El Sistema Nacional de Inversión Pública -SNIP en cuestión:

No es un sistema de inversión pública, sino un control cajero centralista del gasto presupuestal sin objetivos de desarrollo.
 
En nuestro país el sistema nacional de inversión pública ha estado enfocado en mirar hacia afuera antes que al mercado interno. Es el Perú mirado desde el corto plazo, con la miopía de un cajero centralista, arbitrario e ineficaz. Este actual SNIP traba el desarrollo nacional  y la reforma descentralista del Estado. 

Ahora se habla de una reforma, en especial del SNIP.  Esta es una reforma por la cual las fuerzas progresistas y descentralistas hemos batallado durante años. Esta reforma debe contemplar un cambio sustantivo basado en el enfoque territorial intergubernamental y no sólo el sectorial. Debe sustentarse en los objetivos de desarrollo y fortalecer la autonomía descentralista, en lugar de incentivar la desconfianza e imponer la parálisis, fragmentación y restricción en las inversiones de los gobiernos regionales y locales, a los que luego se les exige “calidad del gasto” una vez que el propio MEF con el SNIP lo traba sistemáticamente.

El Ministro de Economía, Miguel Castilla,  tras ser entusiasta promotor y guardián de la férrea aplicación del actual SNIP, anuncia que alista su “cambio” con un proyecto de ley.  ¿Qué ha ocurrido para esta sorpresiva e inaudita “transformación”?.

La nueva etapa de la crisis mundial y sus efectos en el Perú evidencian el fracaso de su gestión, basada  en la política de cajero neoliberal, que retira al Estado de la economía nacional y deja esta a manos de la inversión privada primaria exportadora como tabla salvadora ante una crisis que ya se deja sentir en el Perú. 

El Ministro Castilla no puede esconder las evidencias de su fracaso en preparar al Perú para responder ante los impactos de la crisis mundial. Es el Ministro que no sabe gastar pues en un país con inmensas necesidades de inversión tiene superávit fiscal. No tiene objetivos, planes ni proyectos sectoriales estructurales. Reduce la incipiente diversificación productiva para acentuar el peso de la exportación de  materias primas. Retrasa y paraliza inversiones públicas indispensables, como el inicio del gasoducto y petroquímica surandina,  la refinería de Talara, el apoyo estatal a los conglomerados productivos públicos y privados. Al mismo tiempo, fragmenta aun más la inversión a cargo de gobiernos regionales y locales, a los cuales les ha prohibido inversiones productivas y deshabilitado sus proyectos de desarrollo pues, supuestamente, eso corresponde al privado. 

Mantiene la tesis continuista del “perro del hortelano”, esto es, que los grandes poderes económicos primario exportadores actuales son los deben gobernar la economía nacional. Y que el estímulo fiscal debe hacerse desde los objetivos del “mercado”, el control del gasto y la fragmentación de la inversión pública, con el SNIP como rigor de supuesta eficacia. Por esto ha fracasado a lo largo del año. 

No existe política económica de desarrollo que oriente las inversiones. No existe plan ambiental  sustentable para responder a los desafíos estructurales del cambio climático, en una nueva ecuación entre agua-suelo-energía. No están promovidas las economías macroregionales, al no basarse en la demanda interna y al desarticularse los sistemas de transporte y logística intermodales en las macroregiones.  Se ha concentrado la tierra en neo-latifundios, mientras se mantiene a cuentagotas, y se abandona, el agro mayoritario. No existe crédito promocional a las micro y pequeñas industrias. Se ha paralizado la promoción de la diversificación productiva privada y de la inversión pública estatal.

Sus primeros dos Decretos de Urgencia para el estímulo fiscal han sido un fracaso. Ha incrementado el superávit no sabiendo gastar. Y los dos DU se han ejecutado en un magro 50 %. La  misma suerte correrá el último DU de 2 mil millones de soles.

El actual SNIP no es un sistema nacional de inversión pública. Este debe tener cuatro componentes que requieren una adecuada relación entre el planeamiento (que fija los objetivos de desarrollo), el presupuesto (que ordena la relación presupuestal entre recursos y gastos), el monitoreo (que evalúa y ajusta el desempeño) y la evaluación (que considera los impactos y gestión de resultados para el desarrollo, no solo presupuestales). El SNIP de Fujimori, que Castilla ha impulsado entusiasta este año a su cargo, es sólo la anulación del sistema de inversión pública nacional para reemplazarlo por un instrumento de control discrecional desde el MEF, de la calidad de gasto de los sectores y de los gobiernos regionales y locales. Con este SNIP, el MEF es el único ministerio que gobierna, y que sujeta al resto de la administración nacional y a los gobiernos regionales y locales, reducidos a sujetos de crédito de un arbitrario centralismo burocrático.

Los criterios de decisión de Castilla han sido equivocados y su manejo ha sido arbitraria y su eficacia más que dudosa. Exigen rentabilidades que son imposibles en medios rurales y regionales; empujan hacia la obra física sin inversión en capital humano ni procesos productivos. Con su discrecionalidad siempre ha exonerado las grandes obras que el GC ha manejado sin control. No se ha detenido la corrupción ni el gasto inútil en el gobierno nacional y en las regiones y municipios

Para hacer frente a la crisis y desarrollar el país se requiere la reforma descentralista del Estado con un verdadero sistema nacional de inversión pública con sus cuatro componentes efectivos: planeamiento, presupuesto, monitoreo y evaluación. El debate está abierto.

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