Una propuesta desde y para la izquierda*
José Oscátegui A.
Durante el siglo XX nos equivocamos creyendo que el camino a una sociedad más justa pasaba por la eliminación del mercado y de la democracia representativa. Nos habíamos propuesto una tarea que era, simultáneamente, imposible y equivocada. Era imposible porque, tal como lo podemos observar, el mercado sigue mostrando no solo buena salud, sino un rápido desarrollo. Era equivocada porque el desarrollo económico y la sociedad más justa, en todo este período histórico, sólo se puede lograr usando esa herramienta social que es el mercado.
Como con todos los errores con este también hubo consecuencias. Las fuerzas extractivistas, saqueadoras de las riquezas del país, elitistas y antidemocráticas que usaron y usan el mercado para fines egoístas personales o grupales se adueñaron del discurso pro-mercado y, junto con este, atrajeron a las fuerzas sociales del progreso para, paradójicamente, impedir que el progreso ocurra. Levantando ese discurso se presentaron y fueron vistos como los defensores de la modernidad, y obtuvieron el respaldo hasta de los pequeños y pequeñísimos empresarios, pobladores, etc., con quienes tienen intereses divergentes. Mostrando una vez más que, en política, con sólo buenas intenciones no se llega a la victoria, la izquierda junto a su visión equivocada fue relegada a los márgenes de la sociedad.
Sin elección posible, el pueblo peruano escogió repetidamente a los extractivistas, y se hizo costumbre que los candidatos elegidos abdiquen de las promesas hechas a esa parte popular de sus votantes, pues tenían que atender los verdaderos intereses que representaban. Es posible que el dicho “que haga obra aunque robe” se haya gestado como producto de la impotencia de tener que elegir a quien se sabía que no representaba los intereses populares. La izquierda se volvió la capilla de las buenas intenciones. El tiempo y la historia nos están mostrando no sólo el error, sino también las consecuencias.
El rol de La Gran Transformación (GT)
La propuesta de la GT, luego traicionada por Humala, fue un cambio radical en la dirección correcta. En ella quedó claro que el progreso social en nuestro país requería del desarrollo del mercado o, mejor dicho, de los mercados. Es necesario desarrollar esas propuestas.
Gran parte de la izquierda, al margen de la edad de sus militantes, sigue prisionera del discurso de los años 60, 70 y 80 del siglo pasado y, por ello, no puede conectar con el enorme movimiento social democrático y de progreso económico que está presente en las fuerzas sociales emergentes que, junto a una demanda de mayor mercado exigen también mayor democracia, honestidad, transparencia, seguridad, justicia. Si creemos, por ejemplo, que el empresariado liberal, el centro político y la derecha democrática representen intereses distintos a los nuestros, estamos totalmente equivocados. Ellos quieren más mercado y nosotros también; ellos se enfrentan a la discriminación tal como lo hacemos nosotros; ellos exigen democracia con una urgencia que no difiere de la nuestra. ¡¡Tenemos muchos de los mismos intereses!!
El mercado en el mundo - El Neoliberalismo es opuesto al mercado
El mundo vive una explosión de mercado. Siguiendo métodos similares a los de siglos anteriores el mercado está siendo desarrollado en toda la faz de la tierra. Las guerras en Afganistán, Pakistán, África, el Medio Oriente, etc., no son sino formas históricas con las que las fuerzas del mercado a nivel mundial están eliminando formas no capitalistas, aunque estas fueran mercantiles. Es probable que durante los próximos 100 años aún prosiga este desarrollo. Pero, Mercado no es lo mismo que Neoliberalismo. Para desarrollarse, el mercado necesita de instituciones que lo regulen, pero el Neoliberalismo no lo entiende.
¿Qué viene después? No lo sabemos, pero tenemos que dejar las decisiones que correspondan a ese futuro para las generaciones que vendrán. Nuestra responsabilidad es atender a las generaciones presentes y dejar las mejores condiciones para las que seguirán. El capitalismo desarrollado en países como Canadá e Inglaterra, por ejemplo, sin castrar las potencialidades del mercado, lo ha regulado. El mercado no es sino un instrumento, una herramienta social indispensable para la obtención de los fines que el ser humano se propone. Los cubanos, en la actualidad, también lo están entendiendo.
Las banderas históricas de la izquierda por justicia social siguen vigentes
En el Perú el desarrollo del mercado significa progreso y puede asegurar la eliminación de la pobreza. Necesitamos una economía de mercado moderna que, paulatina pero incesantemente, vaya incorporando todas las conquistas sociales de las economías de mercado modernas y desarrolladas.
Las banderas históricas de la izquierda por justicia social, contra la pobreza, por la seguridad y ciudadanía para todos siguen tan vigentes como siempre.
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