeudamiento externo a pagarse en 100 años, es decir en el año 2120.

Es decir, los nietos de nuestros hijos tendrán que abonar estos compromisos de deuda que se han pactado por primera vez para pagarse en una centuria. Ello significa que estamos dejando como herencia a nuestros bisnietos una hipoteca a su futuro, lo cual dice bastante, sobre la situación económica.

Para que ello no sea una práctica usual, urge que el próximo gobierno tenga como uno de sus objetivos fundamentales una reforma tributaria integral, que grave relativamente más la riqueza, el patrimonio y los altos ingresos para tener un estado posible y viable en el largo plazo.

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