Gran mecida y gran oportunidad

Diera la impresión, luego del desistimiento de la compra de los activos de Repsol en el Perú, que todo ha sido una gran mecida. Como dijo César Hildebrant, por un momento pensamos que Humala no estaba muerto, que desde las alturas se estaba planteando algo interesante, para después de unos días volver a la realidad y darnos cuenta que todo seguía como siempre y las presiones de la derecha seguían gobernando en Palacio de Gobierno.

Solo que esta vez el tema no había sido menor. Se había tocado la médula del poder, lo que nosotros llamamos un “sector estratégico” de la economía, representado por el negocio de la energía y más particularmente de los hidrocarburos. Es más, con el planteamiento de que la empresa del Estado: Petroperú, ampliara su presencia en el sector, con miras a recuperar lo que perdió hace 20 años con la privatización, la integración vertical en las distintas fases del negocio, para convertirse en un empresa fuerte que garantizara el abastecimiento de combustibles a un precio justo para personas, hogares y otras empresas.

¿Por qué se produjo el desistimiento?

Porque el aliciente inicial, fuera político o de otra índole, fue sobrepasado por la oposición ideológica de la derecha que hizo del asunto cuestión de Estado. En el proceso se argumentó falsamente que no había base legal, cuando Petroperú tiene ley propia que lo autoriza. Luego se dijo que era un mal negocio, sin proceder a encargarle la revisión técnica y financiera a un equipo de expertos y a un banco de inversión para proceder con sustento sobre las posibilidades de la refinería y con la debida transparencia en la operación misma. Asimismo, las posiciones encontradas en el Poder Ejecutivo y la carencia de una política de Estado que debe dirigir el Presidente Humala. A la postre, el control del negocio continúa en manos privadas y el usufructo de la renta petrolera también.

No se concretó la compra, es cierto, ratificando una vez más el rumbo que ha tomado el gobierno, pero se ha puesto sobre la mesa la discusión sobre el futuro de Petroperú y, más todavía, sobre la oferta y demanda de recursos del sector, que es la matriz energética. Cabe por ello defender la modernización de Petroperú como una empresa bien manejada que tenga como objetivo el autoabastecimiento nacional de combustibles. Esto, sin embargo, no lo podrá lograr por sí sola, sino señalando el papel que le toca dentro de una nueva matriz energética peruana.

La nueva matriz energética no solo incluye al petróleo, sino también al gas y a otras fuentes de energía como las hidráulicas, las eólicas y las solares. Hay necesidad por ello de un Plan Energético Nacional de Largo Plazo en el que se señale el rol de cada una de estas fuentes en nuestro desarrollo futuro. Para ello hay que modernizar Petroperú, desulfurizando la refinería de Talara y recuperando los lotes abandonados por la iniciativa privada, pero también hay que recuperar el gas para el desarrollo nacional, impidiendo que continúe desperdiciándose en la exportación. Para esto hay que insistir en la construcción del gaseoducto sur peruano y el desarrollo de un polo petroquímico en la costa sur, que le de valor agregado a la extracción de gas y petróleo.

De esta forma, estaremos trabajando de manera eficiente y sostenible para el desarrollo del Perú, con una estrategia energética que ayude a la construcción de nuestras cadenas valor y de nuestros mercados internos.

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