Una lección democrática

La opción por el NO concluye una campaña difícil en la que ha remontado condiciones harto negativas, apenas tres meses atrás. A pocos días de los comicios la situación es casi de un empate técnico y con tendencia al crecimiento del NO, lo que nos permite presagiar que se obtendrá el triunfo el próximo domingo 17 de marzo.

Es importante resaltar que la opción por el NO ha llegado a este punto luego de un arduo trabajo político que le ha permitido a la alcaldesa Susana Villarán reposicionarse políticamente, subiendo en casi 20 puntos su popularidad desde el inicio de la campaña y construyendo una política de alianzas que la ha llevado a tener una coalición por el NO que va de izquierdas a derechas democráticas e incluye líderes de trabajadores, empresarios e importantes sectores de la sociedad civil. El punto culminante de esta política de alianzas, fue el anuncio hace pocos días por parte de la alcaldesa de llevar esta coalición al gobierno municipal luego del 17 de marzo, ofreciendo, en emulación de lo que hizo Alfonso Barrantes 30 años atrás, compartir la conducción del municipio con otras fuerzas políticas.

La experiencia de las campañas a favor y en contra de la revocatoria ha resultado en si misma una experiencia política de la mayor importancia, no solo para Lima sino para el país en su conjunto, porque el alineamiento de fuerzas en una situación tan polarizada permite ver con claridad, más allá de los discursos, dónde se ubica cada quien en la política nacional. 

Por una parte, tenemos una alcaldesa honesta, que ha lanzado una estrategia para transformar la capital en una ciudad para todos y en este empeño ha tenido el coraje de combatir a las mafias del transporte, del comercio mayorista y los nudos burocráticos dentro del propio municipio. Además y en gesto desusado en la política peruana, ha reconocido sus errores y ha señalado caminos para corregirlos. Por otra, tenemos un conjunto de impresentables, que a ratos parecían una suma de intereses particulares, sin atisbar ninguna razón de fondo para su propósito. Además, no han cesado de usar la mentira, el insulto y la falta de respeto en la campaña, perdiendo la posición de larga ventaja con la que empezaron.

Pero, peores aún que los enviados a dar la cara, son sus patrocinadores. En primer lugar Luis Castañeda Lossio, el ex alcalde, que no ha cesado de mover los hilos tras bambalinas, sin atreverse a asumir públicamente su afán revocador y salir al debate a favor del mismo, aclarando de paso las graves denuncias que hay contra él por corrupción. Castañeda ha mostrado su desesperación y poco espíritu democrático sin poder esperar al 2014 para volver a medirse electoralmente en, suponemos, su afán de llegar al sillón municipal. Pero también Alan García, que, cuando no, en actitud oportunista cuando vio que el SI subía como espuma meses atrás y creyó poder ganarse alguito, ordenó a sus huestes que salieran al ataque. No parece haber tenido mucha convocatoria porque con las justas Mauricio Mulder le hizo caso, las demás que probaron las aguas, recordemos a Vílchez y Barragán, tuvieron que irse maltrechas. De igual manera, parte del fujimorismo, que a pesar de las declaratorias oficiales de neutralidad no ha podido dejar de mostrar las garras mandando a Marta Moyano a apoyar al SI. Ni qué decir del monopolio mediático reaccionario, que una y otra vez ha usado la difamación y la manipulación de las encuestas para intentar vacar a Villarán por el solo hecho de ser de izquierda. Una vez más la Derecha Bruta y Achorada (DBA) –Apra, Fujimorismo, Solidaridad Nacional y medios afines– se ha hecho presente intentando envenenar la política nacional para fines no muy santos.

Es importante también reflexionar sobre la revocatoria como mecanismo democrático. El afán de promoción de la democracia participativa, que llevó incorporar la revocatoria a nuestra legislación como un mecanismo de democracia que permitiera un acceso más directo de los ciudadanos a la toma de decisiones, ha sido deformado por los que proponen el SI. El hecho de que puedan proceder a querer vacar a una autoridad sin expresión de causa y sin darle tiempo a que gobierne, desprestigia la institución de la revocatoria y hace necesario proceder a algunos ajustes a la misma para no terminar haciéndole daño al sistema democrático en su conjunto.

Por último, este alineamiento de fuerzas nos hace ver los caminos que se van decantando en la política peruana más allá de las opciones de gobierno (o desgobierno) que pudieran existir. Por un lado, quienes quieren regresarnos a la época de la cleptocracia fujimontesinista, con el “todo vale” como lema, y por otro, la insistencia en la construcción democrática, un empeño plural de fuerzas, como única forma de gobierno, pero sobre todo de esperanza para encontrar un camino para desarrollar el país a favor de las grandes mayorías.

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