¿Qué pasa cuando un modelo de inteligencia artificial (IA) aprende a interactuar con nosotros, con fluidez y precisión? Con la aparición de ChatGPT, una de las inteligencias artificiales más avanzadas hasta la fecha, estamos viendo una nueva era en la que la IA se acerca cada vez más a nuestra cotidianidad. A pesar de que venimos, empleándola desde hace unos años, los avances mostrados en la última década han sido imparables.

La IA como concepto ha existido desde 1956, cuando se llevó a cabo un congreso en Dartmouth College (Estados Unidos), para discutir la posibilidad de construir máquinas que podrían realizar tareas que requerían inteligencia humana. En este congreso, se estableció la base para el desarrollo de la IA como disciplina científica, y se formuló una serie de objetivos y desafíos para este campo.

El desarrollo del procesamiento de información viene dando como resultado modelos de IA altamente entrenados para comprender el lenguaje humano y poder proporcionar respuestas rápidas y precisas a preguntas comunes sobre una amplia gama de temas, como tecnología, salud, entretenimiento, etc. 

Uno de esos modelos es Chat GPT, la IA desarrollada por la empresa norteamericana Open AI, capaz de generar texto en tiempo real, ser asistente virtual y procesador de múltiple información sobre cualquier materia. En efecto, su entrenamiento con información humana tuvo un corte temporal en el año 2021 por lo que no tiene conocimiento ni respuestas a eventos o sucesos posteriores a esa fecha. Su perfeccionamiento es continuo.

La IA ha sido utilizada en aplicaciones comerciales y de consumo desde 1990 y su capacidad y alcance han experimentado un crecimiento exponencial. Actualmente es una tecnología clave en una amplia gama de industrias: finanzas, comercio o seguridad.

El uso de la IA ofrece una serie de ventajas y oportunidades únicas que no solo mejoran la eficiencia y la productividad, sino que también ayudan a resolver algunos de los desafíos más grandes que enfrenta la humanidad. A pesar de los múltiples beneficios positivos de la IA, también existen algunos desafíos importantes a considerar. En el siguiente cuadro podemos ilustrar mejor algunos aspectos:

El uso de la IA plantea importantes cuestiones éticas y morales, como la justicia e imparcialidad en la toma de decisiones, la responsabilidad por las acciones tomadas por los sistemas de IA, y debates en torno a la profundización de estos temas.

• Responsabilidad y transparencia: Por ejemplo, si un sistema de IA utilizado en una aplicación de seguros de salud discrimina a ciertos grupos de pacientes basados en su raza o género, ¿Quién es responsable de esa decisión y cómo se puede abordar la discriminación?
• Privacidad y seguridad de datos: Por ejemplo, ¿Cómo se garantiza que los datos médicos de un paciente no sean compartidos o utilizados de manera no autorizada por un sistema de IA en la industria médica?
• Sesgo y discriminación: Por ejemplo, si los datos utilizados para entrenar un sistema de IA provienen de fuentes sesgadas, ¿cómo se puede asegurar que la tecnología no tome decisiones discriminatorias en su uso?
• Consecuencias sociales y económicas: ¿Qué impacto tendrá la IA en la economía y la sociedad en general? ¿Cómo se abordará el desplazamiento de trabajos humanos y cómo se apoyará a las personas afectadas por este cambio?

Los sistemas de IA han demostrado ser herramientas valiosas como podemos observar, pero tienen limitaciones, como la falta de comprensión del contexto y la emoción humana, resultando en soluciones imprecisas. Además, requieren gran cantidad de datos para entrenamiento y tienen dificultades en tomar decisiones éticas y morales. La falta de creatividad e innovación es otro obstáculo, ya que no pueden pensar de forma creativa.

La inteligencia artificial, incluyendo ChatGPT, ofrece un futuro lleno de posibilidades y desafíos. Su impacto en la sociedad dependerá de cómo se utilice y si estaremos preparados para explorar su futuro impacto en nuestras vidas. ¿Lo estaremos?

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* Socióloga de la UNMSM. Directora del Observatorio de Plataformas-Perú