Un bloque que merecemos integrar

Nuestra región atraviesa un contexto particular. Por un lado, nos encontramos frente a una crisis sistémica que se ve también afectada por la crisis económica internacional. Esta crisis económica, que es de larga duración, y afecta tanto a las economías desarrolladas como a las emergentes. En este contexto, se ha vuelto a debatir sobre la importancia de fomentar la integración regional para hacerle frente a este contexto de crisis; sin embargo, la pregunta pertinente debiera ser la siguiente: ¿Necesitamos de una crisis externa para fomentar la integración?

Bien es sabido que toda intención que busca la integración no puede limitarse a unificar la región con miras únicamente a una crisis. Esta sería una idea sumamente limitada de lo que integración significa realmente. La intención es generar un bloque sólido con voz fuerte frente a los problemas que ha traído el actual modelo de desarrollo que ha enfatizado brechas y permitido el crecimiento de la desigualdad. No hace falta mirar la crisis externa, basta con mirar la que tenemos en la región. ¿Cómo es posible que no podamos contar con carreteras que permitan un eficaz flujo comercial? O ¿por qué no hemos sido capaces de unirnos en temas como salud, nutrición y educación? “Integración” abarca todas estas aristas y es fundamental ponerlas sobre la mesa y en el debate.

América del Sur es una región que se encuentra en crecimiento y ello permite la generación de una nueva voluntad política que se relaciona con el inicio de una nueva fuerza política. Nos encontramos viviendo en un ciclo post neoliberal donde presenciamos intentos, por lo menos retóricos, de desarrollar políticas económicas industriales. Esto, sin duda, implica entablar nuevas alianzas políticas y nuevas políticas de integración y es en este contexto que toma relevancia UNASUR donde el Perú tiene la presidencia pro témpore.

Es fundamental ver en UNASUR  la mejor posibilidad de integración que incluya, sin duda, la posibilidad de un mercado ampliado además de otros temas de interés común: integración vial, energética, de comunicaciones y seguridad alimentaria entre otros. Diversos analistas señalan que la integración es una meta  a conquistar en lo inmediato ya que la próxima oportunidad para lograrlo  podría tardar muchas décadas. Siendo nuestra región tan importante, dejar pasar esta oportunidad de debate y de integración práctica  resultaría una lástima.

Cabe señalar, sin embargo, que el gobierno del Perú no ha mostrado tener una posición clara respecto de UNASUR, lo cual resulta una desventaja aún mayor considerando que nuestro país ostenta la presidencia. Por otro lado, un obstáculo significativo es que en materia de política exterior lo que tenemos son una serie de parcelas. Vale decir, nuestra política exterior está fragmentada y por tanto no hay un solo norte, ni tampoco una mirada sólida y enfática respecto de una integración real.

Este debate es fundamental y debe incluir la pregunta sobre la importancia de enfrentar la crisis regional interna. Sólo así, unidos, podremos combatirla y alcanzar los niveles de desarrollo que cada país de la región merece. Del mismo modo, incluir en el debate a la sociedad civil que, en términos de integración, son los agentes productivos que puedan entender los beneficios que trae para ellos esta conformación de un bloque regional sólido.

No cabe esperar más, sino aprovechar el momento y el contexto para que América del Sur sea una región fortalecida que haga frente a cualquier crisis y brinde  las óptimas oportunidades para el desarrollo de sus ciudadanos, toda vez que el actual modelo económico ha demostrado su ineficacia para eliminar la desigualdad y la exclusión.

 

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