Cuando en el año 2008, luego del escándalo de los Petroaudios, el grupo El Comercio sacó del cargo de director a Augusto Álvarez Rodrich, diversos personajes de prensa y lectores de Perú21 se solidarizaron y denunciaron, desde sus espacios, esta restricción a la libertad de expresión. Cuando en el año 2011, en medio del escenario electoral polarizado, no se le renovó el contrato a la periodista Rosa María Palacios, hasta entonces conductora de Prensa Libre en Canal 4, ocurrió lo mismo. Hubo, sin embargo, una voz que señaló repetidamente que se trataba de “libertad de empresa”. Dicho de otro modo, que la salida de ambos personajes estaba amparada en los derechos de los altos mandos en dichos medios de comunicación. Dicho personaje fue, hasta el miércoles de la semana pasada, el director de Diario Correo, Aldo Mariátegui.

El miércoles pasado, el grupo EPENSA dio a conocer la salida de Mariátegui mediante un escueto comunicado. Otra Mirada se ha encontrado, la mayoría de veces, en las antípodas de lo defendido por el diario Correo. No sólo nuestra postura respecto de diversos temas ha sido opuesta, sino también hemos discrepado en la forma en que las noticias eran presentadas, muchas veces de manera despectiva y en otras ocasiones sin pruebas que sostuvieran las afirmaciones vertidas en dicho medio. Sin embargo, nosotros condenamos cualquier restricción a la libertad de expresión pues la defendemos venga de quien venga.

Recordamos, por ejemplo, cuando en una portada de Correo se hizo una burla, a todas luces discriminadora, respecto de Hilaria Supa, legisladora, por su manera de utilizar el lenguaje. Esta portada, discriminadora e ignorante, merecía una censura pues no debe permitirse semejante acto. En dicho momento, ni el diario Correo, ni los altos mandos de Epensa dijeron nada. Así como ese ejemplo, podríamos encontrar otros tantos. En el contexto actual, lo que notamos es una salida que no obedecería otra razón que el hecho de que Mariátegui había empezado a resultar demasiado incómodo. ¿Para quién?

La salida de Mariátegui, sin embargo, debería fomentar en el país un debate abierto y amplio sobre el tema de fondo. Este tema no se reduce a  un rostro, sino que, como lo hemos reseñado, tiene muchos rostros víctimas de atropellos pues, al fin y al cabo, son rostros variables siempre que la situación de los medios de comunicación en el país sea tan débil. Hace falta discutir sobre la libertad y la institucionalidad de los mismos ya que, de lo contrario seguirán siendo espacios manipulables al antojo de cualquier poder. A ello es necesario sumarle el hecho de que la mayoría de los medios masivos en el Perú representan una pequeña fracción de los sectores sociales y promueven intereses de grupos privados.

Lo que ocurre es que la llamada “libertad de empresa” debería tener en cuenta que los medios masivos de comunicación brindan un servicio público sin importar si los operadores son una empresa privada, el Estado o las organizaciones sociales. Por ello, la libertad de expresión, que defendemos, no se ampara en los valores que tengan los dueños privados de cada medio, sino en los valores democráticos en general y la institucionalidad. Por ello, creemos que debe sancionarse a quienes utilizan un medio para difundir un mensaje discriminador, racista, violento, etc. Del mismo modo, creemos en la existencia del pluralismo en las formas de propiedad de los medios. Debemos abrir este debate fundamental para fortalecer una democracia que nunca existirá como tal sin medios de comunicación plurales.

Finalmente, más allá de las especulaciones tejidas en torno a la salida de Aldo Mariátegui del Diario Correo, rechazamos cualquier atentado a la libertad de expresión y estamos considerando poner a disposición del ex director de Correo el espacio de Otra Mirada para sus escritos, si así lo deseara, siendo públicas nuestras notorias discrepancias con sus puntos de vista.  Estamos convencidos de que abrir el debate fructífero entre puntos de vista es, creemos, la mejor manera de ejercer pluralidad que es consustancial a la democracia.